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Canciones que hablan del mal rollo entre la banda

Jesús Casañas| 20 de octubre de 2018

Nunca sabe uno de dónde le va a venir la inspiración, y las cosas hay que sacarlas del cuerpo que si no se hacen bola. Aunque sea para hablar mal de tu compañero de grupo o dejar constancia de los momentos difíciles que atraviesa la formación, muchos compositores han despachado a gusto los sentimientos negativos que había entre los integrantes de la banda en sus letras.

 

Cuando Johnny Ramone (guitarrista y de derechas) le robó la novia (la filántropa Linda Danielle) a Joey Ramone (cantante y de izquierdas), este se desahogó escribiéndole el tema ‘The KKK took my baby away’ (El Ku Klux Klan se llevó a mi chica). No volvieron a hablarse, a pesar de que siguieron años con los Ramones.

Se publicó dentro del disco Pleasant Dreams en 1981, y la banda se disolvió en 1996. Lo que tenían que decirse el uno al otro en esos quince años se lo decían al batería.

 

https://www.youtube.com/watch?v=hT1OKo1rT84

 

En nuestro país también encontramos algunos casos. La tensión entre los miembros de Héroes del Silencio (especialmente entre el guitarrista, Juan Valdivia, y el vocalista, Enrique Bunbury) ya se dejaba notar cuando entraron a grabar su tercer disco de estudio, El espíritu del vino, donde el cantante hablaba del distanciamiento respecto a sus compañeros en ‘La herida’: “¿Qué hay en dos amigos cuando, después de todo, parecen perdidos y prefieren a otros?”.

Las eternas giras habían empezado a hacer mella entre los zaragozanos, y los gustos musicales comenzaban a ir en direcciones diferentes: Valdivia se entregaba a la distorsión y los riffs tipo Guns N’ Roses, y Bunbury mostraba el interés por las músicas del mundo (en este disco en concreto, las de Oriente) que marcaría su carrera en solitario. La canción se lanzó en 1993, y tres años después la banda se separaría tras publicar su siguiente y último disco de estudio, Avalancha.

 

 

En las filas de Leño también hubo tensiones con la letra de ‘¿Dónde está la salvación?’, en la que Rosendo Mercado le daba su particular repaso a la religión con frases como “Hubo un Cristo nos han dicho, como hubo un Salomón. Hoy lo buscan en un nicho, ¿dónde está la salvación?”.

El mensaje no sentó bien a alguno de los otros dos miembros del trío (Ramiro Penas a la batería y Tony Urbano al bajo) y causó resquemor. Rosendo comentaba la jugada en ‘Apágalas’, que se publicó en el mismo disco (Más madera, 1980): “Cuando tu religión te pone en un compromiso y no sabes qué decir, si Dios o el mismo diablo o el sol o el infinito, o prefieres no vivir”. No obstante, liberaba tensiones en el estribillo con su habitual y saludable buen hacer invitando a olvidar los malos rollos (a los que se refería metafóricamente como “luces”): “Apágalas, apágalas y enciende un cigarrillo, su luz puede valer. Apágalas, apágalas y enchufa el infernillo, caliéntate los pies”.

 

 

Cuando entraron a grabar ¿Dónde están mis amigos? Extremoduro andaba sumido en mitad de la denominada Época del Caos: formación inestable en sus filas, excesos de todo tipo y conciertos improvisados en los que a Robe se le podía olvidar la letra o le podía dar por abandonar el escenario en cualquier momento (el VHS en directo Nos tiramos a joder es una buena muestra de ello).

A nivel personal, Roberto Iniesta se había separado de su mujer y sus hijos, y vivía en una caravana a medio camino entre Madrid, Bilbao, Burgos y Barcelona, donde llegó a recibir una paliza a manos de los músicos de la banda paralela que formó, Q3. Toda aquella sensación de soledad y desarraigo hasta en el seno del grupo se refleja desde el título del disco hasta las letras de todas sus canciones, especialmente en el tema ‘Sin Dios ni amo’: “Voy a dejar esta ciudad, no me pienso despedir, de la gente hace ya tiempo estoy ausente”. Tiempo después el propio Iniesta lo comentaría en una entrevista: “Era una época un poco jodida. Hay bastante de lo que llevaba dentro sacado para afuera. Andaba un poco perdido de tanto viajar”.

 

 

En la maravillosa Vivir es fácil con los ojos cerrados, el entusiasta profesor Antonio San Román (encarnado por el bueno de Javier Cámara) enseña inglés a sus alumnos con las letras de The Beatles. Cuando pincha ‘Help!’ les hace la siguiente reflexión: “Habla del éxito. De la soledad del éxito. ¿Por qué pediría ayuda alguien que vende miles de discos y que actúa delante de miles de personas? ¿Por qué necesitaría alguien volver a ser normal?”.

Nadie podría explicar mejor el significado de este tema de John Lennon, al que no tardaría en pasársele por la cabeza dejar el grupo y que sirvió para dar título al quinto álbum de estudio de los fab four. Era 1965, y andaban sumidos en giras interminables donde el insuficiente equipo de sonido no era capaz de sonar por encima de los gritos de las fans. Un año después dejaron de tocar en directo y se dedicaron solamente a grabar discos de estudio.

 

 

En plenos años ochenta los integrantes de Guns N’ Roses estaban entregados a todo tipo de excesos. La heroína era el más adictivo y destructivo de todos, como describió Izzy Stradlin en ‘Mr. Brownstone’, el primer single de su disco debut, Appetite for destruction: “Hemos estado bailando con el señor Piedramarrón, ha estado llamando, no me va a dejar solo”.

A ‘Mr. Brownstone’ le culpaban también de sus habituales retrasos a la hora de tocar: “El concierto suele empezar a las siete, subimos al escenario hacia las nueve”. Consiguieron superar su adicción todos los miembros menos el batería Steven Adler, excusa con la que el cantante Axl Rose le despediría en 1990.

 

 

 

Jesús Casañas

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