Los nuevos amos del petróleo
De Darren Wood, director ejecutivo de ExxonMobil, no se conocía demasiado hasta que en 2017 ascendió al trono de la segunda petrolera más grande del mundo. Ahora, siete años después, tampoco es que haya mucha más información, pero al menos sus planes ya son conocidos. De hecho, los dejó bastante claros desde el primer día. Y es que, si su primera decisión como máximo directivo fue la de destinar más de 6.500 millones de dólares a duplicar la producción de petróleo en la Cuenca Pérmica, la última que ha tomado (por el momento) es invertir 65.000 millones para comprar Pioneer Natural Resources, un gigante del fracking, y multiplicar por 10 la obtención de crudo en esa misma región.
Wood, como máximo dirigente de ExxonMobil, es ahora uno de los nuevos amos del petróleo. Otro es Mike Wirth, director ejecutivo de Chevron, después de desembolsar 60.000 millones de dólares para comprar Hess, un productor de petróleo con vastos recursos de crudo, principalmente en Brasil y Guyana. Además, esa no es la única gran compra que ha capitaneado Wirth, ya que con anterioridad, en 2019 (un año y medio después de llegar al cargo de CEO), la firma estadounidense pagó 50.000 millones de dólares, incluida deuda, por Anadarko, otro productor independiente con ricas participaciones en la Cuenca Pérmica.
Ambos han reclamado como derecho propio el trono petrolero mundial; de hecho, sus firmas son dos históricas del sector. No obstante, pese a que ya juntos son un rival temible para los actuales monopolios de crudo del mundo, la OPEP y la OPEP+ (que incluye a Rusia y algunos países más), todavía queda un tercer jinete americano: Ryan Lance, director ejecutivo de ConocoPhillips, la tercera mayor petrolera de Estados Unidos, que antes de las megainversiones de Exxon o Chevron llegó a rivalizar con ambas por intercambiar algún puesto en el pódium, gracias a su también descomunal reserva de crudo en la Cuenca Pérmica.
Lance, Wood y Wirth son ahora los nuevos amos del petróleo. Sus empresas tienen un valor combinado cercano a los 900.000 millones, gracias a que controlan algunas de las regiones más ricas en petróleo del mundo a lo largo y ancho de América. Un imperio creado a golpe de talonario. De hecho, las compras de Exxon, Chevron y ConocoPhillips en los últimos años ascienden a más de 200.000 millones, lo que les ha ayudado a afianzarse en el trono, pero eso es solo la culminación de un salvaje proceso que se inició hace muchos años.
Antes de que Pioneer fuera succionado por Exxon, ya era el mayor perforador de la Cuenca Pérmica, tras tragarse a otras muchas firmas e incrementar su producción entre un 15% y un 20% anual durante una década. Chevron, por su parte, contaba con una ventaja frente al resto y es que ya tenía tierras en la Cuenca Pérmica; en concreto, poseía cerca de dos millones de acres (cerca de 81.000 hectáreas) desde 1920. Por su parte, ConocoPhillips es la culminación de una integración que arrancó hace dos décadas, cuando Conoco y Philips se unieron, y que ha seguido hasta nuestros días afianzándose adquisición tras adquisición. Así, por ejemplo, en 2020 compró Concho Resources por 10.000 millones, mientras que más recientemente está cerca de incorporar a CrownRock, otro productor de la zona, por otros 10.000 millones.
LA CUENCA PÉRMICA Y EL FUTURO DEL PETRÓLEO
Los tres nuevos amos del petróleo tienen una particularidad evidente: se están afianzando gracias a su posición en la llamada Cuenca Pérmica. Un vasto paraje remoto situado entre Nuevo México y Texas cuyo nombre procede de las rocas que lo forman, ya que datan del periodo geológico pérmico (hace unos 300 millones de años) y que es la mayor reserva energética natural de EE.UU. y una de las mayores del planeta. Esas enormes reservas, junto al impulso del sector, han permitido que Estados Unidos se haya convertido por primera vez en el mayor productor de petróleo del mundo, según los datos de S&P.
