China está construyendo un tramo de 2 kilómetros de autovía solar. Este segmento de autovía contará con paneles solares para alimentar a los edificios cercanos, y sus constructores esperan, que en un futuro, se pueda alimentar (mediante transmisión sin cables) a los coches eléctricos que circulen por ella. La carretera está siendo construida cerca de la ciudad de Jinan, de siete millones de habitantes.

Esta autovía fotovoltaica consta de tres capas. La primera es de una especie de hormigón transparente, similar al asfalto. Bajo ella, se encuentran los paneles solares que obtendrán la energía del sol. Debajo de los paneles hay una capa final de aislante para proteger a las células fotovoltaicas. Además de su función principal de generar energía, el calor que almacenan los paneles se puede usar para derretir la nieve que pudiese interrumpir la circulación.

En 2014 se abrió la primera carretera solar del mundo en los Países Bajos, por lo que la idea no es nueva. Aún así, encaja perfectamente con la actitud de China hacia la energía solar, que se ha visto magnificada con la apertura de las mayores centrales solares del mundo. Uno de los mayores problemas de China es la contaminación, y precisamente Jinan es una de las ciudades más contaminadas del país asiático. Tanto, que la tasa de mortalidad ha crecido casi un 6%. El proyecto se presenta como un test, para estudiar la viabilidad de llevarlo a gran escala.

La idea de las carreteras solares ha sido vista con escepticismo, pero el método propuesto era añadir simplemente paneles solares al asfalto. El modelo de protección ideado en China, compuesto de tres capas, podría dar con la solución. Los defensores de las energías renovables mirarán con esperanza los resultados de este tramo de carretera en Jinan, pues si funciona (y es rentable) podemos esperar que el modelo se empiece a exportar.