Con acento, por favor
“Hay un gallego en la luna que ha venido del Ferrol”, versaba la popular canción que Zapato Veloz lanzó en 1992, Panderaida Sideral. (Para quien no ubique bien este grupo, señalar que fueron los artífices de aquel famoso Tractor amarillo que les convirtió en cabeza de cartel en las fiestas patronales de media España durante aquel año y que todavía hoy puede asomarse en alguna playlist extremadamente ecléctica… y vetusta).
El caso es que la letra de Panderaida contaba la historia de un gallego que viajaba a la luna y que, con su carisma y música tradicional, lograba conquistar a los habitantes marcianos. Una magnífica metáfora de la extensa emigración de gallegos que se produjo, principalmente a finales del siglo XIX y durante el siglo XX, en busca de mejores oportunidades de trabajo y vida y que originó comunidades gallegas fuertes y visibles en casi cualquier parte del mundo.
El éxito de esta mezcla de humor, sátira y folclore gallego cogió a nuestro protagonista de portada de vuelta de hacer sus propias ‘Américas’, pues también emigró (como buen gallego) por recomendación de su madre “para encontrarse”. Así lo hizo, y volvió convencido de que lo suyo era actuar.
Resultó que este compostelano, que afirma tener dificultades para “acudir al castellano neutro” para expresarse, vivió en carne propia que le echasen de una producción por su acento el mismo día que llegó. Una decisión bochornosa que, visto con la perspectiva del tiempo, cubrió de gloria a quien la tomó.
Hay decisiones que no envejecen bien, otras lo hacen muy mal, y algunas directamente descalifican a quien las toma. Ahora, por fortuna, la situación es diametralmente opuesta. La defensa de nuestras raíces se hace con orgullo y es objeto de grandes campañas publicitarias, capaces de ‘revivir’ a la mismísima Lola Flores (tecnología deepfake mediante) para recordarnos que “el acento es tu tesoro, no lo pierdas nunca”.
Zahera ha demostrado que en la vida merece la pena aprender a esperar. Al final, el tiempo pone a cada uno en su lugar y, aunque en su caso ha tardado un poco más de lo habitual, hoy se ha convertido en uno de los actores más valorados y queridos por el público. Y todo a pesar de, como afirmó la noche en la que le reconocimos su influencia en los Influencers Awards, desconocer “la influencia positiva que puedo transmitir yo, con toda la cocaína que he vendido en series de televisión”.
Dos Goyas a la mejor interpretación masculina de reparto fueron justo reconocimiento a un actor que ha sido capaz de elevar a sus personajes secundarios al nivel de los protagonistas, accionando los resortes para que le lluevan papeles protagónicos de nuevas producciones. Hoy está en todas las quinielas y su teléfono no para de sonar.
Entre guion y guion ha encontrado tiempo para girar por España con su monólogo, ‘Chungo’, donde se puede ver a un Zahera más íntimo proyectando su humor negro, irónico (a veces, incluso, sarcástico) y autocrítico, que está haciendo las delicias de los teatros de media geografía. Muy recomendable, por cierto.
Entre series, películas y monólogos, Zahera ha conquistado al público sin perder un ápice su acento, aunque para ello haya tardado algo más que aquel fenómeno que llegó a la luna y que “al cabo de una semana, el planeta conquistó”.