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Día 7: Una buena compañía

Ian Allovertheworld| 18 de abril de 2021

No recuerdo las veces que me he preguntado eso de: si me fuera a una isla desierta, ¿qué me llevaría? La respuesta siempre suele ser la misma: música. Sin duda seleccionaría los discos que más compañía me fueran a hacer allí dónde estuviera esa isla desierta y los disfrutaría mirando al infinito, fijándome en esa línea que separa cielo y mar, que siempre me ha fascinado.

 

Discos que me llevaría a una isla desierta

“La música es la respuesta a casi todas las preguntas”. Siempre he pensado esto, en los buenos y, sobre todo, en los malos momentos.

Cuantas veces escuchando canciones, de repente, te sientes tan identificado con lo que cuenta la letra, o te dejas llevar por la melodía de la música, que o bien te relaja, te descubre algo o simplemente te abre los ojos ante una determinada adversidad.

Para mí la música es compañía, está conmigo en cada momento, haciendo deporte, en el coche o transporte público, muchas veces mientras trabajo o en casa tranquilamente sentado en el sofá saboreando una cerveza bien fría.

Cuando pienso en los discos que me llevaría a una isla desierta, no siempre apuesto por mis discos favoritos. Alguno si está, pero en general me gusta pensar en un buen disco de cada uno de los estilos que más me gusta. Sobre todo, porque son los discos que voy a escuchar el resto de mis días y entiendo que habrá momentos de subidón, pero también de relax e incluso de bajonazo, por lo que pienso en discos que me sirvan para cada momento.

 

Estos son los 10 discos que me llevaría a una isla desierta:

 

091 – Todo lo que vendrá después (1995)

091 es una banda granadina que siempre estará presente en cualquiera de mis listas de discos, canciones o grupos favoritos.

Cualquiera de sus canciones son la banda sonora de mi vida, desde su primer Cementerio de Automóviles (1984) hasta su reciente La Otra Vida (2019).

La elección de Todo lo que vendrá después (1995) se debe a que quizás es el disco que más me llegó cuando se editó. Lo escuché hasta saberme cada tema y creo que las letras de cada canción me harían pensar -y por qué no, filosofar e imaginar- que en esa isla La Noche que la Luna salió tarde Sigue estando Dios de nuestro lado y a pesar de que habrá 2000 locos, Si las luciérnagas nos dan su luz, podría brindar De licor y tristeza, En el mismo bar, hasta que viera Nubes con forma de pistola y pensará que no hay Nada más por hoy, que soy Un hombre con suerte, e intentándome acordar de Cómo acaban los sueños gritara con fuerza que es Hora de decir adiós.

Pero no podemos olvidarnos que posiblemente, después de unos días, veré el Espejismo nº8 (que aparecía en un single y en una reedición posterior del disco original, y que está interpretada por José Ignacio Lapido) y cantaré, recordando las grandes tardes de conciertos, eso de “mejor nos damos prisa, que hoy tocan los cero, lo he visto en un cartel…”

 

 

Enrique Morente y Lagartija Nick – Omega (1996)

Cuando hablo de la música de Granada, siempre me viene a la cabeza eso de ‘¿a quién quieres más a Papá o Mamá?’ Y es que, si 091 es uno de ellos, Lagartija Nick es el otro.

Y si, para esa isla desierta, pienso en un disco que se mueva en el mundo del flamenco, mezclado con el rock, pero que a su vez sea poesía, recuerde a Federico García Lorca y a Leonard Cohen, no hay duda, Omega (1996), la obra maestra ideada por el grandísimo Enrique Morente, junto a Lagartija Nick y con Jesús Arias en la sombra.

Omega, como pone en el mismo disco, “es un sentimiento, una manera de vivir”. Tan criticado al principio, sobre todo por los puristas flamencos, como alabado años después de su edición, el disco es una delicia en el que se respira todo el embrujo de la ciudad de Granada.

20 años después de su lanzamiento, en 2016, se reeditó y a los temas originales y al documental, lo acompañaron de un segundo disco de demos, ensayos y mezclas alternativas que es una maravilla y que le hace aún más especial.

 

Antonio Arias – Multiversos (2015)

En mi mundo, aparte de la música, siempre hay tiempo para la ciencia; y Antonio Arias ha sabido acercarlos y escuchando sus temas, da la impresión de estar resolviendo alguna ecuación que hace que entiendas el universo, su Multiverso.

En 2009 se atrevió con Multiverso donde explica que El Ordenador Simula el Nacimiento de las Estrellas, nos da la visión Desde una Estrella Enana y nos acerca la Derrota de Bill Gates, aparte de recordarnos a Laika o 2001: Una Odisea en el Espacio.

Multiverso II: De la Soleá de la Ciencia a la Física de la Inmortalidad, vio la luz en 2013, un álbum que aúna Música y Ciencia, y que cuenta con la colaboración del Catedrático de Física de la materia condensada, David Jou y el Astrofísico José Antonio Caballero.

