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Los demonios de Djokovic: ‘el niño mimado’ explota con la pandemia

Pedro Ruiz| 14 de enero de 2022

Novak Djokovic puede presumir de estar entre lo tres mejores tenistas de la historia. Incluso, quizás, de ser el mejor. Pero para su desgracia nunca logrará estar en el podio de los más icónicos. Su carácter, en muchas ocasiones bipolar, le aleja continuamente del espectador. De hecho, a lo largo de muchos años de su carrera, incluso en los más prolíficos, sus gestos en la cancha, declaraciones o ardides le han alejado de la popularidad alcanzada por sus contemporáneos como Rafael Nadal, que representa el coraje y el trabajo duro, o Roger Federer, la clase.

Al principio se pensaba que ese estilo burlesco que acompañaba al serbio no duraría con el paso de los años. En otras palabras, que su arrogancia, sus celebraciones rompiéndose la camiseta o golpeando el pecho eran fruto de la edad. Y eso, como las hombreras o los piratas de Nadal, el tiempo lo debería cambiar. Eso pareció durante un tiempo. Pero con la pandemia volvió el Djokovic más desatado. Aquel tenista indescifrable, irascible y que más que conectar con el público les alejaba. Por desgracia para sus patrocinadores. El último arrebato, en Australia, ha conllevado un enfrentamiento judicial con las autoridades del país. Un pulso que finalmente perdió recientemente. Aunque no es un caso aislado.

A comienzos de septiembre del 2020, el serbio protagonizó uno de los hitos más destacados, para mal, de la historia del US Open, uno de los cuatro grandes torneos del circuito profesional. Así, Djokovic fue descalificado después de dar un pelotazo a una de las juezas de línea del torneo. En concreto, el evento se produjo cuando su rival, el español Pablo Carreño, rompía el saque del tenista balcánico forzando lo que se conoce como un break. En ese instante, Djokovic dio un raquetazo que dio justo en el cuello de la juez, que tenía problemas para respirar después del impacto.

 

LOS DEMONIOS VUELVEN CON LA PANDEMIA

El protocolo para esos casos se aplicó y el veredicto fue que el número 1 de la ATP tuvo que abandonar el torneo. Djokovic se convirtió así en el primer tenista que quedaba descalificado de un Grand Slam por este motivo desde que Stefan Koubek hiciera lo mismo con un recogepelotas en Roland Garros en el año 2000. A pesar de ello, el serbio no perdió el tiempo en hacer algo de cuento acerca del suceso. De hecho, el tenista se disculpó inmediatamente y prácticamente rogó que le dejasen seguir jugando haciendo ver que no había sido intencionado. Aun así todo pareció quedar en un simple accidente.

Novak Djokovic
Novak Djokovic rompe una raqueta en un partido en Roland Garros

 

Pero más tarde empezó a atisbarse que algo realmente no iba bien en la cabeza de Nole, como le llaman sus allegados. Y es que durante el torneo de Roma el serbio volvió a perder los nervios, pese a que jugaba contra el número 97 del mundo y apenas doce días después de lo ocurrido en Estados Unidos. En esta ocasión, Djokovic golpeó con violencia su raqueta contra la superficie de tierra batida haciéndola añicos. De nuevo tras ceder un punto de servicio en su saque. Aunque en el campeonato celebrada en la capital italiana no fue descalificado y simplemente recibió un aviso por parte del juez.

Los siguientes meses parecieron calmar la bestia. Hasta que llegó, quizás, su momento más ruin en toda la carrera. Los Juegos Olímpicos es una cita ineludible para cualquier tenista. Y el serbio partía como gran favorito para ganar el oro. Así, tras un torneo espléndido llegó la tormenta. En la semifinal esperaba una de las grandes promesas del circuito el alemán Alexander Zverev. Tras un partido competido, el serbio vio como se le escapaba el partido tras perder hasta seis juegos consecutivos. Aquello volvió a desatar sus demonios internos.

 

DJOKOVIC DEJÓ TIRADA A SU COMPATRIOTA EN EL PARTIDO MÁS IMPORTANTE DE SU VIDA

En ese momento, el tenista serbio comenzó a gritar mirando a la grada y perdiendo los papeles. Al final, perdió el partido y las esperanzas de alzarse con el metal precioso. Más tarde, volvería a perder en semifinales, en esta ocasión en la modalidad de doble mixtos, donde competía con su compatriota Nina Stojanovic. Un par de varapalos demasiado duros para una mente débil y que no está acostumbrada a perder. De hecho, Djokovic firmó durante el 2015 una de las temporadas más espectaculares de la historia con 68 victorias y dos derrotas. Algo inaudito.

A pesar de todo, el serbio se presentó para disputar el tercer y cuarto puesto contra el español Pablo Carreño. Un partido que sería demasiado para Djokovic. A medida que el partido se complicaba, el número uno del ranking ATP termino destrozando dos raquetas, una la lanzó al público y la otra la estrelló contra el poste de la red. En ese momento, también se le pudo ver gritando y gesticulando de manera tan ostensible que se han terminado convirtiendo en los memes que a día de hoy se pueden ver por la red.

Djokovic
Novak Djokovic durante los JJOO de Tokio

 

Todo ese cúmulo de tensiones le llevó a tomar la decisión más cruel (e infame) que se recuerda. Djokovic decidió que no participaría en el partido por el bronce en la categoría mixta. El serbio alegó un dolor de hombro y se borró plantando a su compañera Stojanovic. Más tarde, la tenista reconocería a través de Instagram que: “Solo yo puedo saber los sentimientos con los que tuve que lidiar una vez que supe que no tendría la oportunidad de jugar el partido más importante de mi carrera para intentar conseguir una medalla olímpica”.

 

DJOKOVIC Y EL SÍNDROME DEL NIÑO MIMADO

Pese a todo, Stojanovic perdonaría a Djokovic del que diría que “fue un honor y un privilegio jugar con el mejor de la historia de nuestro deporte (Djokovic) por nuestro país”. Un hecho, perdonar o quitar hierro a cada barrabasada del tenista, que se ha convertido en constante. Y que le han forjado como un niño mimado que está muy lejos de representar realmente los valores del deporte. Una situación que se ha podido comprobar con su posición en la polémica con su entrada en Australia, donde Djokovic ha querido ser más que el resto.

Si bien es cierto que las autoridades australianas han sido bastante torpes, incluso se han estado contradiciendo en varias ocasiones, el serbio no ha dudado en mentir para alcanzar su objetivo. Tampoco le ha faltado tiempo para reconocer que se saltó todos los procedimientos sanitarios cuando estaba infectado, acudiendo a actos sin mascarilla, para que cuadre su versión. Y, además, tampoco se le ha puesto la cara colorada para erigirse “liberador” del mundo. Ahora, el tenista verá el Open de Australia desde su casa.

En definitiva, la pandemia ha mostrado más los demonios de Djokovic que su impetuosa juventud. El problema es que hasta ahora había sido un problema personal, pero en adelante puede ser de salud para sus compatriotas.

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