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Amazon: amor por los salarios bajos e intolerancia sindical

Redaccion| 7 de junio de 2021

Birmingham, Alabama, es conocida por ser la cuna de los estallidos raciales en Estados Unidos. En 1963, un atentado contra la iglesia que había sido el cuartel general del histórico Martin Luther King segó la vida de cuatro niñas afroamericanas. Aquello dio lugar a una serie de revueltas que más tarde se convertirían en un movimiento social que ha prosperado hasta nuestros días. Ahora, la región ha vuelto a tener una cita con la historia, aunque esta vez con otro tipo de derechos sociales.

A escasos kilómetros de la urbe, en Bessemer, los trabajadores de Amazon de la localidad intentaron convertirse en el primer almacén sindicalizado del país. Así, a lo largo del mes de marzo, el centro logístico se convirtió en un pequeño hervidero de ideas encontradas sobre la idoneidad o no de dar ese paso adelante. La votación final favoreció al ‘no’ frente al ‘sí’, tumbando las aspiraciones de muchos de los empleados de obtener una mejora en su salario. Pero la historia guarda muchos detalles de cómo el gigante ha maniobrado en la sombra, una vez más, para eliminar la resistencia laboral a sus bajos salarios y aprovecharse de ellos.

Bessemer ha vuelto a poner de relieve una verdad incómoda para Amazon: que tiene aversión a la actividad sindical

Bessemer ha vuelto a poner de relieve una verdad incómoda para Amazon: que tiene aversión a la actividad sindical. De hecho, algunos de los trabajadores del almacén han denunciado las artimañas de la multinacional para interferir en el resultado final de la votación. Una de ellas es Jennifer Bates. La empleada culpó al gigante del comercio tecnológico de bombardear a sus empleados con literatura antisindical utilizando los baños e incluso mensajes de texto enviados directamente a los propios teléfonos de los trabajadores.

Bates también explicó que Amazon requería que los trabajadores asistieran a un curso de ‘educación sindical’, donde la empresa “simplemente insistía en ofrecer razones por las que crear un sindicato era mala idea”. Todo ello se expuso durante la celebración del Comité de Presupuesto del Senado de Estados Unidos que comandó Bernie Sanders a mediados de marzo.

Sin ir tan lejos, en San Fernando de Henares, la guerra sindical contra Amazon ha sido tan ardua como duradera

Pero tampoco hacía falta recorrer miles de kilómetros, ni llevar la situación al extremo, como hace Sanders, para darse cuenta de que ni a Bezos ni al equipo directivo que lidera le agradan los movimientos sindicales. De hecho, hay ejemplos mucho más cerca. En San Fernando de Henares (Madrid), donde Amazon tiene instalado uno de sus mayores almacenes en España, la guerra ha sido tan ardua como duradera.

Así, tras años de peleas, más de media docena de huelgas y desaires de la empresa, los trabajadores del centro logístico de la localidad madrileña han ido perdiendo una parte importante de sus derechos, según denuncian los mismos. Bezos nunca ha explicado abiertamente el por qué de esa intolerancia a los movimientos sindicales, pero al echar un vistazo al llamado ‘efecto Amazon’ parece más fácil entenderlo.

Nuevos espacios de la FC Amazon en San Fernando de Henares

El ‘efecto Amazon’, automatización y devaluación salarial

El gigante del comercio electrónico genera fuertes distorsiones allí donde llega. Un exhaustivo estudio por parte de The Economist, un año atrás, demostró que los salarios relacionados con el sector logístico caían hasta un 10% de media a medida que Amazon se establecía en una región. Además, el informe alertaba de que esa devaluación se hace más acusada con el paso de los años. En Lexinton (EE.UU.), donde colocó uno de sus primeros almacenes, al paso de ocho años el salario era un 30% menor. En Chesterfield, Virginia, la retribución a los empleados cayó un 17%, mientras que en Tracy lo hizo un 16%.

El 90% de los puestos en Amazon son poco cualificados

Amazon se defiende alegando que el salario mínimo que mantiene en Estados Unidos, de 15 dólares la hora, es más alto que el de cualquier región del país. Pero la excusa de la empresa esconde un pequeño truco importante. Así, la compañía que lidera Bezos es capaz de beneficiarse más que cualquier otra de que los salarios bajos sean todavía más bajos. Al fin y al cabo, su plantilla está repleta de trabajadores poco cualificados, gracias a que ha sido capaz de crear y perfeccionar una ‘cadena de montaje industrial’ aplicada a la logística.

Al igual que Henry Ford cambió la industria del automóvil gracias al desarrollo de la cadena de montaje, Bezos lo ha hecho con el comercio minorista y la logística. Con ello, Amazon ha logrado disparar la producción con un coste reducido. El ‘precio a pagar’ ha sido crear una especie de deshumanización (automatización) del trabajo. Así, bajo el modelo patentado por el gigante, el trabajador simplemente ejecuta una tarea mecánica, desprovista de toda complejidad y que puede realizar cualquiera.

 

La llama de Birmingham

Lo más interesante es ver cómo ese entramado ideado por Bezos, y ejecutado por dos nombres propios como son el de Jef Wilke (encargado de inteligencia artificial) y Brad Porter (jefe del área de robótica), logra que el grueso del trabajo en Amazon, más del 90%, se pueda cubrir con trabajadores poco cualificados. En otras palabras: que puede explotar más que cualquier otra los salarios bajos. Una característica vital cuando eres una de las empresas con el mayor número de trabajadores del planeta. Por último, hay un elemento que no debe olvidarse, y es que se trata de un trabajo muy físico que necesita predominantemente de gente joven.

En definitiva, Amazon se ha ocupado de crear un entorno de trabajo que se nutre de mano barata y abundante, gracias a las enormes bolsas de paro juvenil que hay en occidente. A lo que se le suma una enorme capacidad para presionar a sus trabajadores, como se vio en San Fernando de Henares o más recientemente en Bessemer. Quizás, por ello, Bezos mantiene el mandato, con éxito, de frenar cualquier intento de organización sindical en sus almacenes. Pero la mecha encendida en Birmingham ha dado esperanza a muchos. Solo es cuestión de tiempo que la llama se extienda, una vez más, por todo Estados Unidos.

Texto: Raúl Paz

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