En 2015 reeditó en vinilo los dos álbumes e incorporó, en descarga digital, Multiverso III y, justo este mes, en pleno 2021, se publica Multiversos IV: Hola Tierra/Hello Earth de Alfred Worden, que cuenta con varias colaboraciones, como la de Anni B. Sweet y que se edita en Español e Inglés, y que estoy deseando que caiga en mis manos.

Toda una dosis de Ciencia, de Espacio, de Tiempo, de Atmosfera, de Sueños, de Vida…. para disfrutar en esa isla desierta soñando con David Bowie.

 

 

Chucho – Los Diarios del Petróleo (2001)

Fernando Alfaro, en cualquiera de sus proyectos -Surfin’ Bichos, Chucho o en solitario-, siempre me acompañaría, fuera dónde fuera, y en función del sitio, seguramente el disco fuera diferente para cada lugar.

Para una isla desierta la elección la tendría clara: Los Diarios del Petróleo (2001) el tercer álbum de Chucho, que es un disco muy completo en el que Fernando habla de Amor y Abismo en la misma proporción.

Los Diarios están concentrados en 4 discos, el principal que contiene 15 temas y tres fragmentos que contienen cinco temas cada uno.

Fernando consigue, en temas como Ricardo Ardiendo o Demasiada Poca Gente, aparte de contar historias, un ritmo increíble que te hace mover todo el cuerpo y olvidar que estas escuchando su voz rasgada.

Un disco redondo que, sin ser mi favorito del grupo, sería el elegido para esta situación tan peculiar.

 

 

Niños Mutantes – Mutanciones (2016)

Otros granadinos. Niños Mutantes serían elegidos para llevármelos a la isla, entrarían dentro de los 5 grupos españoles que me acompañarían.

Aunque en realidad serían sus temas los que vendrían porque el disco elegido es un álbum editado con motivo del 20 aniversario de la banda en el que varios amigos hacen versiones de sus canciones.

En este sentido la elección tiene un poco de trampa ya que aprovecho que grupos como Rufus T. Firefly, Dorian, Lori Meyers o La Habitación Roja tocan las canciones que tanto me gustan de los Niños para llevarme, por un lado, la música y voz de tantos artistas y, por otro, las letras maravillosas de Juan Alberto, Nani, Miguel y Andrés.

Temas como Náufragos, Errante, Te favorece tanto estar callada, Robot o Veneno Polen, hacen que te quedes hipnotizado escuchándolas de principio a fin y, cuando las terminas, con ganas de que empiecen de nuevo.

 

 

The Stone Roses – Turns Into Stone (1992)

El sonido de Manchester nunca faltaría en mi gran, mediana o pequeña colección de discos. Y si tuviera que elegir uno para llevármelo y escucharlo en una isla desierta, elegiría esta recopilación de sencillos de The Stone Roses que vio la luz en 1992.

Es verdad que no es mi disco favorito de la banda, pero creo que los 11 temas que lo componen me hacen recordar lo que me gusta este movimiento que surgió en esta curiosa ciudad inglesa, Manchester.

Tampoco podría olvidar cuándo y dónde me lo compré. Fue durante mi primer viaje a Londres, a principio de los 90, y lo encontré en una de esas maravillosas tiendas de segunda mano de la ciudad, esta vez situada en el barrio de Notting Hill.

Elephant Stone, Going Down, One Love, y, sobre todo, la maravillosa Fools Gold hacen que desconectes de lo que estás haciendo para cerrar los ojos y disfrutar de ese sonido tan especial.

 

 

Radiohead – Kid A (2000)

Mi relación con Radiohead empezó nada más lanzar Pablo Honey (1993). Me lo grabó mi hermano en una cinta, creo que justo cuando empezaba el verano, y creo que gasté la cinta de tanto darle al play.

Nada más empezar me dejó impactado, me encantó y hasta hoy no he podido dejar de escuchar y coleccionar todo lo relacionado con los de Abingdon-on-Thames, Oxfordshire.

Kid A, es el cuarto disco de la banda, y no lo tenía fácil con sus tres magníficos antecesores, pero es una gozada y sería mi selección para la isla desierta. Es un disco que, sin llegar a ser tan redondo como el maravilloso OK Computer (1997), consigue trasladarte a una atmosfera diferente, a un universo sonoro indescriptible.

Además, este álbum incluye uno de mis temas favoritos de la banda -aparte de The National Anthem o Morning Bell-, Idioteque, que, con su ritmo endiablado, ilumina esta maravillosa colección de canciones que son fruto de una mezcla de música electrónica, jazz e incluso me atrevería a decir con ciertos toques de clásica.

En 2009 editaron el disco en una caja de 2 CD + DVD en el que se incluían versiones en directo, en la BBC o Canal+. Imprescindible.

