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Belén Rueda: «No sé muy bien cómo explicar el final de ‘Los Serrano’»

Jesús Casañas| 25 de noviembre de 2021
Fuente: Emilio Peredo para LAZONA

Belén Rueda llegó a nuestras vidas gracias a las cadenas privadas, allá por 1990. Tras pasar por programas como VIP Noche o La ruleta de la fortuna, su carrera interpretativa comenzó en series tan recordadas como Médico de familia, Periodistas o Los Serrano.

En 2004, Alejandro Amenábar le abriría las puertas del cine gracias a Mar adentro. Tres años más tarde, el éxito de El orfanato la convertiría en la scream queen de nuestro cine, protagonizando todo tipo de cintas de género: Los ojos de Julia, El cuerpo, No dormirás

Hasta tal punto que este año ha recibido el Gran Premio de Honor en el Festival de Sitges, a la vez que presentó allí su nuevo corto de terror, La inquilina. En cines, el próximo 3 de diciembre, la veremos cambiar de registro en La familia perfecta, una comedia coral donde comparte protagonismo con José Coronado, María Hervás y Gonzalo de Castro.

 

Tu carrera en el mundo audiovisual arranca a principios de los 90, en diversos programas televisivos, ¿en qué momento decides apostar por este sector, habiendo estudiado arquitectura?

Sí, hice dos años de arquitectura. Y también en paralelo -porque en esto se empieza desde muy joven-, hice la carrera de ballet clásico y español en el conservatorio. Mi madre era profesora de ballet y mi padre, ingeniero de caminos, con lo cual tenía ahí las dos ramas, las artes y las ciencias.

¿En qué momento? Siendo muy joven decidí irme a vivir a Italia, con lo cual dejé la carrera, y luego cuando volví abrí una pequeña escuela de ballet en el pueblo de San Juan de Alicante. En 1990 empezaron las privadas: Telecinco, Antena 3… Hice unas pruebas y entré en el programa VIP de Telecinco. Ahí empezó todo el tema de los programas.

Yo siempre estaba pensando en ficción. Ahora está muy implícita en nuestra memoria y en nuestro día a día, pero entonces no lo estaba, había muy pocas series. Había dos canales: Televisión Española y el VHS [risas]. Tengo unos cuantos añitos… ¡Había que levantarse a cambiar de canal! Cuando llegó el cambio, ya empecé a entrar en ficción. Lo primero que hice fue la serie de Periodistas. Empecé realmente en Médico de familia, pero era una serie que ya estaba empezada. Fue muy curioso, porque hubo una actriz que en el último momento dijo que no, cuando ya estábamos preparando Periodistas, y entonces entré en Médico de familia con el mismo personaje que iba a hacer en la otra, que todavía no estaba hecha, como fotógrafa de un periódico. Lo que pasa es que como a Emilio Aragón y a mí nos asociaban siempre, porque habíamos hecho durante muchos años el VIP, pensaron que iba a ser un personaje fijo. Pero tan solo hice cuatro capítulos y luego ya empecé en Periodistas.

 

Luego llegaron Los Serrano. ¿Crees que habrá algún tipo de revival?

¡No sé si con ese final que decidimos lo podríamos hacer! No sé muy bien cómo explicarlo… La única explicación que le puedo dar es que Los Serrano tuvo un recorrido muy largo, cinco años. Antes se hacían veinticuatro capítulos anuales, en vez de trece u ocho, o sea que llegamos a los ciento y pico. El último año de Los Serrano yo ya no estaba porque, después de Mar adentro, estuve haciendo mucho cine y teatro. De alguna manera querían cerrar la serie con todos los personajes que habían pasado por allí. Tampoco estaban ya Fran Perea ni Verónica Sánchez. La única manera de juntarnos a todos era hacer que fuera un sueño… ¡Pero cómo va a ser un sueño, si los niños han crecido! [Risas].

 

“Amenábar me abrió las puertas del cine”

 

En 2004, como comentabas, debutas en el cine con Mar adentro, que además te supone el Goya a mejor actriz revelación, ¿qué supuso para ti?

Pues imagínate… Actualmente a lo mejor no se ve de la misma manera, porque ahora ser actor es ser actor, da igual que hagas teatro, televisión o cine, pero en aquel momento había estigmas sobre los actores de televisión, como que no podían hacer cine. Alejandro Amenábar, que tiene muchísima personalidad en todos los sentidos, aparte de talento y mucho trabajo, se empeñó en que fuera yo, y de alguna manera me abrió las puertas del cine.

A partir de ahí, he tenido mucha suerte y tampoco he parado. Quiero decir que, para mí, fue una puerta para entrar en la gran pantalla. Fíjate que antes la cuestión era “ya has podido hacer cine”, como diciendo que la televisión es el salto a este. Ahora lo estamos viendo al revés, hay muchos actores, no solo españoles, de cualquier nacionalidad, que hacen unas series maravillosas. En ficción se están haciendo cosas muy potentes.

Escena de la película La familia perfecta. Fuente: Universal Pictures

En 2007 llega el éxito de El orfanato, ¿te lo esperabas?

Tengo una anécdota con esto muy curiosa porque Alejandro Amenábar no solo fue en su momento el director de Mar adentro y el que me abrió las puertas del cine, sino que seguimos manteniendo una amistad maravillosa y seguimos viéndonos.

