Anna Castillo: «Más empatía, por favor»
Lo reconocemos, Anna Castillo es una de nuestras favoritas. Cada vez que la vemos en pantalla hace de nosotros lo que quiere, entregada a su personaje como si fuera un animal, sin artificios. ¿Cómo lo hace? Mejor que no se sepa y que su magia siga intacta. Hoy hablamos con ella por La vida era eso, una película que se estrenará en los cines el próximo 10 de diciembre y en la que comparte cartel con Petra Martínez (La que se avecina). Una preciosa historia dirigida por David Martín de los Santos.
¿Qué aprendiste de Petra?
Una de las cosas que más me hicieron pensar y me gustaron de Petra es la manera en la que vive la profesión, el respeto que le tiene, la energía que le dedica y, a la vez, cómo le da la importancia justa. Creo que la gente de mi generación piensa demasiado en su carrera. Aprendí mucho también de lo poco quejica que es, de cómo se divierte.
¿De los temas que toca la película, con cuál conectas especialmente?
Me gusta mucho esa parte poética del intercambio de energías entre personas que han tenido un encuentro especial. Y me interesa el tema de esa generación de mujeres que han sido y son silenciadas.
¿Qué es para ti la belleza?
Uy la belleza… Pensando en alto, diría que mis días más guapos siempre han tenido que ver con estar relajada. La belleza pasa por la serenidad y por la risa.
«La suerte es la no-lucha por estar en otro sitio»
¿Y la suerte?
Es sentir que estoy donde tengo que estar, es la no-lucha por estar en otro sitio. Es desear estar en el sofá con tus gatos comiendo spaguetti…
¿Tienes un ritual?
No, pero cuando le cuento a mi madre algo que me gustaría que me pasara, mi madre lo visualiza caminando con música y… ocurre.
«El confinamiento me ha enseñado a convivir mejor con el aburrimiento»
¿Has cambiado con la pandemia?
En el confinamiento aprendí a convivir mejor con el aburrimiento, que me daba mucha ansiedad, y eso ha sido muy importante para mí.
¿Te han ayudado tus gatos?
Mis gatos han hecho algo más importante: me han desbloqueado una fuerza de amor a seres más vulnerables. No me imaginaba que se podía querer tanto.
El último libro que te ha hecho pensar.
Panza de burro, de Andrea Abreu, me removió. Está escrito de una manera muy atropellada, como si la narradora fuera una niña de 10 años y a veces es muy desagradable. Habla de temas complicados y duros y lo hace de forma gráfica… También me ha flipado un libro de poesía de Esmeralda Berbel.
Tu prenda fetiche.
Unos vaqueros. Es lo que tiendo a comprar. También mi chupa de cuero, que me salva en muchas situaciones porque da otro rollo a todo. Por ejemplo, en un festival de cine, me la pongo con un vestido de raso.
Tu perfume y tu olor.
For Her de Narciso Rodríguez es mi perfume desde los 18 años. Aunque ahora tengo otro más, Gypsy Water de Byredo. Mis olores son el del desayuno y el del jazmín que hay en la entrada de la casa de mis padres.
Tu cosmético.
Para maquillarme, máscara de pestañas. Como crema, The Rich Cream de Augustinus Bader
«La felicidad tiene que ver con el mar, los seres queridos y un plato de arroz»
¿Cómo imaginas la felicidad?
Solo sé que tiene que ver con el mar, con estar con alguien a quien quieres y con comer un plato de arroz.
Algo innegociable en pareja.
La comunicación es la base. Y el respeto.
¿Pasión o estabilidad?
Si te vas a una, echas de menos la otra. He aprendido mucho de dejarme llevar por impulsos pasionales. Ahora mismo, valoro más la estabilidad y, sobre todo, la emocional.
Tu canción.
Aguas de marzo.
Tu deseo.
Más empatía, por favor.
Imagen de portada: Daniel Mayrit