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El verdadero influencer de moda al que todos (en más de una ocasión) hemos llegado a copiar

Marina Vazquez| 2 de octubre de 2024

Tachado de superficial y presuntuoso, el nombre de George Bryan Brummell tiende a pasar desapercibido en la historia de la moda. Él no fue diseñador, no se hizo famoso por conseguir que sus creaciones fuesen lucidas por la aristocracia o la alta burguesía, pero sí consiguió dictar tendencia en dichas clases.

Árbitro de la moda inglesa de la Regencia, Brummell -conocido bajo el seudónimo de Beau («El bello»)- fue uno de los instigadores del estilo dandi.

Esta estética, que surgió en el siglo XIX en Gran Bretaña y Francia, se caracterizó por introducir múltiples cambios en el armario masculino. Los cuales resultaron bastante atrevidos para la época: eran extremadamente refinados. Lo que rompía con la clásica monotonía del clásico traje de tres piezas.

Con su forma de vestir y una personalidad de lo más influyente no solo se convirtió en el primer dandi (al que pronto le siguieron Oscar Wilde o Charles Baudelaire, entre otros ilustres nombres) preparando el camino de la actual ropa de caballero, sino que, además, consiguió que la vestimenta que lucían las clases altas se convirtiera en un tema recurrente. Una pleitesía a las prendas de los armarios de los famosos que, hoy por hoy, sigue resultando familiar. Sin embargo, eso no es todo. George Bryan Brummell logró que las apariciones de los miembros de la realeza comenzasen a ser vistas y recordadas por sus atuendos, precediendo al actualmente conocido como “estilo royal”.

Su interés por la moda y consejos sobre cómo vestir favorecieron que estableciese amistad con el príncipe (y posterior rey, Jorge IV). Lo que derivó a ser nombrado consejero de etiqueta para él y la corte.

En qué consistió el estilo dandi y cómo triunfó

Si bien puede llegar a resultar común asociar el concepto o estilo dandi con la pomposidad o el auge hacia el estilo rococó, la realidad es que el perfeccionismo puntilloso que caracterizó al popular Beau Brummell se sustentaba y construía sobre una audaz sencillez.

Conectando el estilo rural del caballero inglés con la estética neoclásica de la época, el estilo dandi prescindió de los volantes y grandes adornos que décadas atrás se lucían.

Con ese cambio se buscaba ensalzar las virtudes de un cuerpo moldeado. Para ello, el propio Brummell creó un atuendo -siendo replicado en infinidad de ocasiones- constituido por solo cinco prendas.

Para empezar, la chaqueta cruzada cortada por encima de la cintura, moldeada en los hombros y rellena fomentando que el pecho pareciese más ancho, sumada a una camisa de lino inmaculadamente almidonada. El porqué de este efecto recaía en que así se conseguía proteger al lino de la suciedad mientras, además, se endurecía la tela.

Con la apuesta de ambas prendas lo que se pretendía era desviar la atención del torso hacia el tren inferior. De esta manera, los pantaloons (una combinación entre los calzones de la época con el actual concepto que se tiene de los pantalones) se convertían en el punto focal del traje. Una tarea que no ponía nada fácil el pañuelo anudado de manera laboriosa. En líneas generales, el pañuelo solía medir más de 30 centímetros y la clave estaba en hacer el número adecuado de dobleces para que encajase en el cuello de la camisa. Por último, en el atuendo de Brummell no faltaba el sombrero de copa omnipresente en el siglo XIX.

Una vestimenta que popularizó la combinación de pantalón, chaqueta y pañuelo que dio paso al actual traje moderno con corbata.

La (falsa) naturalidad que caracterizó a Beau Brummell

La influencia de Brummell sentó un precedente en la historia de la moda por múltiples razones. Para empezar, creó esa ‘obsesión’ por conocer cada detalle de las vestimentas que lucen los distintos famosos que, hoy por hoy, sustentan las páginas de las revistas especializadas en moda y tendencias.

Mientras que, por otro lado, buscó trasladar una aparente indiferencia hacia su aspecto, disfrazándolo de algo ‘natural’.

Un efecto que, de la misma manera, sigue estando arraigado en la forma de vestir o engalanarse para el día a día. De hecho, esa falsa representación natural favoreció que Coco Chanel sea conocida bajo el apodado de ‘Beau Brumell’. ¿Por que no? Principalmente, no se encontraba en sus diseños, sino en su apariencia. Al igual que el dandi buscaba tachar de natural un acabado de lo más artificioso.

La naturalidad artificiosa de Brummell

En el caso concreto de George Brummell, su apariencia ‘casual’ buscaba esconder las más de seis horas que tardaba en engalanarse. La audaz sencillez estaba precedida por su cabello rizado sin empolvar y levantado hacia el rostro, al estilo de las estatuas neoclásicas, sumado a su escrupuloso aseo personal.

Su atención al detalle le incitó a abrillantar sus botas con champán y, al vestirse, a desoír el tic tac del reloj mientras buscaba conseguir dar la forma deseada al pañuelo de su vestimenta.

Por último, la influencia de la que gozó contribuyó a que Londres se convirtiese en el centro de la sastrería masculina. Y no solo eso: acrecentó su popularidad. La misma que sirvió de inspiración, junto a la actitud dandi, a múltiples rostros famosos. Desde Mick Jagger, que abogó por ese estilo de trajes en la década de los 60 y 70, hasta Karl Lagerfeld. El diseñador llegó a establecer el pañuelo, el peinado y su vestimenta en una de sus muchas señas de identidad.

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