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El Gran Wyoming: «Yo ahora soy un hombre calmado»

Jesús Casañas| 15 de julio de 2024

Humorista, presentador de televisión, actor, músico, médico, escritor, columnista… Todas las facetas de El Gran Wyoming se recogen en Mil palos y ninguno al agua, cómic biográfico que repasa la vida y obra del ilustre madrileño. Le entrevistamos para comentar algunos de los momentos más recordados de su carrera.

Nació como José Miguel Monzón Navarro en Madrid el 15 de mayo de 1955. Sus amigos y familiares le llaman Chechu. Pero el gran público le conoce como El Gran Wyoming, su nombre artístico, cuyo origen se debe a la costumbre que tenía de cantar temas en inglés de sus artistas favoritos: The Rolling Stones, Bob Dylan, The Kinks, The Troggs… Son algunas de las muchas cosas que descubrimos al leer El Gran Wyoming. Mil palos y ninguno al agua (Bao Komikiak, 2024), una novela gráfica escrita por Kike Turrón y Kike Babas y dibujada por hasta nueve ilustradores, con todo tipo de detalles biográficos. 

Se crio en el madrileño barrio de Prosperidad, con su padre trabajando como funcionario franquista en el Ministerio de Justicia y su madre regentando la farmacia que tenían debajo de casa. Él mismo llegó a estudiar la carrera de Medicina y a ejercer de médico mientras hacía el servicio militar obligatorio. Pero pronto dejaría la profesión para intentarlo en el mundo del espectáculo. A su regreso de un viaje a Ámsterdam volvió hecho todo un hippie, con su pelo largo, su mostacho y su guitarra al hombro. Su primer grupo de rock fue Paracelso, donde militaba quien sería su gran compañero en el mundo de la música: el teclista Ángel Muñoz-Alonso López, más conocido como Maestro Reverendo. Al disolverse la banda, harían un dueto que actuó durante ocho años en el bar La Aurora de Malasaña. Eran los 80, y entre el rock duro de Chapa Discos, la nueva ola, la movida madrileña y el rock radical vasco, defendían aquel formato tan curioso de cantante-pianista. Wyoming nos cuenta que estas cosas “no se deciden. Nosotros hacíamos rock&roll, pero era muy difícil grabar un disco en aquella época. Entonces, pasado un tiempo, el grupo se deshizo, y El Reverendo y yo andábamos buscándonos la vida por los bares, porque había mucho movimiento en aquella época, había muchísimas posibilidades. A diferencia de ahora, había muchísimos espacios donde la gente podía tocar. Que es la forma de hacerse, porque esto es como ¿tienes que ser un genio para llegar al WiZink o qué? Entonces había una transición, que era donde la gente se curtía. Llegó un momento que era tal cantidad la de locales donde había cosas… De todo tipo, eh: rock&roll, un monólogo, uno que recitaba a Lorca… El que no tenía nada iba de culo. Eso era un caldo de cultivo estupendo, de ahí salió muchísima gente muy buena”. 

Por aquella época comenzaría a hacer sus primeros cameos en películas y sus primeros trabajos en televisión. El primer programa que presentó fue Silencio, se juega (La 2, 1984), concurso dirigido por el realizador José María Fraguas: “Me hizo un casting para un programa de cine, que tuvo gracia porque me salió todo mal. Este hombre era hermano de Forges, el humorista, y le hizo tanta gracia cómo salía yo del paso que me cogió. En vez de un presentador al uso me cogió a mí, que era como muy friki. Había hecho otro programa antes que se llamaba Tablón de anuncios, pero este fue el que me catapultó ya, y desde entonces no he dejado de trabajar”. 

