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De la sanidad privada a la innovación universal en terapias avanzadas

Alvaro Sanchez Leon| 26 de enero de 2021

La Clínica DKF y Proyecto Imereti son dos ramas de un mismo árbol de ciencia puntera hecha en España: una asistencial, centrada en las posibilidades de la medicina regenerativa; y otra con epicentro en un laboratorio biotecnológico donde se piensan, se desarrollan y se fabrican los tratamientos del futuro para curar antes y mejor. Aunque las trabas burocráticas lastran el ritmo de la innovación, siguen personalizando la medicina para sus pacientes privados, pero con una proyección universal, porque sus esfuerzos por avanzar en salud no tienen fronteras.

En 2015, la doctora Karin Freitag puso en marcha en Madrid la clínica médico quirúrgica DKF, desde donde se mira al futuro por el prisma de la medicina regenerativa. Su fundadora, especialista en Reumatología y Medicina Deportiva, fue innovando en sus tratamientos entre las posibilidades de la ciencia y las regulaciones de las agencias del medicamento, porque vio en las terapias avanzadas un arsenal terapéutico de primera categoría para el abordaje de lesiones relacionadas con el aparato locomotor y las enfermedades reumatológicas.

En 2018, como cauce para ir dando salida a todo ese potencial investigador, en paralelo a la clínica, se impulsó Imereti (Instituto de Medicina Regenerativa Tisular) con la idea de desarrollar y fabricar medicamentos para DKF, aunque sus progresos acabarán estando abiertos al mundo. Después de muchas horas de asistencia y ciencia, entre el equipo de profesionales sanitarios que ejercen en esta clínica madrileña, los académicos que acompañan también estos avances científicos, y los biotecnólogos, biomédicos y bioquímicos mayoritariamente jóvenes que trabajan en Imereti han conseguido sortear muchos obstáculos para empezar a consolidar sus investigaciones en forma de medicamentos.

El pasado mes de diciembre registraron VCELL-1, un medicamento que se incluye dentro de la categoría de terapias avanzadas, en concreto, dentro de las terapias celulares somáticas. De momento, está indicado para pacientes adultos y jóvenes con osteoartrosis articular, sobre todo en rodilla, pero también en hombro, cadera, codo, muñeca o tobillo. Se trata de una propuesta terapéutica innovadora con células vivas autólogas -del propio paciente-, icono de la medicina personalizada, una tendencia creciente en el abordaje sanitario a estas alturas del siglo XXI.

Imereti nació como laboratorio asociado a DKF con capital de amigos y familiares de sus impulsores. En dos años, ha aumentado su planta y su plantilla ante los horizontes y la proyección de su oferta científica. Desde 2020 tiene su sede en Net-Pharma, el primer hub farmacéutico de España desde el que operan más de 22 compañías de un sector en efervescencia. Además de VCELL-1, Imereti trabaja actualmente en el desarrollo de un medicamento (IME-1) en fases más tempranas que tendrá como objetivo tratar las tendinopatías crónicas, habitualmente relegadas al reposo, acelerando así las posibilidades de curación y calidad de vida de los pacientes. Hablamos de un medicamento pionero en toda Europa, muy seguro y muy eficaz. Los avances de Imereti tienen también su proyección hacia terceros, porque ofrece soporte a otros grupos de investigación y otras industrias biofarmacéuticas en cualquier etapa -preclínica, clínica, fabricación, control y registro- de la puesta en marcha de productos de terapias avanzadas y medicamentos innovadores.

Además, después de dos años intensos de burocracia y protocolos, asesora también a iniciativas similares que se decidan a innovar, a pesar de las dificultades habituales con las que se encuentran los emprendedores científicos en España. La interacción entre DKF e Imereti es un ejemplo de compromiso con la salud y con la sociedad, además de una vía de negocio incipiente en uno de los sectores con más relevancia internacional, sobre todo después de la pandemia: la biotecnología. Igualmente, su historia incipiente es un modelo interesante para aprender cómo superar las distancias entre la Universidad, la empresa, la industria y la calidad de vida de los pacientes en un contexto muy compartimentado que imposibilita que los progresos científicos acaben teniendo sus repercusiones sobre la salud de las personas.

Con la evidencia científica como bandera, de momento solo la pasividad de las administraciones públicas y la lentitud en las aprobaciones de nuevos medicamentos por parte de los organismos competentes frenan la inercia vertiginosa de Imereti hacia la consolidación de nuevas terapias con gran impacto en osteoartrosis y lesiones musculares.

LA INTERACCIÓN ENTRE DKF E IMERETI ES UN EJEMPLO DE COMPROMISO CON LA SALUD Y CON LA SOCIEDAD, ADEMÁS DE UNA VÍA DE NEGOCIO INCIPIENTE EN UNO DE LOS SECTORES CON MÁS RELEVANCIA INTERNACIONAL

 

EN EL ‘TOP 5’ MUNDIAL DE LAS TERAPIAS AVANZADAS

Imereti es uno de los rostros influyentes que nos cuentan una buena noticia: España está en el top 5 mundial en el ámbito de las terapias avanzadas, una nueva generación de medicamentos innovadores basados en genes, células o tejidos que se posicionan como esperanza alternativa para patologías con abordajes, quizás, excesivamente conservadores. En los últimos doce años, la Agencia Europea del medicamento ha aprobado ocho terapias avanzadas con un eco muy positivo para pacientes con enfermedades oftalmológicas, inmunológicas, hematológicas, oncológicas y hepatológicas. La proyección de esta familia de medicamentos promete.

Entre 2004 y 2010, España estuvo a la cabeza mundial de productos de terapia avanzada en desarrollo clínico. Le seguían Alemania, Reino Unido y Estados Unidos. Aquel liderazgo tiene su eco entre 2014 y 2018, porque en esos años España fue el cuarto país del mundo en la clasificación universal de desarrollo de ensayos clínicos en terapia celular, después de Estados Unidos, China y Francia. Así pues, esta área de la biomedicina hecha en nuestro país despunta con talento y resultados esperanzadores y nos convierte en clara referencia internacional. El reto ahora es convertir estos avances científicos en soluciones innovadoras que se traduzcan en tratamientos para pacientes. El trayecto de Imereti es un camino de baldosas amarillas para imitar desde el resto del sector, porque en poco tiempo ha pasado de la medicina a la innovación aplicada a la salud; de la ciencia doméstica privada, al aporte universal de sus conocimientos avanzados; de una carrera de obstáculos para avanzar, a un espejo para emprendedores e innovadores biotecnológicos. La medicina privada es, desde hace tiempo, un acelerador de ciencia. A pesar de las trabas administrativas, su impulso está siendo crucial para consolidar el futuro de nuestra salud, al ritmo de una ciencia imparable sin fronteras que esta pandemia ha acrecentado para siempre.

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