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Cajamar e Ibercaja, hundidas a grado «especulativo», reavivan la pesadilla de las cajas

Pedro Ruiz| 8 de julio de 2022

“Alto nivel especulativo”. Así define la agencia de calificación S&P Global (antes conocida como Standars & Poors) el rating crediticio de Cajamar e Ibercaja. En concreto, la firma encargada de escudriñar la solvencia de las compañía les otorga una nota de B en el corto plazo. Un nivel que implica riesgo, aunque todavía controlado. Pero lo peor es que llevan instalados en ese escalón unos cuantos años sin apreciar grandes mejoras. Un escenario más que preocupante si se tiene en cuenta que la economía europea y española se deterioran a un ritmo vertiginoso.

Y es que los próximos meses prometen ser muy exigentes para la banca. También pueden traer sustos importantes. Sin ir más lejos, en los últimos días, los seguros por impago del gigante suizo Credit Suisse (denominados CDS) alcanzaban los niveles no vistos desde el 2009. La italiana Unicredit sigue reestructurando su negocio para evitar un posible colapso, después de varios sustos. Además, los inversores han empezado a poner la lupa con preocupación sobre entidades como Banco Sabadell o BBVA. Los ojos están puestos en los grandes, pero los problemas siempre suelen empezar en los pequeños.

De ahí que valga la pena revisar la situación de las antiguas cajas de ahorros, ahora muchas ya reconvertidas a bancos. Más si cabe, tras los dolores de cabeza que llevan provocando desde hace ya muchos años. Así, se puede comprobar que algunas de ellas han evolucionado muy favorablemente, por ejemplo, Kutxabank o Abanca. Mientras, otras como Cajamar o Ibercaja no solo no han mejorado sus cifras, sino que las agencias de calificación advierten sobre ellas. En especial, porque están muy expuestas al ciclo económico y este, en España, se está deteriorando.

 

LA ECONOMÍA SE DETERIORA: PROBLEMAS PARA LOS BANCOS

Un rápido repaso a la situación actual —y a lo que podría venir próximamente— puede servir de aviso. Empecemos a nivel corporativo. Las empresas se enfrentan a un escenario tan exigente como casi destructivo. La inflación de costes aparece por todas partes, desde las materias primas a la mano de obra o la energía. Además, se enfrentan a la peculiaridad de que en los próximos meses verán como vencen las moratorias de sus créditos ICO. A eso se le añade un crecimiento vertical en el coste de la deuda, con el euríbor disparado.

 

Ibercaja
Sucursal de Ibercaja

 

Ante ese escenario, las empresas han podido responder a través de subidas precios. La capacidad para trasladar sus costes más elevados a los consumidores ha sido alta en estos meses, gracias a que la economía todavía está recalentada. Pero a medida que el deterioro económico se vuelve mayor, esa capacidad se reducirá drásticamente. Al final, muchas de ellas pueden verse atrapadas entre esos costos mayores y una caída del consumo. Para entonces, el crédito otorgado a pymes y grandes empresas empezará a sufrir, y con ello, los balances bancarios.

Pero además, eso pasará también con los particulares. La otra pata del balance de los bancos más pequeños. Al fin y al cabo, los consumidores asfixiados por los altos precios, unos salarios que no van a crecer en igual cuantía y unas deudas cada vez mayores auguran un aumento de la morosidad. También queda esa parte del ciclo en la que menos consumo es menos empleo y, a su vez, mayores impagos. Obviamente, ese es el peor de los escenarios, pero los dirigentes europeos ya hablan de “economía de guerra”. Incluso el Gobierno español ha reconocido que vienen meses “difíciles”.

 

LAS DEBILIDADES DE CAJAMAR E IBERCAJA 

Así, la pregunta obligada es: ¿Cómo pueden responder algunas de las cajas (Cajamar o Ibercaja) que se han quedado descolgadas? La respuesta es que lo tienen difícil.

“La concentración regional de Ibercaja, el mayor peso de las hipotecas de menor rendimiento y la sólida estructura operativa limitan su capacidad de ganancias y competitividad en relación con sus pares. Junto con un entorno operativo aún desafiante y la necesidad de continuar invirtiendo en la transformación digital para seguir siendo competitivos, esto seguirá presionando su ya débil rentabilidad”, opinan desde S&P Global acerca de la entidad aragonesa.

Para el caso de Cajamar, la situación parece algo más difícil. La propia S&P Global, que dejó en el escalón B a la firma allá por los peores momentos de la pandemia, no parece haber cambiado de opinión. La agencia de calificación consideraba (y considera) que la rentabilidad de la entidad era limitada, principalmente debido a su alta base de costes. Un reflejo de su gran red de sucursales, incluso en áreas rurales remotas. Asimismo, preveía para el grupo una mayor presión como resultado de la pandemia debido a las mayores provisiones y a unos menores ingresos por comisiones.

 

Cajamar
Evolución de las calificaciones crediticias de Cajamar.

 

Ahora, la pandemia parece haber pasado, pero alguno de sus efectos económicos (los impagos en los ICO) empezarán a reflejarse en el balance. Pese a todo, ambas firmas, como otras muchas españolas, cuentan con muchas más fortalezas que hace años. En especial, en forma de mayores niveles de capital y un balance más sólido, con menos activos de riesgo. “Su capitalización se ha fortalecido gradualmente y debería resultar resistente a un entorno económico más duro”, señala también S&P sobre Ibercaja. Por su parte, Cajamar cuenta con un colchón de capital de máxima seguridad entre los más altos del sector.

 

CAJAMAR E IBERCAJA: EL PROBLEMA ESTÁ EN LA RENTABILIDAD

Obviamente eso ayuda. De hecho, es vital para no vivir sustos como en el pasado. Pero muchas veces no es suficiente. De hecho, en el momento de su caída, Banco Popular mantenía unos niveles de capital mucho mayores que otros bancos españoles y no sirvió de nada. Al final, cuando el escenario se degrada en exceso, la mora sube por encima de los dos dígitos, es muy difícil reconducir la situación. Todavía es peor cuando el banco es pequeño, ya que tiene menos capacidad para acceder al mercado interbancario, que es como el sistema circulatorio del sistema financiero.

Otro problema, y por el que realmente las agencias no han mejorado la calificación de Ibercaja o Cajamar, es su pobre rentabilidad. De hecho, el ROE, la principal medida de la rentabilidad de banco (beneficios entre fondos propios) de ambas, se ha situado sistemáticamente por debajo del 5% en el último lustro. Incluso antes de la pandemia. La previsión para las dos entidades era mejorarlo en los próximos años, pero el deterioro de la economía (y la necesidad de más provisiones) podría volver a limitar ese indicador un par de años más.

Lo anterior es un problema porque se produce un deterioro continuado del banco. Por normal general, cualquier empresa debe lograr una rentabilidad superior al coste de capital (situado entre el 9 y el 10%); si no, está en problemas. Por ello, se mirará con lupa la evolución de ambas firmas. Y es que a un banco se le pueden exigir muchas cosas a través de la regulación, pero no que sea más rentable. Eso forma parte del modelo de negocio y en el caso de Ibercaja y Cajamar no parece funcionar excesivamente bien durante las expansiones. Quizás en unos meses será el turno de ver cómo se desenvuelven durante una recesión. Aunque las expectativas, por ahora, no son buenas.

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