En 1993 comenzó a presentar El peor programa de la semana, dirigido en directo por Fernando Trueba para La 2 de TVE. El día que iba a charlar con Quim Monzó (escritor independentista catalán que pocos días antes había arremetido contra la monarquía en otra cadena), recibió presiones para suspender la entrevista. Wyoming se negó y el programa se canceló. Monzón sigue indignado con la falta de libertad de expresión en la actualidad: “Más que estar mejor o peor, ahora es injusto que esté pasando lo que está pasando. No tiene ninguna razón de ser. Es decir, entonces se entendía como que todavía quedaban vestigios de algo, pero ya está bien. Desde el espíritu del 78 han pasado 50 años casi, y todavía estamos en transición. Es muy injusto que a la gente la achicharren por decir cosas que son de sentido común”. 

En 1996 comenzaría la emisión de Caiga quien caiga en Telecinco. Aquella primera etapa se convertiría en un programa de culto, con Wyoming capitaneando este espacio de actualidad crítica y humor junto a Javier Martín y Juanjo de la Iglesia. Entre los reporteros, Tonino, Mario Caballero, Sergio Pazos, Arturo Valls y Pablo Carbonell. Todo coincidió con la presidencia de José María Aznar. El día que el elenco de CQC fue a comer con él a la Moncloa es algo legendario. El propio Carbonell lo recordaba durante la presentación del cómic el pasado mes de mayo: “Yo le he visto hablar a Aznar dejándolo convertido en una colilla”. A continuación, recreaba así la conversación entre ambos: 

Wyoming: “¿Este chalé es en propiedad o estáis alquilados?”. 

Aznar: “Ah, ¿no habías estado nunca aquí en la Moncloa?”. 

Wyoming: “No, nunca me he presentado a las elecciones”. 

Los detalles sobre aquella hazaña rozan casi la leyenda urbana, pero el propio Wyoming nos confirma que, en efecto, fue idea de Ana Aznar, la hija del por aquel entonces presidente: “Sí, surge porque es muy fan del programa, y precisamente Miguel Ángel Rodríguez, que ahora está tan de moda, nos llama. Había coincidido con él en un viaje a Galicia para un premio, y nos invita. A mí era una cosa que no me apetecía mucho, o más bien nada. Además, yo siempre he visto que esta proximidad con los políticos le quita fuerza al programa. Si te ven compadreando con alguien o pasándolo muy bien o que te vas de vacaciones con él, ¿luego qué me estás contando? Yo, y en general los periodistas, deberíamos poner una distancia. Yo, aparte, no soy periodista. Pero, vamos, me aterraba la situación, no me la imaginaba. Y no era fan de Aznar, claro. Si hubiera sido fan habría ido más contento. Yo dije que no me veía, pero era muy complicado decir que no a un presidente del Gobierno. Desde la cadena me dijeron que había que hacerlo, y dije bueno, pues, si hay que hacerlo, yo voy trabajando. Esta es la condición que puse. Entonces es cuando esto se convierte en un programa vestido del programa. Y bueno, vamos a comer, pero con la condición, que nos dijeron que sí, de que luego íbamos a hacer una entrevista. Terminamos la comida y nos dijeron: ‘Venga, tirad’. Y la tuvimos que hacer ahí, a salto de mata, como estás haciendo tú ahora [risas]: ‘¡Señor Aznar, antes de irse, tal…!’. Al techo y a los cámaras se los llevaron a otro lado… En fin, esa fue la historia, ni más ni menos”. Precisamente fueron las presiones de Aznar (tras las bromas que habían hecho sobre su mujer, Ana Botella) las que clausuraron la primera encarnación de CQC en 2002. En 2006, Wyoming comenzaría a presentar El intermedio, el programa que, de momento, no ha conseguido cerrar nadie. Y 18 años después sigue emitiéndose en directo en las noches de LaSexta. “Yo ahora soy un hombre calmado, me considero equilibrado. Pues ahora es cuando me ha tocado ir a juicio, ¡pero si yo ya no hago nada! (…). El atentado contra la libertad de expresión pasa por perseguir a personas siempre del mismo lado. Esto es así desde que tengo uso de razón. Yo nunca he visto perseguir a un periodista de derechas por decir cosas cabales”.

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