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La cara B del ‘delivery’. Estos son los efectos negativos de pedir comida a domicilio

Miguel Ángel Ossorio Vega| 7 de julio de 2022

Tener millones de restaurantes al alcance de la mano es una gran ventaja y una comodidad para los consumidores que quieren pedir comida a domicilio. Pero hay algunos aspectos negativos que solo se pueden ver cuando se estudia en profundidad la cara B del delivery.

Aunque pedir comida a domicilio ya era una práctica muy extendida en España y en el resto del mundo, la pandemia demostró que se puede seguir disfrutando de nuestras comidas favoritas sin salir de casa. Solo hace falta un smartphone con las aplicaciones correctas, una tarjeta de crédito y algo de paciencia hasta que llega el repartidor.

El sector del delivery está valorado en más de 110.000 millones de dólares. Se calcula que cerca de mil millones de personas realizan al menos un pedido online cada año, con un gasto medio de 92 euros. Unas cifras de récord que se reparten apenas unas cuantas compañías.

 

EMPRESAS DE REPARTO A DOMICILIO LÍDERES

La magia de internet es que casi cualquiera puede tener su negocio. Es más, existen cientos de aplicaciones de reparto, aunque cada vez más van quedando bajo el control de unas pocas, que son las que realmente juegan un papel relevante en este competitivo sector.

Como líder indiscutible a nivel mundial, se encuentra Delivery Hero, un gigante alemán valorado en más de 17.000 millones de dólares. Cuenta en su aplicación con medio millón de restaurantes repartidos en 40 países. En 2022, Delivery Hero desembolsó cerca de 2.300 millones de euros por el 80% de las acciones de Glovo.

La startup española fundada por Óscar Pierre sigue manteniendo su nombre y sigue siendo una multinacional presente en 1.300 ciudades de 25 países. Quizá Delivery Hero ha decidido mantener su operativa bajo el logo tradicional por una cuestión de reconocimiento de marca. No así por prestigio, pues Glovo se ha visto envuelta en diversas polémicas por la situación laboral de los riders.

Lejos de Europa, concretamente en Asia, Food Panda es el actor principal de este sector. Food Panda cuenta con unos 80.000 repartidores en 250 ciudades de países como Pakistán. Y es otro brazo de Delivery Hero.

Y, como siempre, si a un sector se le puede sacar dinero, siempre habrá una empresa americana dispuesta a comerse el mercado. En el segmento de aplicaciones para pedir comida a domicilio encontramos Uber Eats, una especie de spin-off del líder mundial del transporte urbano.

Uber Eats ha crecido a base de fagocitar empresas de la competencia y, aunque la pandemia mejoró considerablemente sus resultados financieros, aún está lejos de ser rentable.

 

NO TODAS LAS EMPRESAS SON CAPACES DE SOBREVIVIR

El mundo empresarial es muy competitivo y muchas veces es difícil sobrevivir entre gigantes. Las empresas pequeñas y medianas solo tienen dos horizontes. En el mejor de los casos, serán compradas por una más grande, sus fundadores ingresarán una buena cantidad de millones y podrán dedicarse a vivir la vida como millonarios.

En el otro extremo, se verán forzadas o bien a cerrar definitivamente o bien a salirse de determinados mercados. Este ha sido el caso de Gorillas, que tuvo que despedir a la mitad de su plantilla en Berlín y recientemente ha anunciado una fuerte reestructuración en España.

 

PEDIR COMIDA A DOMICILIO NO SIEMPRE ES BUENO

Pese a todas las ventajas que puede tener para los consumidores (y hosteleros) este modelo de negocio, pedir comida a domicilio tiene consecuencias nefastas para el planeta.

En primer lugar, de preparar millones de raciones de comida en envases de plástico que no serían necesarios si los clientes se desplazasen al restaurante. Los hosteleros se afanan, además, porque sus envases sean suficientemente vistosos y cómodos. Ese envase representa al restaurante y el cliente ha de llevarse una muy buena impresión para repetir.

Por otro lado, la comida no llega a nuestros hogares volando -de momento-, si no que lo hace gracias a cientos de miles de repartidores que recorren las calles. En Europa, los riders generalmente se mueven en bicicletas, tradicionales y eléctricas, por lo que su impacto medioambiental es prácticamente nulo. Pero en las grandes urbes asiáticas, los repartidores se desplazan en motos, generalmente con unos cuantos años de antigüedad, cuyas emisiones son bastante perjudiciales.

En algunas ciudades de Estados Unidos ya se está probando el reparto a domicilio usando pequeños drones o robots, por lo que, en un futuro próximo, la gran mayoría de repartidores verán cómo una máquina les quita su forma de ganarse el sueldo.

 

COCINAS FANTASMA EN EL CENTRO DE LAS CIUDADES

Los barrios tradicionales también están viviendo una transformación. Muchos restaurantes han descubierto que su negocio es rentable únicamente gracias al delivery y, por eso, han decidido eliminar el comercio físico. En lugar de un restaurante a pie de calle, ahora encontramos una puerta cerrada que da acceso a una dark kitchen, una cocina industrial en la que los empleados se afanan por preparar pedidos de comida a domicilio. En la puerta, decenas de repartidores esperando la comanda.

¿Y por qué deciden instalar las cocinas en el centro de las ciudades? Por una simple razón logística. Los pedidos vienen de las ciudades, por lo que, al hacer el reparto desde el propio barrio, el tiempo de entrega es menor y la satisfacción del cliente, mayor.

Definitivamente, pedir comida a domicilio ha cambiado nuestros hábitos y los de los restauradores. Lo que antes era una práctica puntual, ahora se ha convertido, en muchos casos, en el día a día de muchos hogares que prefieren pedir comida antes que cocinar.

En ocasiones más barato, más rápido, pero no siempre tan bueno para el medio ambiente ni para la salud, pues muchos de estos restaurantes están clasificados como fast food. Como todo en la vida, todo es bueno con moderación. Incluso la comodidad del restaurante en casa.

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