Cuando empecé El orfanato, el estilo de visión del cine de Jota -Juan Antonio Bayona- se parecía mucho al de Alejandro, porque en aquel entonces se diferenciaba entre los directores europeos y los directores americanos. Ellos tenían una formación, también por la edad y por su educación audiovisual y cinematográfica, que mezclaba lo que suponía ser un director europeo, que parece que es hablar más de personajes y sentimientos, con el cine americano, que tiene un formato (en su momento, que ahora ya se ha mezclado todo) más comercial, más de acción. Ellos conseguían crear una forma de contar las historias que mezclaba las dos cosas, algo muy intimista y, al mismo tiempo, con un ritmo bastante vertiginoso.

Yo le dije a Jota, cuando estábamos acabando la película: “Esta película es preciosa, ¿a qué festival la vas a presentar?”, porque era una película pequeña realmente, y era su ópera prima, lo que pasa es que luego pegó el pelotazo. Se echó a reír y me dijo: “Belén, espérate que podamos estrenarla” [risas]. Después llegó todo lo que llegó, el Festival de Cannes nos dio un empujón muy, muy grande. No estaba dentro del concurso, pero después del pase de la película los aplausos fueron tan brutales que me acuerdo que Guillermo del Toro, que es muy grande y muy alto, cogió en su hombro a Jota, que es muy pequeñín. Fue muy emocionante, y ya pensamos: “Esta película anda sola”.

 

«El entusiasmo de los directores que hacen su primera película es brutal»

 

De hecho, a partir de El orfanato empezaste a hacer mucho cine de género: thriller, misterio, terror…

Sí, de hecho, este año he ido al Festival de Sitges para presentar un corto. Trabajé con muchos directores noveles, porque es verdad que el entusiasmo de los directores que hacen su primera película es brutal, más que muchas veces cuando vas cumpliendo una edad. En su momento, que no era tan mayor como soy ahora, y siempre, me han gustado porque te dan una visión diferente. Sobre todo la energía, la ilusión que se contagia a todo el equipo.

Este año he ido al Festival de Sitges porque hemos hecho un corto (La inquilina) con el que ha abierto la edición, ya sabéis que es un festival más centrado en el cine de género, y además me han dado el Premio de Honor que, por cierto, me hace muy feliz. Pero hubo un momento en que claro, como todas las películas que hacía eran de género, pasaron todas por este festival. Entonces el director, Ángel Sala, me dijo: “Oye, el próximo cartel vas a ser tú, eh bonita”.

Belén Rueda junto a José Coronado en una escena de La familia perfecta. Fuente: Universal Pictures

Por otro lado, el 3 de diciembre estrenas La familia perfecta, que es una comedia coral. Cambias un poco de registro…

Nosotros, los actores, cuando estamos haciendo algo durante un tiempo que se alarga, decimos: “Me gustaría tocar este otro tema”. Después del cine de género hice también drama, y me apetecía mucho hacer una comedia. Todo el mundo piensa que es mucho más fácil, pero es muy difícil dirigirla, tienes que tener un ritmo a nivel interpretativo… La primera comedia que hice en cine fue con Inés París, La noche que mi madre mató a mi padre (2016). Arantxa Echevarría como directora me encanta. Su primera película Carmen y Lola (2018) me parecía muy interesante. Luego cuando la he conocido es muy divertida, tiene muy claro lo que quiere y ha conseguido mezclar en La familia perfecta una historia en la que te ríes desde el principio porque se crean situaciones muy absurdas.

 

«Nunca es tarde para empezar a hacer aquello que te gusta»

 

Pero lo que me encanta de Arantxa es que, aunque haga drama, comedia o cualquier género, ella está muy anclada a la tierra, es muy auténtica. Consigue en la película tener situaciones en las que te estás riendo, pero al mismo tiempo son muy reconocibles y dan un punto de vista que me ha gustado mucho sobre la situación de muchas mujeres, a determinadas edades, en las que los hijos ya son mayores y, como en el caso de mi personaje, se han dedicado única y exclusivamente a la familia. De hecho, ella tenía una profesión antes de tener a su hijo, pero decidió motu proprio dejarlo todo por ser una familia perfecta, o lo que se considera que es una familia perfecta. Creo que la película es maravillosa porque rompe con estos esquemas en el sentido de “se va mi hijo porque ya tiene edad y ya tiene su propia vida”.

El marido no ha dejado nunca su trabajo ni su profesión y ella le ha ayudado siempre, y de repente se encuentra con un vacío muy grande por lo que necesita reencontrarse a sí misma, y parece que reencontrarse a sí misma es encontrar otra persona. Lo maravilloso de esta película es que se muestra a una mujer que dice “¿y ahora qué hago yo?”. Y no es ‘qué hago yo’ porque su matrimonio no vaya bien o porque su hijo tenga problemas o lo que sea. Todo va estupendo, pero dice: “No sé qué hago yo aquí. Quiero encontrarme conmigo misma”. Es la idea de que nunca es tarde para empezar a hacer aquello que te gusta. Lo que pasa es que eso produce un cisma en lo que, en teoría, tenemos por idea de familia, porque todo el mundo está acostumbrado a que tú estés en el lugar en el que estás, eres la mesa que está en el mismo sitio siempre. Cuando la cambias de lugar, dicen “oye, ¿por qué cambias esto?”. O todo el mundo se acostumbra a que la mesa cambia de sitio, o tienes que decidir romper con muchas cosas.

 

Foto de portada: Universal Pictures

 

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