El (inexplicable) borrado de datos en poder del Gobierno de EE.UU. enturbia el origen del covid-19
El origen del covid-19, del que todavía se conoce muy poco, alcanza ya tintes fílmicos. Así, a los actores ya conocidos que incluyen espías, científicos, varios gobiernos enfrentados, lobbys y altos cargos chinos se les podría añadir próximamente una red ‘corrupta’ de investigadores y altos cargos estadounidenses. Una nueva adición a la trama que se produce después de descubrir que se borraron secuencias parciales de SARS-Cov-2 de los primeros brotes de Wuhan. Unos datos, además, que estaban alojados en una base de datos propiedad del Gobierno de Estados Unidos.
Pese a que las pruebas apuntan en una misma dirección, el servicio de inteligencia estadounidense sigue el caso con pies de plomo. En el punto de mira están, ahora, los propios investigadores. La razón es que fueron ellos mismos los que pidieron a los agentes gubernamentales que eliminaran los datos. En principio, porque tenían la intención de añadirlos a otro archivo distinto, aunque eso nunca ocurrió.
De hecho, una vez borrados del Sequence Read Archive (SRA), un repositorio de datos de secuenciación sin procesar mantenido por el Centro Nacional de Información Biotecnológico (NCBI), como parte de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH, por sus siglas en ingles), desaparecieron sin dejar rastro en cualquier otra tipo base de datos. Pero, recientemente, el científico Jesse Bloom logró rescatarlos, tras acceder a una copia de seguridad escondida en un servidor en la nube de Google.
Las secuencias presentan unos resultados anómalos, ya que según los investigadores muestran unos valores muy diferentes de los obtenidos en murciélagos y otros animales
¿Por qué son importantes esas secuencias borradas?
En un principio, la clave de los datos eliminados era su alto valor para abordar el enigma evolutivo sobre la diversidad genética del covid-19. Al fin y al cabo, se trataba de genomas del virus extraídos directamente de individuos vinculados al mercado de marisco de Huanan, a finales del 2019. Pero una vez se han vuelto a estudiar, su utilidad es otra muy diferente. Así, las secuencias presentan unos resultados anómalos, ya que según los investigadores muestran unos valores muy diferentes de los obtenidos en murciélagos y otros animales.
Un hecho extraño, dado que se esperaba (bajo la hipótesis de que el covid-19 tenga un origen animal) que al ser casos muy tempranos, deberían presentar valores similares a los obtenidos en distintos mamíferos. Pero nada más lejos de la realidad. Además, a ese descubrimiento se le une el hecho de que se ha eliminado esa información crucial. Una temeridad que solo habían ejecutado algunos muy altos cargos del Gobierno de China, según señalan algunos informes elaborados por el servicio de inteligencia de EE.UU.
Todo ello ha vuelto a disparar las conjeturas acerca de que el virus saliese de un laboratorio. Así, en un artículo reciente publicado por Nature acerca de los datos borrados se explica que se suman a “un creciente cuerpo de evidencia, incluidos informes de casos probables que se remontan a noviembre de 2019, de que los primeros casos humanos de covid-19 no estaban asociados con el mercado de Huanan”. A su vez, vuelve a poner el foco en el Instituto de Virología de Wuhan y en el gigante asiático como epicentro de la pandemia.
Un grupo de científicos de primer nivel remitieron una carta en la que señalaban que “la teoría de liberación accidental de un laboratorio sigue siendo viable”
El misterio del origen del covid-19
En primer lugar, debido a las pocas facilidades que el Gobierno de China dio al equipo especial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) creado para encontrar el surgimiento del SARS-Cov-2. Una actitud arrogante que no ha gustado a los países occidentales ni a la propia organización. Hasta el punto de que Tedros Adharom Gebreyesus, el mandamás de la propia OMS, ha pedido no descartar la hipótesis del escape del laboratorio.
Más tarde, un grupo de científicos de primer nivel remitieron una carta en la que señalaban que “la teoría de liberación accidental de un laboratorio sigue siendo viable”. De hecho, ya ha ocurrido en diferentes ocasiones a lo largo de las últimas décadas. Uno de los casos más flagrantes ocurrió en 2004 en China, cuando varios investigadores se infectaron con el SARS y propagaron los casos. Un hecho al que le acompaño, además, otro borrado de información. Por último, porque hay muchos elementos en la teoría del contagio animal que todavía no se han conseguido demostrar.
El primero es que no se conoce todavía al mamífero que lo pudo transmitir a los humanos. En segundo lugar, porque el coronavirus en animales encontrado más cercano genéticamente al covid-19 es el RATG13, pero solo coincide en un 96%. Ese porcentaje podría parecer alto, pero en realidad la diferencia es muy elevada. De hecho, es la misma que mantienen los humanos y los chimpancés.
Pero quizás el elemento más vital que puede poner algo de luz en todo ello es la petición del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al servicio de inteligencia de investigar a fondo el origen del covid-19. Una exigencia que ya hizo su antecesor Donald Trump y por el que se le tildó de loco. Los espías americanos rendirán cuentas en septiembre, pero hasta entonces las noticias que se conocen ponen de manifiesto que el trasfondo de todo es muy oscuro.