Skip to main content

Cisco García: «En la vida hay pocas cosas que son irreversibles»

Miguel Ángel Ossorio Vega| 14 de enero de 2025

Cisco García es abogado, atleta paralímpico, conferenciante, escritor, influencer… Las etiquetas no van con este divertido cordobés que hace casi diez años, mientras practicaba su deporte favorito, sufrió un accidente que lo dejó en silla de ruedas. Lejos de venirse abajo, hizo un durísimo trabajo, sobre todo mental, para asimilar una situación que ahora no le impide llevar una vida totalmente normal, lo que le ha convertido en un ejemplo de vitalidad y superación que encandila al mundo. Hablamos con él. Y es un privilegio poder conocer a gente con una luz tan especial y potente como para iluminar a cuantos se cruzan en su camino.


¿Cómo era tu vida antes del accidente? 

Yo trabajaba como abogado, en un despacho del que era socio, en Córdoba. Hacíamos muchas compraventas con británicos y extranjeros. Llevaba una vida muy activa. Viajaba mucho, hacía mucho deporte… Era una vida soñada para mí. 

Y con dinero. 

Sí. Fui el primero de mis amigos que se compró un piso en Córdoba. También llevaba un año y medio con mi novia, quien ahora es mi mujer. 

En 2015 sufriste un grave accidente. ¿Qué sucedió? 

Fue el 28 de diciembre de 2015 y estaba haciendo snowboard, que era mi gran pasión. Llevaba once años yendo con mis amigos en Navidad a Austria a hacer ‘snow’. Fue al dar un salto… Llevaba una tabla nueva, pero era un salto que ya había hecho muchas veces, sin ningún truco. Entré un poco despistado y caí, rebotando hacia arriba porque había poca nieve ese año. El dolor pasó a un segundo plano cuando intenté levantarme y vi que no me podía mover. Ahí fue cuando supe claramente lo que había pasado. Llamamos a un amigo y me llevaron en helicóptero, pero ya no recuerdo nada, salvo entrar por el pasillo del hospital rodeado de gente hablándome en otro idioma y cortándo me la ropa con unas tijeras. Lo recuerdo muy borroso. Desperté en la UCI tras una operación, porque se me movió una vértebra con el golpe y me tocó la médula. En la operación me colocaron de nuevo la vértebra en su sitio. 

Pero ya habías sufrido daño medular. 

Sí. Ya no había vuelta atrás. Aunque me dijeron que había que esperar unos tres meses a que bajara la inflamación de la médula para ver el daño real. Al despertarme en la UCI es cuando fui consciente y pensé en cómo me había jodido la vida en un momento. Era ya irreversible. Y en la vida hay pocas cosas que son irreversibles: si te echan del trabajo o te deja tu marido, puedes encontrar otro. Pero esto es como traspasar una puerta de la que no podrás volver atrás en ningún momento. 

¿Cómo te empezaste a mentalizar de que a partir de entonces las cosas iban a ser diferentes? 

Cuando llegué al Hospital de Parapléjicos de Toledo me dijeron eso de esperar tres meses, pero ves que no vas teniendo avance y que no puedes hacer nada por ti mismo: te tienen que vestir, pasarte de la silla a la cama, cambiar te la postura por la noche… Son los más duros, pero la esperanza por recuperarte te ayuda. Cuando ves que pasa el tiempo, tienes que pasar página, porque de nada te va a servir quejarte o llorar. Hay que mirar hacia delante y dejar de comparar con lo que yo antes corría o andaba. Ese fue un clic importante, el dejar de mirar atrás y centrarme en lo que había. 

¿Tomaste esa decisión por ti mismo o tuviste ayuda? 

En el hospital de Toledo te asignan un psicólogo, por protocolo. Yo estuve con Mamen, pero solo dos sesiones. La primera fue muy curiosa, porque me preguntó que por quién me dolía más lo que me había pasado y le dije que por mi padre y por mi novia. Y me eché a llorar el resto de la sesión. Me dijo que me veía bien y que no hacía falta volver en un tiempo, y es porque le había dicho que yo estaba triste, pero que no me preocupara porque era normal y que, cuando pasara el tiempo, esa tristeza pasaría. Era como que estaba muy ajustado a la situación, porque otras personas están totalmente hundidas y otras están todo lo contrario. Me ayudó estar con Mamen. 

