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El futuro del ahorro y de la gestión patrimonial en bancos y aseguradoras

Jesus Bravo| 29 de noviembre de 2020

Los mayores de 60 años se convertirán en el segmento más grande en las próximas décadas y demandarán productos financieros y aseguradores destinados a la utilización del ahorro generado.

 

La economía española y sus entidades financieras se verán muy afectadas en el futuro por el envejecimiento de la población. Las tendencias demográficas provocarán una disminución muy significativa de la población española en edad de trabajar y los mayores de 60 años se convertirán en el segmento de consumidores más grande del mercado en las próximas décadas.

El futuro a largo plazo de la gestión y protección patrimonial en la Banca y los Seguros puede abordarse bajo dos fases diferenciadas a lo largo del ciclo vital del consumidor y pensando en los productos y servicios que éste podría demandar. Dicha teoría del ciclo vital predice que los ingresos caerán tras la jubilación, por lo que la persona durante la vida laboral se dedicará a la acumulación de ahorro financiero e inmobiliario y, una vez jubilado, al desahorro posterior.

 

En primer lugar, en la fase de ahorro o acumulación de riqueza, el futuro se caracterizará por:

  • Mayor desintermediación bancaria por un avance de la economía colaborativa (peer-to-peer lending, crowfunding, reventa, etc.), el aumento de la competencia de grandes tecnológicas –fintechs e insurtechs– y la extensión de la tokenización y las monedas digitales.
  • El envejecimiento de la población generará una mayor demanda del ahorro a largo plazo y obligará a adaptarse a un tipo de cliente mayor, que irá cambiando física y mentalmente.
  • En jubilación, habrá planes de pensiones patrocinados por los empleadores y aumentará el peso del ahorro privado. Se fomentará trabajar más años, incluso se podría ligar la edad legal de jubilación a la esperanza de vida, y no se utilizará dicha fecha como momento para percibir el ahorro generado.
  • Estará muy extendido que los fondos de inversión, planes de pensiones y unit linked sean inversiones socialmente responsables (ISR) y, también, será muy común la inversión en productos alternativos.
  • El asesoramiento financiero y patrimonial para grandes patrimonios seguirá siendo muy “persona a persona”, pero estará menos bancarizado debido a la tecnología y a la competencia de las aseguradoras, las empresas de servicios de inversión y los agentes financieros.
  • Menor demanda de crédito y de hipotecas para la vivienda habitual por el aumento del alquiler, de la economía del pago por uso y también por el envejecimiento demográfico.
  • La tecnología jugará un papel fundamental y diferenciador en la experiencia de cliente y en la personalización del marketing para que el cliente reciba una atención híbrida excepcional (presencial y omnicanal).
  • El desarrollo de la tecnología y los datos en tiempo real permitirán una gran personalización y afinar más en los riesgos y primas de los seguros, pagando por uso o tipo de comportamiento a través de sensores (on-demand insurance, usage-based insurance, IoT, etc.) evitando pagar sobreprecios por edad o género.
  • Habrá marketplaces y apps en inversiones basados en ratings en el servicio de asesoramiento financiero y marketplaces más generalistas destinados a cubrir las necesidades de una generación más madura.
  • Existirán ecommerce de productos bancarios y seguros y nuevos mediadores de seguros digitales.
  • Se demandarán productos de ahorro -o acumulación- menos rígidos, que incluyan las preferencias y necesidades de los jóvenes y se extenderán los productos que asocien el ahorro al consumo.

Planificar el futuro nos permitirá vivir más tranquilos el presente

 

En segundo lugar, los productos y servicios financieros y aseguradores destinados a la desacumulación y utilización de la riqueza serán muy importantes porque casi un tercio de la población tendrá más de 65 años en 2050.

  • Aumentarán los productos para la conversión de la riqueza acumulada en flujos de rentas diferidas, vitalicias y temporales durante la jubilación, adecuados a una longevidad mayor y más incierta.
  • Se utilizarán nuevos medios predictivos del seguro de vida que midan el riesgo en función de la edad biológica y permitan una estimación fiable de la longevidad para percibir rentas durante más tiempo y no penalizar a las personas relativamente sanas y longevas. Los productos aseguradores ganarán protagonismo por su mayor capacidad para cubrir el riesgo de longevidad puesto que lo mutualizan.
  • Se utilizarán la hipoteca inversa y la nuda propiedad para financiar jubilaciones más largas convirtiendo la riqueza inmobiliaria en rentas vitalicias.
  • Se extenderá la teleasistencia (telemedicina, salud digital, asistencia sanitaria, ayuda a domicilio, etc.).
  • Crecerán los seguros de dependencia para complementar las coberturas públicas.

 

Para terminar, deseemos que las administraciones den un tratamiento fiscal más favorable al ahorro a largo plazo y avancen en medidas para la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Planificar el futuro nos permitirá vivir más tranquilos el presente.

 

 

 

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