¿A quién estafa el influencer?
Hecha la ley, hecha la trampa. El auge en el marketing de influencers digitales hace que cada vez más existan compañías dedicadas a la estafa. Identificarlo es fundamental para las marcas, puesto que está en juego su reputación, economía y crecimiento.
Cada vez son más las marcas que confían en el marketing con influencers digitales, pero estos, a diferencia de otros medios más convencionales, se han convertido en un terreno difícil y, a menudo, rodeado de estafas que conviene saber identificar a tiempo.
Tan solo el 40% de los influencers online son reales
Según un estudio de Business of Fashion, llevado a cabo por la compañía de ciberseguridad Cheq y la Universidad de Baltimore, se estima que los anunciantes hayan perdido en torno a 1.300 millones de euros al año con esta práctica. Eso supone alrededor de un 15% del total invertido en los influencers digitales. Para llegar a esta conclusión, se investigó el perfil de 10.000 influencers online y se vio que el 25% de sus seguidores eran falsos. Hoy, se estima que tan solo el 40% de los creadores de contenido activos a nivel mundial están libres de distintas formas de fraude como la compra de seguidores, comentarios pagados, etc. según Hypeauditor.
Como vemos, son muchas las cuentas de Instagram que compran a sus seguidores, tan solo haciendo unos pocos clics. Unos 10 euros cuestan los 1.000 followers y unos 6 los 250 likes en Instagram a través de plataformas como Buzzoid o Hypez, una práctica impune y muy atractiva teniendo en cuenta cuánto gana un influencer.
LAS CLAVES DE LA ESTAFA
Pero existen formas para identificar el fraude, La Caja Company nos aporta algunas pistas:
Las granjas de bots automatizados son un tipo de fraude. Estos bots son programas configurados expresamente por los usuarios para dar ‘me gusta’, compartir y comentar. Por lo general los utilizan para aumentar las métricas en sus propias publicaciones, para dar la apariencia de que poseen una comunidad activa. Sin embargo, el engagement que proporcionan no es real.
A través de plataformas como Binfluencer, que utilizan la inteligencia artificial para detectar si el engagement de un influencer es real, podremos identificar el uso de estos bots. A simple vista, un perfil con 100.000 seguidores, pero con aproximadamente 10-20 likes por publicación es un claro ejemplo de perfil falso.
Un auténtico influencer se relaciona con su audiencia a través de las interacciones, y esto se evidencia a través de los ‘me gusta’, los comentarios, las reproducciones, los posts compartidos, etc. A pesar de que no todos los seguidores reaccionan o interactúan con cada publicación del influencer digital, la relación entre el número de seguidores y la interacción en la cuenta del perfil refleja autenticidad. Un ratio de interacción promedio sería, por cada 1.000 seguidores, entre 40 y 50 likes o reproducciones por publicación.
Sin embargo, en ocasiones se crean los llamados grupos de engagement, personas que se unen en grupos con el objetivo de intercambiarse ‘me gusta’, comentarios y seguidores, y siempre son las mismas. De esta manera, crean la ilusión de tener interacciones reales, y a pesar de que sí son personas reales y no bots, tales interacciones no poseen un valor real para el influencer digital ni, por ende, para las marcas.
MÁS SEÑALES
Construir una comunidad activa conlleva tiempo y un influencer digital invierte esfuerzos y recursos para hacer crecer su presencia. Quizá el hecho de volverse viral o tener un pico repentino de popularidad puede impulsar la rapidez con la que crece el número de seguidores, pero esto no es lo habitual. Los perfiles falsos de influencers online no necesitan establecer relaciones ni hacer crecer sus cuentas con esfuerzo, sino que pueden experimentar un rápido aumento gracias a la compra de seguidores. Por ello, las cuentas que se han creado recientemente pero que presumen un elevado número de seguidores son, en su mayoría, perfiles falsos.
Por otra parte, si la audiencia del perfil no tiene nada en común o el influencer digital está ubicado en una zona del mundo que no tiene nada que ver con sus seguidores, por ejemplo, un influencer que sea de España, pero con seguidores principalmente en Rusia o Arabia Saudí, etc., es casi siempre una cuenta falsa.
Otra medida que ayuda a identificar a estos estafadores del siglo XXI es comprobar su historial para ver cuánto tiempo ha estado publicando, revisar si posee perfiles en otras redes sociales y el número de seguidores con los que cuenta en cada uno de ellos. Además, conviene investigar las marcas con las que ha trabajado previamente.
Asimismo, debemos tener en cuenta algunas señales específicas de cada la red social que se utiliza. Si se trata de Instagram, presta atención a la calidad de las fotos, vídeos e stories. Un perfil falso no va a invertir en fotos de calidad, no mantendrá un feed con contenido de valor ni utilizará hashtags de acuerdo con la temática.
Si se trata de YouTube, analiza el número de visualizaciones, la proporción entre ‘me gusta’ y ‘no me gusta’ de sus vídeos, así como el tipo de comentarios de sus seguidores. Un vídeo con un gran número de visualizaciones, pero con pocos comentarios, probablemente se preste para un fraude. Estas señales son válidas en otras redes sociales, como Facebook, Twitter y TikTok.
Otra recomendación es buscar su nombre de usuario en Google, esto aplica también para microinfluencers. Si buscas el nombre de un influencer en Google y no sale nada, sospecha lo peor.
Por último, se recomienda a los anunciantes solicitar referencias antes de trabajar con el influencer digital, estadísticas y utilizar las herramientas especializadas de las que ya disponemos para analizar los datos de los perfiles. Tecnología y sentido común al servicio del contratante para poner barreras al estafador.