¿Te planteaste cambiar de vida, qué ibas a hacer…? 

En ningún momento. Yo quería continuar igual, trabajando de abogado y con la misma vida, seguir viajando… aunque en silla de ruedas. Me propuse intentar ser libre e independiente, porque no quería ser una carga. Lo conseguí muy rápido estando en el hospital, porque llegaba con muy buena forma física. Al salir, en lugar de irme a Córdoba, me fui a Badajoz porque no quería ir directamente a mi ciudad, me daba miedo que me vieran en silla o acostumbrarme a ir en silla. Estuve allí tres meses. Empecé a ir al gimnasio y a la playa, a restaurantes… Era muy importante no plantearme si podía o no hacer las cosas. De hecho, estando en el hospital fui a discotecas, a la playa en Semana Santa, me fui de viaje a Japón el siguiente verano… Ese punto de inconsciencia me ayudó mucho porque, si te paras a reflexionar, al final no vas. Era una huida hacia delante. 

“La fortaleza mental es un talento”

¿Había retos en hacer esas cosas ‘normales’ en silla? ¿Cómo lidiabas con un bordillo que de repente se convierte en un problema, por ejemplo? 

Era difícil. Yo siempre digo que todos esos pasos adelante que di me ayudaron mucho y me hicieron fuerte muy rápido, pero también hubo sufrimiento. Por ejemplo, para entrar a la playa en la Semana Santa que estuve en Portugal me tuvieron que empujar, y en la discoteca se me acercaban personas a preguntarme qué me había pasado, veías mira das de pena… Por el camino ha habido mucha lucha y sufrimiento hasta ser totalmente fuerte, pero ahora puedo ir por la calle totalmente desnudo y no me daría cuenta de que la gente me está mirando. Me he acostumbrado mucho a eso. 

¿Cómo deberíamos actuar, como sociedad, cuando tenemos delante a una persona con lesión medular? 

Yo mismo cuando iba a pie y veía a alguien en silla no sabía cómo tratarlo, porque tampoco se ve a tanta gente en silla. Yo ahora viajo una barbaridad y casi todas las asistencias son a gente mayor, pero sigo sin ver a mucha gente joven en silla por la calle. Creo que hay que normalizarlo. No ofrecer ayuda porque, si lo necesita, lo va a pedir. Yo, cuando necesito ayuda, lo pido sin problema. Normalización absoluta. Aunque hemos avanzado mucho con las redes sociales, donde ya se ve a mucha gente con algún tipo de discapacidad. 

Superas los 350.000 seguidores en Instagram. ¿Por qué has elegido las redes sociales? 

Comencé en redes sociales porque la idea que tienes de quedarte en silla es que te has arruinado la vida, y yo pensaba que sí, es una putada, pero es como cualquier otra persona que tiene ansiedad, depresión o se le muere un familiar: lo aceptas y tu vida es feliz. Veía que una persona en silla era una persona oscura, pero no es así. Por eso empecé en redes, y fui creciendo de manera muy orgánica. Creo que aporto mucha normalización a esa situación, porque te enseño mi vida: cómo baño a mis hijos, juego al tenis… Una vida absolutamente normal. Y siento que la gente no ve tanto ya la silla. Además, me dicen que motivo e inspiro a otras personas que están pasando una mala racha, y eso para mí es un premio muy bonito. 

¿Ya eras así de positivo antes del accidente? 

Siempre fui una persona muy sociable, alegre, dicharachera y loca, la verdad. Siempre me había interesado mucho por la inteligencia emocional y había leído muchos libros de autoayuda. Creo que esas herramientas mentales se pueden practicar, y me ayudaron bastante cuando llegó el palo gordo.

¿Qué piensas cuando una persona con un problema más bien absurdo hace un mundo de ello, casi cae en depresión y hace una montaña de un grano de arena? 

