El reto de un transporte cero emisiones

por | 24 May 2022

Las emisiones contaminantes de los vehículos durante más de un siglo han provocado un grave deterioro en el medioambiente que debemos frenar y la tecnología avanza para crear medios de transporte más sostenibles.

Según un estudio reciente publicado por la revista The Lancet Planetary Healt, más de 1,8 millones de personas murieron en 2019 en ciudades de todo el mundo a consecuencia de las partículas en suspensión, y unos 2.500 millones de personas (el 86% de la población urbana) están expuestas al impacto de las partículas finas PM-2,5 (de un tamaño inferior a 2,5 micrómetros), tal como se refleja en un estudio de la Universidad George Washington de Estados
Unidos.

Son cifras escalofriantes que muchas veces no tomamos en serio los ciudadanos corrientes, un problema con el que convivimos y al que hay que hacer frente de forma inmediata, con medidas contundentes, porque el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con la polución es muy elevado y porque estamos destruyendo el planeta. Los responsables de ese aire tan viciado que se respira en las ciudades son numerosos, pero las sustancias contaminantes salen principalmente de los tubos de escape de los vehículos, las chimeneas de fábricas y centrales energéticas, las calderas de calefacción y también de la agricultura. Y la sustancia más nociva que flota en el ambiente es el dióxido de nitrógeno (NO2), que en su mayoría proviene de los motores de combustión de los vehículos, sobre todo del diésel.

El problema afecta principalmente a los países industrializados y, en España, el asunto es bastante más grave de lo que pensamos. En el ranking de ciudades europeas con mayor carga de mortalidad atribuible al NO2 encontramos tres españolas: Madrid y su área metropolitana encabeza la tabla de ciudades más ‘sucias’ por dióxido de nitrógeno, con Barcelona y su área metropolitana en sexta posición y Mollet del Vallés en séptimo lugar. Amberes, Turín, París y Milán ocupan el hueco entre las dos grandes ciudades españolas. Como consuelo, entre las ciudades con mayor mortalidad por PM-2,5, no hay ninguna española, una triste clasificación encabezada por Brescia (Italia), Bérgamo (Italia), Karviná (Chequia), Vicenza (Italia) y Silesia (Polonia).

CAMBIO IMPORTANTE DE RUMBO

Con todos estos datos y con la evidencia del cambio climático, la conclusión a la que llegamos es que la contaminación mata, interfiriendo en el curso de la naturaleza. La Cumbre de París de 2015 se puede considerar como el primer paso serio para cambiar nuestra sociedad, un compromiso de 195 países en el que se recoge un plan de acción mundial para reducir las emisiones de efecto invernadero y limitar el calentamiento global por debajo de los 2ºC.

La tecnología será un factor clave en los planes de descarbonización de la industria automovilística y el coche conectado.

 

En esta hoja de ruta se han fijado objetivos muy serios para la industria del automóvil, pues el sector del transporte es responsable del 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España. La evidencia del cambio climático, los graves problemas de salud que provoca la contaminación, el dieselgate (2015) en el que se vieron implicados importantes fabricantes, y otros factores, han acelerado el cambio de modelo energético, y, sin saber todavía cuál será el combustible del futuro, los combustibles fósiles ya tienen fecha de caducidad, pues en el año 2035 dejarán de fabricarse motores de combustión interna. La alternativa más lógica está en la electricidad, una tecnología que, a pesar de ser centenaria, no estaba preparada para dar el relevo a los tradicionales motores de gasolina y diésel. Europa ha decidido jugar un papel muy importante en la electrificación del automóvil y tecnologías como la hibridación han servido de puente estos años para la implantación del coche eléctrico puro, que todavía tiene que luchar con inconvenientes como el elevado precio, la escasa autonomía de las baterías y la falta de estructuras de recarga. Pese a todo, la industria está haciendo un esfuerzo muy importante y ha puesto en el mercado vehículos de todo tipo alimentados por baterías con los que tratan de cumplir los rigurosos límites de emisiones impuestos por la Comisión Europea, acompañados por millonarias multas que han obligado a desarrollar tecnologías híbridas enchufables (PHEV) cada vez más extendidas.

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LENTA IMPLANTACIÓN

Como demuestran las cifras de matriculaciones, la implantación del vehículo eléctrico no está siendo tan rápida como se esperaba y, en el caso de España, nos encontramos en el pelotón de cola de Europa. En 2021, España alcanzó una valoración de 45,9 puntos sobre 100 en el indicador de penetración de vehículo electrificado, que representa un crecimiento de 14,3 puntos respecto al año anterior, situando la cuota en el 8% del total de las ventas, muy lejos de Alemania (26%), Francia (18,3%) o Portugal (19,7%). Las comunidades donde más vehículos electrificados se venden son Madrid, Cataluña y las Islas Baleares.

