Andalucía: Una elección natural, naturalmente responsable
Una gran pasarela de madera desciende a medida que el azul intenso del océano Atlántico y el dorado de la arena lo envuelven todo. El camino deja entrever cómo la naturaleza lo domina todo. Un paseo flanqueado por vegetación de zarzas y romero, y que está vigilado por espigados pinos. Todo termina con la primera ola del gigante azul rompiendo en un fuerte estruendo. Una vez allí, solo queda contemplar y disfrutar de uno de los rincones más buscados a los pies de Doñana, en la llamada Playa Rompeculos (Huelva).
Ubicada entre el Poblado Forestal de Mazagón, el Parador de este enclave y el Camping Doñana, recibió su curioso nombre nada más y nada menos que en el siglo XIX. Una nomenclatura que hace referencia a un pequeño cauce irregular que rompió la línea de dunas y abrió el camino hacia la playa. Ahora, es uno de los lugares más reconocidos dentro de todo lo que ofrece el incomparable marco de Doñana. Un parque natural situado entre las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz que ya es un reclamo, tanto a nivel nacional como internacional.
Una fama bien merecida. Y es que los visitantes pueden perderse por los magníficos rincones del parque y descubrir en cada lugar un paisaje nuevo. La Playa Rompeculos es un buen ejemplo, pero no es la única conocida que atrae a cientos de visitantes: Los Enebrales, en Punta Umbría, es otro lugar escondido para los amantes de la naturaleza. Por último, una enorme lengua de arena que brota de la tierra como frontera natural al océano forma El Rompido, otra ubicación clave que esconde un entorno de pescadores que puede hacer retroceder al visitante varias décadas atrás.
Pero Doñana, como paleta de paisajes, es mucho más que esos enclaves playeros naturales. De hecho, es más conocida por ser un laberinto en el que los visitantes pueden perderse entre sus marismas, lagunas y caños, cotos y pinares, vetas y veras o dunas. Algunos enclaves que no se pueden dejar de visitar son las lagunas que se pierden en Bonanza, Gallega, Ribetehilos o El Lucio del Cangrejo. Unas áreas en las que descubrir sus otros encantos, como la fauna. Y es que el número de ecosistemas tan diversos es factor principal para que Doñana se constituya como un verdadero paraíso para las aves, en especial, las migratorias. Se esconden entre sus paisajes más de 120 especies. Más allá de las aves, que atraen a miles de turistas cada año, la fauna se completa con un número elevado de mamíferos que recorren los ecosistemas que componen el parque. El Estrecho es zona de tránsito de las grandes migraciones, no solo de aves sino también de fascinantes mamíferos marinos. Y en pleno corazón de Sierra Morena habita el esquivo y apreciado lince ibérico. El felino más grande de la península que, tras muchos años de conservación, parece recuperar su vida normal en estas tierras.
ANDALUCÍA, UNA NATURALEZA DIFERENTE
La oferta turística de Andalucía ligada a la naturaleza va todavía más allá. Así, el propio hogar del lince, Sierra Morena, ofrece junto a la Sierra Sur de Jaén uno de los enclaves para disfrutar de las noches estrelladas más reconocidas internacionalmente de España. En concreto, hasta 67 municipios andaluces forman parte de un exclusivo grupo de destinos que disfrutan de la certificación internacional Reserva Starlight, distinción auspiciada por la UNESCO que avala la calidad del cielo nocturno de los territorios y su idoneidad para la práctica de la astronomía y observación de las estrellas en unas condiciones óptimas.
Y pronto deberían ser más, ya que están en proyecto para su certificación como reservas y destinos Starlight la Sierra de los Filabres (Almería) y Sierra Nevada (Granada), entre otros. De hecho, ambos espacios naturales cuentan con dos de los principales observatorios astronómicos de la región, el Centro Astronómico Hispanoalemán de Calar Alto en la Sierra de los Filabres (Almería) y el Observatorio Astronómico de Sierra Nevada (Granada).
Andalucía ofrece una amplia muestra difícilmente comparable con su flora, su fauna, sus playas o sus noches estrelladas. Pero también con sus formaciones geológicas o sus apuestas por la ciencia y la cultura para comprender mejor el entorno que rodea al visitante. La región cuenta con formaciones rocosas y minerales singulares, fósiles de gran valor paleontológico y paisajes espectaculares. Además de cuatro geoparques reconocidos por la UNESCO: Granada, Cabo de Gata Níjar, Sierra Norte de Sevilla y Sierras Subbéticas. Y, a la vez, un turismo científico que cada vez está más al alza. De hecho, la oferta va desde conocer los secretos de la vida marina a visitar museos interactivos o realizar rutas geológicas como las del Parque Minero de Riotinto.
Por último, el turismo andaluz no puede dar la espalda a otro de sus recursos inagotables: la gastronomía. Aunque desde un punto de vista más novedoso e inédito. Más conocido como agroturismo, la región ofrece a sus visitantes experiencias tan variopintas como únicas: Aprender las labores del campo, elaborar quesos artesanales, recolectar miel, visitar almazaras, pasear por las dehesas donde se cría el cerdo ibérico, realizar rutas gastronómicas y asistir a mercados agrícolas locales. En definitiva, una inmersión en el mundo rural que vuelve a reflejar esa sintonía con la naturaleza, el medioambiente y la decidida apuesta de la región por la sostenibilidad.
Contenido ofrecido en colaboración con la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía.