Joe Biden: una semana electo y ya inmerso en su primera gran crisis
Joe Biden asumirá el cargo de presidente de los Estados Unidos de América en enero. Pero es probable que deba afrontar su primera crisis mucho antes de esa fecha. Al fin y al cabo, un país en plena descomposición social y en mitad de una pandemia no espera a nadie.
La legislatura de Biden estará marcada, principalmente, por dos grandes retos: en primer lugar, una terrible crisis económica provocada por la pandemia. En segundo lugar, el profundo cambio tecnológico que se está afianzando en el panorama empresarial. El gran contratiempo para el próximo presidente de EEUU es que ese primer desafío, pronto será un problema tan real como alarmante.
De hecho, la pandemia parece haberse descontrolado más que nunca en el país. Así, EEUU ha batido récord históricos de contagios día tras día a lo largo de la última semana. Solo el pasado jueves 12 de octubre se rebasaron los 160.000 casos, una semana antes habían sido 100.000. El fuerte crecimiento de las infecciones ha provocado que el número de hospitalizaciones supere ya el pico de primavera. Una panorama desolador que inevitablemente ejercerá presión sobre el último factor, el único que se ha mantenido bajo control, como es el número de muertes.
En definitiva, la situación se ha vuelto tan inquietante que irremediablemente afectará a la economía del país. Así, los expertos auguran una fuerte contracción en el gasto en consumo -ya sea por nuevas restricciones o por el miedo de los ciudadanos a salir de sus hogares- de los estadounidenses en las próximas semanas. Un impacto que se hará sentir, de nuevo, en un incremento del desempleo, de las necesidades de las pequeñas empresas (principalmente) y de las quiebras de estas mismas.
BIDEN, CUENTA CON UNA BALA DE PLATA
Por ello, EEUU necesita una respuesta contundente. Con Donald Trump obsesionado todavía con el proceso electoral, debe ser Biden quien dé un paso adelante. Pero no será sencillo y obligará al demócrata a tener que implementar su arma secreta, un proyecto de ley de “recuperación” con fondos por varios billones de dólares, antes de tiempo. Con ella, se podría extender las ayudas por desempleo, como ya se hizo en primavera, hacer llegar pequeños créditos y ayudas a las empresas más pequeñas del país e inyectar fondos en los pequeños gobiernos locales que se han visto desbordados por la pandemia.
Pero poner en marcha un plan de ese calibre de forma acelerada tiene muchos riesgos. Así, Biden debe convencer a un Congreso poblado de republicanos con poca predisposición de que dichas medidas son imprescindibles. De hecho, lo más probable es que aunque se aprueben, el importe final sea mucho más modesto.
Un contratiempo importante, dado que esa misma bala debe servir también para apuntalar a la economía estadounidense en los próximos años, a través de inversiones en infraestructuras y renovables. En definitiva, Biden ya se enfrenta a su primera crisis decisiva incluso antes de poner un solo píe en la Casa Blanca.