La compleja situación que vive el mercado hace necesario un plan de incentivos que permita el acceso a la movilidad eléctrica a un buen número de usuarios. Hace un año se aprobó el Plan Moves III con un presupuesto inicial de 400 millones de euros que gestionan las comunidades autónomas con la finalidad de incentivar la compra de vehículos eficientes. Hay ayudas a particulares de hasta 7.000 euros –en el caso de empresas puede llegar a 10.000 euros– por la compra de un vehículo eléctrico puro, híbrido enchufable con autonomía de más de 30 kilómetros, y la novedad es que también se establecen ayudas para la instalación de puntos de recarga de vehículos eléctricos, que en el caso de particulares, autónomos y comunidades de propietarios puede llegar al 70-80% del coste.

LA TECNOLOGÍA SERÁ LA CLAVE

Si bien es cierto que el coche eléctrico no es realmente una solución cero emisiones hasta que las fuentes de energía para la recarga sean 100% renovables, es la solución más avanzada para la descarbonización del transporte por carretera y la gran apuesta para llegar a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de Naciones Unidas. También será necesario contar con la tecnología, capaz de hacer del transporte algo más sostenible y respetuoso con el medioambiente, acortando los plazos para llegar a cumplir los objetivos.

Ya se trabaja en lo que se conoce como ‘carreteras conectadas’ equipadas con sensores y cámaras, donde la información fluye desde las infraestructuras hacia los vehículos, y también en sentido contrario mediante la tecnología C-V2X (Cellular-Vehicle-to-Everything, por sus siglas en inglés, o tecnología celular vehículo a todo, en español), por la que los vehículos lanzan mensajes a otros usuarios, como por ejemplo presencia de niebla, obras o accidentes en el
itinerario. Aquí será de vital importancia el desarrollo de la red 5G en las principales vías de comunicación,  imprescindible para el coche conectado y autónomo.

La evidencia del cambio climático ha provocado una aceleración importante hacia las energías renovables en el transporte.

 

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MEJORAR LA RED DE CARGA

Son muchos los factores que están impidiendo la rápida implantación del coche eléctrico, entre ellos destacan el elevado precio de los vehículos, la escasa autonomía, el desorbitado precio de la electricidad y la escasa red de puntos de recarga públicos. Los objetivos marcados por la administración no se están cumpliendo y todo va mucho más despacio de lo previsto. Según datos de la patronal de fabricantes de automóviles (ANFAC), el año 2021 se cerró con un total de 13.411 puntos de recarga distribuidos en el territorio nacional, lo que significa 4.866 nuevos puntos durante el año pasado, muy lejos del objetivo fijado de 28.240 puntos, hito marcado para alcanzar la senda de los 340.000 postes en 2030 que puedan abastecer de manera eficiente a los 5 millones de vehículos que pretende el PNIEC (3,3 millones de turismos y comerciales).

POR TIERRA, MAR Y AIRE

La movilidad sostenible no se limita únicamente al transporte de pasajeros y mercancías por carretera. El sector del automóvil ha sido el que ha liderado el cambio hacia la electrificación, primero con los turismos y, más tarde, con los vehículos comerciales, y ahora el reto es buscar una solución factible en el transporte de mercancías. Algunos fabricantes ya ofrecen soluciones con camiones eléctricos, todavía muy caros y con poca autonomía, y el hidrógeno sigue estancado, cuando podría aportar mediante la pila de combustible una solución definitiva, aunque se encuentra con las trabas de hace años: faltan infraestructuras de recarga.

Otro gran foco de contaminación del que apenas se habla es el tráfico marítimo, donde en las grandes rutas comerciales puede contemplarse una importante estela de contaminación. Sustituir el fuel que alimenta los grandes cargueros por baterías eléctricas no parece viable, por esto se trabaja en otras soluciones como emplear gas, menos contaminante. Las compañías siguen investigando y Michelin ha anunciado que probará el primer prototipo del sistema de velas inflables WISAMO en un buque de carga de la naviera Compagnie Maritime Nantaise que operará en dos rotaciones semanales entre España y Gran Bretaña a finales de 2022. Este sistema utiliza el viento como fuente de energía para reducir el consumo de carburante en una embarcación y se puede instalar en la mayoría de buques mercantes y embarcaciones de recreo, resultando especialmente adecuado en buques contenedores, cargueros, petroleros y buques cisterna.

El medio de transporte colectivo más respetuoso con el medio ambiente sigue siendo el ferrocarril, y Renfe sigue comprometido en el aprovechamiento de todos los recursos para ofrecer un servicio más eficiente que responda a las nuevas necesidades de los usuarios. A ello se suman acciones como la gestión eficiente de la energía y la descarbonización, y desarrollará la nueva plataforma integral de movilidad Renfe as a Service (RaaS), que permitirá al cliente planificar y reservar todos los servicios ‘puerta a puerta’ que necesite para viajar. Así es como Renfe se está convirtiendo en un actor clave en la mitigación del cambio climático dentro del sector del transporte en España.

 

  

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