El reciente ataque cibernético, capitaneado por el ransomware Wannacry, ha desatado alertas en las esferas políticas españolas. El gobierno de Rajoy ha impulsado una propuesta de ley cuyo objetivo sería formar una fuerza de hackers al servicio del país. Si bien diversos expertos cibernéticos señalan que este movimiento no es más que propaganda que se quedará en nada, ya que dudan que algún hacker quiera unirse a las filas de las fuerzas de seguridad.
El propuesto escuadrón de ciberseguridad actuaría como una unidad militar de emergencia, como las que ya funcionan en Israel o Francia. Se estima que esta reserva de hackers tendrá unos 2000 efectivos.
Tras este proyecto se encuentra, Enrique Ávila, veterano de la ciberseguridad en España y director del Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad. Según Ávila, este cuerpo sería de naturaleza civil, pero estaría bajo las órdenes del Mando Conjunto de Ciberdefensa, el cual depende del Estado Mayor de la Defensa. A pesar de su categoría de civiles, estos ciberreservistas manejarían información confidencial.
La ciberguerra no es algo nuevo. Desde hace más de una década, instituciones gubernamentales de varios países, a menudo ramas de las fuerzas armadas, se dedican a la defensa y al ataque cibernético. El programa nuclear iraní puede dar buena cuenta de ello, al igual que los planos del caza americano F35 que «inspiraron» el desarrollo del avión de combate chino J31.
Hasta ahora, en España, no ha existido nunca un departamento de las FFAA que se dedicase exclusivamente al combate digital. Si bien es cierto que ciertos virus de origen español, como el Careto, han atacado objetivos en países que podrían estar en la lista de prioridades de la política internacional española. Países del norte de África, Reino Unido y muchos otros fueron afectados por el malware creado, supuestamente, por el CNI. En esta ocasión, el origen del virus se descubrió al estar parte de su código escrita en español muy castizo.

Expansión del virus español «Careto».
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