Si te soy sincero, me molesta bastante. Me he vuelto un poco intolerante con esa debilidad. Mucha gente se queja por cosas nimias, y no te lo comparo con mi situación, sino con alguien que tiene una enfermedad o a un hijo enfermo, por ejemplo, con situaciones muy duras. Creo que hay mucha gente que es demasiado blanda, pero intento empatizar y creo que la fortaleza mental es un talento y quizás no lo tienen. Es una mezcla entre que me molesta y empatizo con ellos porque les faltan esas herramientas mentales. 

«No pongas el foco en las cosas negativas: ponlo en todo y te darás cuenta de que no estás tan mal como crees»

¿Qué consejo podrías dar a esas personas para que empiecen a cambiar el chip? 

Entiendo que para cada uno su problema es el más importante, pero deberían ver su situación con una sana perspectiva y se darán cuenta de que no están tan mal. A veces, las personas tienen tres problemas y cuarenta cosas buenas, incluyendo a una familia que te quiere, una casa, luz, comida… Eso muchas veces lo damos por hecho, pero hay mucha gente que no lo tiene. No pongas el foco en las cosas negativas: ponlo en todo y te darás cuenta de que no estás tan mal como crees. Nada es para tanto: ni las cosas buenas ni las malas son para tanto. Pero tendemos a dramatizarlo. 

Tú has roto barreras y límites, y no solo llevas una vida normal, sino que tienes una faceta deportiva profesional. Elegiste el tenis en silla, que es de los deportes más difíciles. ¿Por qué optaste por este camino que, además, te ha hecho campeón? 

Elegí el tenis porque ya jugaba y me gustaba mucho. Aun sabiendo que era el deporte paralímpico más difícil, porque es el único en el que no compites con alguien que tenga una lesión parecida, decidí seguir. He tenido buenos logros, como jugar con la selección española o ser subcampeón del mundo, conseguir la primera medalla de España en unos europeos… Pero también hay mucha dureza y frustración porque veo que es muy difícil y compites con gente que sí mueve las piernas. He tenido que volver a aceptar la situación y luchar con lo que tengo. El tenis me ha traído cosas increíbles. 

Cisco García es jugador profesional de tenis adaptado, uno de los deportes paralímpicos más duros que hay.

Hablemos de futuro. ¿Qué planes y proyectos tienes? 

Todos los deportes adaptados tienen una longevidad mayor, porque es menos competitivo. Pero la diferencia me la ha marcado ser padre de dos hijos, porque no quiero pasar mucho tiempo lejos de ellos. La faceta ‘influencer’ también me ha comido mucho terreno, y entre la familia y eso, el tenis se me dificulta mucho, aunque es lo que más me divierte. Me quedan algunos años, pero a medio gas. Ahora me gustaría escribir un segundo libro, que, por cierto, te adelanto que ya estoy en ello, porque es un proyecto que me gusta mucho. Irrompible, mi primer libro, fue el tercero más vendido de la editorial Alienta, del Grupo Planeta, una locura. Va por la octava edición. Y también tengo publicado un libro infantil que se llama Compañeros de aventuras, con ilustraciones sobre mí y mi familia. Son dos proyectos que me hicieron mucha ilusión y que funcionaron muy bien. También me gusta mucho la tele, las conferencias y me encantan las redes sociales. Todo lo que hago es muy variado y me divierte, así que me gustaría seguir así. 

Siguiendo con el futuro, en Influencers hablamos mucho de tecnología. Hay muchos intentos de poder devolver la movilidad a personas lesionadas. ¿Qué opinas de esta búsqueda de la reversión de estas situaciones? 

Todo lo que venga, bienvenido sea. Cada vez confío menos en poder volver a caminar, y es verdad que cada vez añoro menos andar, ya estoy totalmente adaptado a esta situación. A veces salen noticias y las miro por encima, con mucha lejanía, porque hay que ver muchos factores. Lo que no me gusta es el exoesqueleto, porque no eres tú andando, sino que te mueven las piernas y pareces un robot. Pero la regeneración de la médula… ojalá.

OTROS ARTÍCULOS DE ESTE AUTOR
NOTICIAS RELACIONADAS
Suscríbete ahora
LO MÁS DESTACADO