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Fabiano Massimi: “Nuestro tiempo se parece mucho al del nazismo”

Juan Carlos de Laiglesia| 8 de septiembre de 2021

Fabiano Massimi publica Los demonios del Reich, la nueva aventura del comisario Siegfried Sauer tras el éxito de El ángel de Múnich, con la que ganó el Premio Asti d’Appello.

 

La segunda novela del superventas italiano es un thriller histórico en torno al incendio del Reichstag berlinés en febrero de 1933. Con el auge del nazismo de fondo, Massimi mezcla testimonios reales, documentos históricos y hechos que nunca se aclararon para homenajear a Marinus van der Lubbe, el joven holandés que fue chivo expiatorio del incendio al que se ejecutó tres días antes de cumplir 25 años y cuyo cuerpo nunca fue entregado a su familia.

 

¿Por qué cree que el nazismo y la figura de Hitler continúan ejerciendo tanto interés entre público, escritores y estudiosos?

Esa pregunta me atormenta desde hace años. Mi respuesta es que se trata de una época histórica tan aplastante que aún no hemos cerrado esa herida. Hitler y su nacionalsocialismo han ocasionado un daño tan abrumador que nos sobrepasa y sigue siendo un misterio. Los nazis inventaron nuestro mundo y no hemos logrado ‘des-inventarlo’.

«Existe una similitud terrible entre los años 30 del siglo pasado y estos años 20 del siglo XXI»

 

¿Es que encuentra paralelismos entre esa etapa histórica y la actual?

Los años 30 del siglo pasado que trato en mis novelas y estos años 20 del siglo XXI son terriblemente similares. Aquel estancamiento económico se atribuyó a judíos y polacos… nosotros decimos que es culpa de los inmigrantes. Al electorado se le prometían hombres nuevos que iban a limpiar todo lo podrido, se criticaba que los políticos del momento no conocían los problemas del pueblo. Eso mismo se oye hoy. Hoy se hace antipolítica, se habla de hombres nuevos que prometen milagros económicos derivados de la eliminación de otras circunstancias… Hitler fue el primero que dijo ‘Alemania primero’, y hoy dicen ‘América first’. Ellos construían muros en los años 30 para encerrar a otras razas en guetos y, en los mismos días en que yo revisaba el texto de mi nueva novela, estaban asaltando el Capitolio de Washington. Sentí que había una línea muy delgada entre una situación y la otra.

«Oscar Wilde decía que solamente lo superfluo es necesario»

 

¿La novela histórica contribuye a esclarecer la verdad y divulgar la Historia, o simplemente fabrica entretenimiento con ella?

Yo no elegí la novela histórica. Me cayó del cielo esta historia de Geli Raubal, la sobrina de Hitler que es el personaje central de El Ángel de Múnich. Era una investigación personal que me obsesionaba y decidí escribirla para sacármela de la cabeza. Entonces descubrí que el thriller histórico me venía bien, porque es un género literario que son muchos géneros juntos: la potencia de la novela histórica y el entretenimiento, que es el abecé de la literatura. Para mí, una novela tiene ser una experiencia placentera como decía Umberto Eco, mi maestro. Tiene que despertar una interlocución entre la novela y el lector. En cuanto a su utilidad, Oscar Wilde decía que solamente lo superfluo es necesario.

 

No puedo evitar relacionar su temática con las novelas de Philip Kerr y el detective Bernie Gunther.

Es un buen referente. Antes de El Ángel de Múnich no lo había leído, pero en las reseñas sobre mi novela me relacionaban con él, empecé a leerlo y me quedé maravillado. Fue como cuando, de repente, te encuentras con alguien que ha vivido en otro lugar totalmente diferente, pero piensa como tú. Que haya fallecido me entristece mucho. Para mí es como Virgilio para Dante.

«La investigación literaria es como una serendipia: encontrar el detalle perfecto en el momento exacto»

 

Hay una intensa labor de investigación en sus novelas. ¿Esa es la parte más compleja o el desarrollo posterior de las tramas?

Los escritores vivimos a la sombra del ‘síndrome del impostor’, esa sensación de que, en realidad, no sabes lo que estás diciendo. Por eso, cuando investigo, yo lo leo todo, lo busco todo, lo compro todo, visito todos los lugares, los fotografío… La parte divertida llega justamente cuando empiezo a pensar en la trama. Tengo unos personajes que tienen que hacer algo, ir a alguna parte, pero no sé dónde, y la investigación me va llevando a donde necesito ir. Es como una serendipia, encontrar el detalle perfecto en el momento exacto. Entonces ya te parece que estás vislumbrando tu historia y que esa historia es verdadera.

Para Los demonios del Reich tuve un problema grave porque quería que el detective Siegfried Sauer, que va buscando a su amada Rosa, entrara en el Reichstag berlinés. Los historiadores no se ponen de acuerdo, nadie sabe lo que ocurrió la noche del incendio salvo mi detective Sauer, porque estaba allí, y yo quería llevar al lector con Sauer dentro del Parlamento. Como el Reichstag se quemó, tuve que ir a Berlín, ver sus fotografías, sus mapas… y ahí descubrí algo increíble que, en mi opinión, es la solución del enigma. ¡Y es que debajo del Reichstag hubo un túnel secreto que pudo haberse utilizado para entrar en él y llevaba hasta la casa de Göring, nada menos!

 

Tras su consagración literaria, ¿qué nuevos proyectos prepara?

Tengo dos historias en la cabeza y debo elegir con cuál continúo. Una sería la tercera aventura del comisario Siegfried Sauer, y la otra es una historia real que se conoce muy poco y en la que merecería la pena profundizar.

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