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El advenimiento de la segunda generación bancaria: Caixabank 2.0

Ángel Sánchez| 27 de marzo de 2021

El sector bancario español arranca una nueva era. El sí institucional a Caixabank para la absorción de Bankia ha alumbrado a un gigante como España no había contemplado antes. Una entidad descomunal, con 623.000 millones de activos prácticamente solo en el país, con vocación plenamente digital y con la fuerza suficiente para ejecutar el mayor recorte de empleos y cierre de sucursales de la historia. Pero solo es un nuevo comienzo porque la firma resultante, Caixabank 2.0, no es más que el origen de algo más grande.

Charles Darwin dibujó el pasado, presente y futuro de los seres vivos en la que quizás es una de sus frases más famosas: «No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, tampoco la más inteligente. Es aquella mejor se adapte al cambio». Aunque lo que no se imaginaba el genial biólogo es que esa premisa sería igualmente válida para los entes inertes como las empresas y bancos. Al fin y al cabo, la carrera hacía delante que han emprendido Caixabank, y otros tantos en el sector, busca esencialmente aclimatarse a esos cambios para que no se los lleve por delante.

Durante siglos, la banca ha funcionado de forma idéntica. Así, los planes de negocio de las entidades hasta hace muy poco eran similares a los que tenían, por ejemplo, los primeros bancos en el cinematográfico ‘Salvaje Oeste’. La hoja de ruta pasaba simplemente por abrir cuantas más sucursales mejor para ofrecer sus servicios. Unas prestaciones que, incluso, siguen siendo parecidas, como la custodia de los ahorros, la extensión de crédito o el uso de la ventanilla para retirar o transferir dinero.

 

EL ADIOS A LA BANCA PRIMIGENIA

Pero esa banca primigenia, o de primera generación, se ha ido volviendo cada vez más anticuada. Y, lo más importante, menos rentable. Un hecho que se demuestra en la lastimosa travesía por el desierto que ha protagonizado el sector en Bolsa. Y, además, también porque ahora los nuevos planes maestros de los gigantes no se sostienen sobre la apertura de miles de nuevas sucursales, sino más bien todo lo contrario. La hoja de ruta de la práctica totalidad de las entidades que hoy todavía siguen en pie pasa por cerrar oficinas, reducir plantilla e invertir en el nuevo paradigma de la sociedad: el canal digital.

Aunque no es tan fácil. En primer lugar, porque hay todavía muchos clientes que siguen ligados al canal físico, de tal manera que si las firmas ejecutan un cierre generalizado de todas sus actuales sucursales implicaría un éxodo de sus usuarios a otras entidades. En segundo lugar, porque lograr una digitalización plena del negocio requiere de unas inversiones muy potentes y de una cultura, arraigada tanto en la propia plantilla del banco como en la sociedad, tan ágil como orientada a ese objetivo digital.

El reto ahora es alcanzar un equilibrio entre ambos condicionantes, lo que podemos llamar una fase intermedia o segunda generación. Una nueva etapa en la que las entidades todavía mantienen un número relativamente alto de sucursales físicas que se van cerrando, mientras que se adentran a la cultura digital. Ese es el objetivo que tiene la creación de la nueva Caixabank (el 2.0), un puente hacía una Caixabank totalmente online (3.0). Al final, la clave es poder competir de tú a tú con los actuales gigantes que dominan el mundo digital -las Big Techs- una vez que el canal digital se vuelva preponderante.

 

EL PARADIGMA DE LA SEGUNDA FASE: CAIXABANK 2.0

De hecho, la propia entidad catalana lleva años advirtiendo entre los riesgos que amenazan su negocio de la llegada de tan temidos oponentes. Una terrorífica profecía para la que la absorción de Bankia es el movimiento defensivo ideal. Una operación que es clave porque permite acelerar de forma exponencial, a la vez que asegura su éxito, esa transición entre la primera y la tercera etapa. Además, la nueva Caixabank 2.0 es un player tan desafiante para el resto del sector que les obliga a actuar para no quedarse atrás.

En primer lugar, porque la absorción es la forma más eficiente de desenredar el nudo gordiano de la guerra de desgaste en la que unas y otras entidades llevan batallando años. Así, no solo se trata de que el cierre de muchas sucursales que están relativamente cerca, lo que se llama encaje geográfico, permite acelerar las eficiencia sin perder clientes, sino que al ser una entidad más grande también tiene más capacidad para prolongar (y sacar ventaja) en esa feroz contienda.

Los números hablan por sí solos. Así, el reto para la nueva entidad resultante será mantener los 20 millones de clientes que suma en la actualidad con unos hipotéticos 38.000 empleados y 3.400 sucursales, si se asumen unas 8.000 salidas y el cierre de 2.600 oficinas. Con esas cifras, Caixabank lograría tener una ratio de un empleado por cada 526 clientes frente 1/ 340 de BBVA o 1/518 de Banco Santander. En otras palabras, lograría ser mucho más eficiente y, a su vez, más rentable.

 

BANKIA, EL SOCIO PERFECTO GRACIAS A SU EXCESO DE CAPITAL

En segundo lugar, la operación permite incrementar notablemente la capacidad de inversión de cara a alcanzar la tercera fase por dos razones. La más obvia es por tamaño. Así, los desembolsos en concepto de digitalización son considerados costes fijos, esto es muy importante porque significa que se reparten entre los clientes y, al ser más grande, las cuentas salen mejor. En el caso solo español, la nueva Caixabank repartiría sus costes entre sus 20 millones de clientes, mientras que BBVA lo hace entre diez millones. La diferencia es tan notable que, por ejemplo, ha empujado al Santander a englobar todos sus clientes en Europa bajo una misma plataforma.

Pero hay otra igualmente importante intrínsecamente al hecho de que la elección haya sido Bankia: el exceso de capital que posee. Así, el sobrante de dinero que posee la entidad nacionalizada no solo permite acometer ese ajuste de cierre de oficinas y salidas dicho anteriormente, sino que también permite mantener o incluso incrementar las inversiones en digitalización. De hecho, la firma absorbida por Caixabank contaba con el ratio de capital de máxima solvencia, conocido como CET 1, más alto de España y casi de Europa.

En definitiva, el advenimiento final de la nueva Caixabank 2.0 abre la nueva era de transición para la banca española quieran o no el resto de entidades. Así, su capacidad para vencer en la guerra actual conservando el músculo necesario para seguir invirtiendo en el canal digital no tiene parangón en España. Por ello, otras han dado (o intentado dar) el paso adelante de cara a adaptarse a esos cambios que están ya aquí.

Y lo peor no es que la era de los dinosaurios haya acabado, sino que en el horizonte están apareciendo auténticas naves espaciales de guerra. Los bancos, quieran o no, tienen que rearmarse para una batalla de la que no pueden escapar. El tiempo nunca había sido tan corto para evolucionar y adaptarse a un entorno tan hostil si se quiere sobrevivir.

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