Un volumen de extracción que irá a más en los próximos años. Por ejemplo, los planes de expansión de ExxonMobil pasan por ser capaz de extraer hasta dos millones de barriles diarios en la región. La cifra no solo supone un incremento importante frente a los cerca de 1,3 millones que es capaz de extraer en la actualidad y los menos de 200.000 barriles que podía obtener en la región antes de la llegada de Wood, sino que también supone directamente un 2% de todo el petróleo que se consume en el mundo. Chevron, por su parte, no solo verá mejorada su ya pronunciada capacidad de producir petróleo en el pérmico, sino que casi más importante es el acceso a los pozos de Guyana, que se ha convertido en una potencia petrolera.
LAS COMPRAS DE EXXON, CHEVRON Y CONOCOPHILLIPS EN LOS ÚLTIMOS AÑOS ASCIENDEN A MÁS DE 200.000 MILLONES, LO QUE LES HA AYUDADO A AFIANZARSE EN EL TRONO
Al final, años de desarrollo, inversiones y adquisiciones multimillonarias han terminado por cumplir el sueño del viejo Scott Sheffield, fundador de Pioneer y alguna vez apodado Mother-Fracker, cuya vida ha girado en torno a convertir a la Cuenca Pérmica en la veta madre del esquisto en Estados Unidos. Más allá incluso, Sheffield siempre entendió que la región debía ser capaz de compararse con Ghawar, el mayor yacimiento petrolífero de Arabia Saudí. Un símil que va camino de cumplirse, no solo por las ingentes reservas de una y otra región, sino lo que es más importante, por la capacidad para extraer ese crudo a un precio muy bajo.
¿CÓMO DOMINAR EL MERCADO DEL PETRÓLEO?
La capacidad de extracción de petróleo a un bajo coste hace tiempo que superó en importancia a las reservas brutas de petróleo. La razón es que a medida que el uso del crudo disminuya por el crecimiento de otras fuentes renovables, ya no servirá tanto tener ingentes reservas como que se puedan extraer a un precio razonable y competitivo. Por ello, las grandes firmas de Estados Unidos están apostando con fuerza por la Cuenca Pérmica. También esa guerra de precios y costes, ya no tanto de reservas, les está otorgando cierta ventaja a los productores estadounidenses, de tal manera que se han ido convirtiendo en los amos del sector.
Una segunda ventaja es que las grandes firmas estadounidenses no se deben ni a los caprichos de un príncipe ni a las ínfulas megalómanas de una sociedad que ha vivido en las últimas décadas en el lujo exagerado. Ese es un punto de partida interesante. Hay que pensar que magníficos pozos como los de Ghawar tienen como precio de equilibrio los 1,8 dólares por barril, es decir, que por encima de ese precio todo es beneficio. No obstante, mantener la estructura deficitaria de un estado como el saudita necesita de un precio del barril por encima de los 70 dólares.
Una última ventaja para estos ‘nuevos’ amos del petróleo es que parece que realmente se han tomado en serio la descarbonización. Quizá por primera vez en su historia. En los últimos años, las grandes firmas de la industria han optado por respaldar tecnologías de energía limpia, como la captura y almacenamiento de carbono y la producción de hidrógeno, que encajan bien con sus habilidades de ingeniería en petróleo y gas. Eso, por ejemplo, no solo los pone por delante del 90% de las grandes firmas petroleras estatales del mundo, sino que ha sido mejor idea que los torpes intentos de sus homólogos europeos, como Shell y BP, en el suministro de electricidad con bajas emisiones de carbono.
En definitiva, las grandes firmas petroleras estadounidenses se han tomado realmente en serio la situación que atraviesa el sector. Su estrategia arranca con un claro objetivo de aumentar la oferta, en especial la que pueden generar a precios reducidos con la intención de frenar el poder histórico de los ‘petroestados’. Pero no se limita a comprar empresas y bombear más petróleo barato, sino que también establece una línea clara de negocio (algo que no siempre pueden hacer sus competidores) y profundiza a su vez en la descarbonización, que tanto demanda el mundo en general. Esas tres pautas son las que deberían afianzar a Wood, Wirth y Lance (y sus próximos sucesores) como los nuevos amos del petróleo y empezar a preocupar a aquellos que han monopolizado el sector durante décadas.