Wayne Hussey & The Divine – Live at Yellow Arch (2020)

Posiblemente el grupo del que más material tengo, entre discos de vinilo, cds, cintas, vhs, dvd, Blu-ray y alguna cosa más (incluida una púa conseguida en un concierto en la sala Arena de Madrid en 2005), son The Mission. Los de Leeds (Inglaterra) desde su primer disco, allá por 1986, God’s Own Medicine, despertaron en mi un interés que se ha mantenido intacto estos 35 años, muchos discos después.

Wayne Hussey, cantante y creador del grupo junto al bajo, Craig Adams, tras la salida de ambos de The Sisters Of Mercy, me hipnotiza con su maravillosa voz, sabe darle el tono perfecto en función de cada tema y no puedo parar de escucharle una vez pincho cualquiera de sus discos.

El 31 de octubre y 1 de noviembre de 2019 junto a una serie de músicos maravillosos, The Divine, en el Yellow Arch (en Sheffield), grabaron este álbum en directo para unas 30 personas, dónde Hussey dijo que “cada canción la habían convertido en algo de una belleza única”, y desde luego no le faltaba razón. Escuchar su voz en Dragonfly, Like a Child Again, Butterfly on a Wheel o Tower Of Strenght acompañado tan solo de un violonchelo, un violín o un maravilloso piano, es una delicia.

En los momentos de nostalgia, este disco sería una compañía perfecta. Lo disfrutaría de principio a fin, una y otra vez.

 

 

The Smashing Pumpkins – Mellon Collie and the Infinite Sadness (1995)

Pensando mucho en los 10 discos seleccionados para una isla desierta, no podía faltar uno de la escena americana de los 90, conocida como grunge, aunque ésta quizás estaba más centrada en Seattle con grupos como Nirvana o Pearl Jam. O rock alternativo, que quizás encaja más con The Smashing Pumpkins, la banda de Chicago liderada por Billy Corgan que, en 1995, sacó esta obra de arte musical, inspiración para muchas generaciones posteriores, llamada Mellon Collie and the Infinite Sadness.

Desde sus inicios, siempre ha sido un grupo que me llamó la atención e incluso sus criticados últimos discos, siguen gustándome bastante.

Este álbum, entendido como una obra conceptual, está dividido en dos partes: por un lado, 14 temas Del Amanecer al Anochecer (Dawn to Dusk), donde podemos disfrutar de Tonight, Tonight junto a una orquesta o la (brutal) Bullet with Butterfly Wings; y por otro, tenemos otros 14 temas Del Crepúsculo a la Luz de las Estrellas (Twilight to Starlight), con 1979, Thirty-Three o Bodies que destacan por encima del resto.

No puedo dejar de destacar la maravillosa portada, inspirada en los cuadros de Rafael, Santa Catalina de Alejandría, y en El Recuerdo de Jean-Baptiste Greuze, una auténtica delicia, una obra para enmarcar.

 

 

David Bowie – The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972)

Y, por supuesto, no podía faltar entre estos diez discos, uno del grandísimo Duque Blanco, mi admirado David Bowie. Un artista completo que destacó en todo lo que hizo durante su larga carrera de más de 50 años haciendo lo que más le gustaba, música en mayúsculas.

Entiendo que, después de un largo tiempo en la isla, no sería difícil tener o pensar en amigos imaginarios e incluso crear un alter ego que precisamente es lo que hacía David en las diferentes etapas de su vida. Y fue con Ziggy Stardust, un extraterrestre andrógino estrella del rock, con quien llegó al éxito y, a día de hoy, es considerado un disco fundamental en la historia del rock, acercándose mucho al glam-rock.

Uno de los temas que siempre tarareo cuando me acuerdo de David es Starman, y está incluido en este quinto álbum del artista que, en realidad, no tiene tema malo, es muy completo, quizás de los mejores del propio artista.

https://www.youtube.com/watch?v=sI66hcu9fIs

 

 

Y es que no es lo mismo pensar en diez discos para una isla desierta, que para un viaje espacial o unas vacaciones en Conil de la Frontera. La música es muy diferente en función de dónde, cómo, con que ánimo y en qué compañía la escuchas.

Elegir diez discos para el resto de los días, es muy difícil, y seguramente mañana cambiaría uno, pasado mañana dos, y dentro de un mes dejaría los mismos.

Lo importante es saber el porqué, hacer una buena selección y, por supuesto, dejar que la música haga su trabajo.

#godsavethemusic

There’s a starman waiting in the sky
He’d like to come and meet us
But he thinks he’d blow our minds
There’s a starman waiting in the sky
He’s told us not to blow it
Because he knows it’s all worthwhile
He told me:
Let the children lose it
Let the children use it
Let all the children boogie

David Bowie – Starman (1972)

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