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Fast fashion: ventajas, desventajas y cómo resistirse a ella

Trini Negri| 24 de febrero de 2025

A todos nos ha pasado. Vamos por la calle y no tenemos pensado comprar nada, pero pasamos por delante de un escaparate que tiene esa prenda que hemos visto en redes sociales. No podemos resistirnos y nos la llevamos, pero al final la usamos una o dos veces porque pasa de moda. Para mantenerse al día con tendencias rápidamente cambiantes propagadas por pasarelas, influencers digitales y redes sociales, los ávidos compradores suelen recurrir al fast fashion, un término que tiene ver con comprar prendas más económicas que duran menos en el mercado. 

Cuando el comprador o compradora hace una comparación entre lo que paga con lo que adquiere no ve demasiada pérdida, pero ¿realmente es así? Las ofertas fast fashion (tendencia también conocida como “moda rápida”) están por todas partes. Proviene de minoristas electrónicos con interminables ofertas gustosas para el bolsillo o de grandes almacenes que parecen estar siempre de rebajas. Aunque la moda rápida parece la mejor opción en muchas oportunidades, como toda tendencia de moda, tiene sus pros y sus contras. 

Los ávidos compradores suelen recurrir al fast fashion, un término que tiene ver con comprar prendas más económicas que duran menos en el mercado. 

Ventajas y desventajas del fast fashion 

Para conocer en profundidad hasta qué punto conviene adherirse al fast fashion, le hemos consultado a la reconocida asesora de imagen Emilia De Havilland, quien nos ha proporcionado un enfoque más amplio de lo que se ve en las calles. 

“El fast-fashion es un modelo de negocio en la industria de la moda que se basa en la producción masiva de ropa a bajo coste, replicando tendencias de pasarela en un tiempo récord para que el consumidor pueda acceder a ellas de manera inmediata. Estas prendas suelen ser de baja calidad y pueden tener un ciclo de vida corto. En España, marcas como Zara y Mango han sido referentes en este modelo de negocio, ofreciendo colecciones nuevas cada pocas semanas para incentivar el consumo constante”, explica la personal shopper

Ventajas de unirse a la tendencia fast fashion 

De Havilland enumera cuatro importantes ventajas de rendirse ante los encantos del fast fashion. En primer lugar, destaca la accesibilidad, dado que la moda rápida “permite que cualquier persona pueda acceder a las últimas tendencias sin gastar grandes sumas de dinero”. Ventaja a la que debemos sumarle la variedad (“Hay una gran oferta de prendas, estilos y tallas para diferentes gustos y necesidades”) y la rapidez (se renuevan las colecciones constantemente, ofreciendo siempre novedades). 

Por último, pero no por ello menos importante, subraya la versatilidad. “Tu estilo personal evoluciona en cada etapa de tu vida. Este tipo de prendas nos pueden ayudar a sentirnos actualizados/as sin que sea el grueso de nuestro armario”, aprecia. 

Desventajas de ser fiel a la tendencia fast fashion 

Pero no todo es color de rosa. Emilia De Havilland también ha compartido con Influencers cuatro desventajas de implicarse demasiado con esta tendencia. La baja calidad es la más llamativa, ya que la moda rápida pasa de moda rápido y las prendas no duran tanto, por lo que, si una prenda te gusta, no podrás conservarla durante demasiado tiempo. “Los materiales suelen ser de menor duración, lo que provoca un desgaste rápido”, explica. 

Dicho esto, llegan las partes más controversiales de la tendencia fast fashion: su impacto ambiental, condiciones laborales cuestionables y la promoción de un consumo impulsivo. “Genera una gran cantidad de residuos textiles y contaminación debido a la sobreproducción. Además, muchas de estas prendas se fabrican en países con mano de obra barata y condiciones laborales precarias. Al ser ropa económica y en constante cambio, incentiva las compras compulsivas y la acumulación innecesaria de prendas”, matiza la experta en estilismos. 

“Los materiales suelen ser de menor duración, lo que provoca un desgaste rápido” (Emilia De Havilland)

¿Cómo reconocer las modas fast fashion y slow fashion

Cuando nos paramos a pensar en moda sostenible, rápidamente surge el término slow fashion o moda lenta como una de las tendencias más propicias para abordarla. Pero el slow fashion va más allá de una simple tendencia. Más bien podríamos acuñarlo como un lifestyle, un modo de pensar y concebir la moda en un nivel consciente ético y respetuoso con el medioambiente, los trabajadores y los consumidores. 

El concepto de moda lenta surgió tras el masivo despliegue de la moda rápida, posicionándose como su antagonista. Este término propone todo lo contrario al fast fashion. Es decir, una desaceleración de la moda fundamentada en productos con calidad, durabilidad, longevidad, tiempos de producción más lentos, mano de obra con un salario justo, realización de producciones acotadas y atemporales y un trabajo basado en la reducción de la huella de carbono. 

Como usuarios, ¿de qué manera podemos identificar las modas fast fashion y slow fashion cuando vamos a comprar? Emilia De Havilland nos recomienda fijarnos en la etiqueta: “las prendas de slow fashion suelen especificar materiales naturales, producción responsable y mayor calidad en acabados”. 

Asimismo, señala que existen ciertas prendas fast fashion que pueden reinventarse y convertirse en básicos. Ejemplos de ello son camisas blancas y camisetas básicas (si son de algodón o lino), blazers en tonos neutros (“cuando la confección es buena, pueden combinarse con múltiples looks y alargarse su vida útil”), y jeans clásicos o pantalones de vestir. “El truco está en elegir prendas de cortes sencillos y materiales que soporten el paso del tiempo”, valora. 

Estas prendas extenderán su vida útil si se les ofrece un cuidado adecuado, para el que la experta nos deja los siguientes tips: lavar con menos frecuencia, usar agua fría y programas suaves, secar al aire, reparar antes de desechar y rotar el uso. 

“El truco está en elegir prendas de cortes sencillos y materiales que soporten el paso del tiempo” (Emilia de Havilland)

¿Es posible resistirse a la tendencia fast fashion

Sabiendo la diferencia entre la tendencia fast fashion y slow fashion es probable que muchas personas decidan, de forma consciente, la segunda opción. Sin embargo, al llegar a las tiendas hay diferentes factores que influyen en la decisión de compra, que puede cambiar radicalmente en comparación con la idea que teníamos cuando ingresamos al establecimiento. ¿Qué sucedió en medio? Caíste en la trampa del fast fashion. Todas las tiendas utilizan técnicas para convencer al usuario de comprar sus productos, a veces de una manera tan audaz que el usuario no se da cuenta hasta que ha llegado a casa. 

Por ejemplo, poner música marchosa incita a comprar impulsivamente. Esta técnica tiene que ver con el neuromarketing sensorial. Limita nuestro autocontrol, incidiendo en nuestras emociones y estado anímico llevándonos a comprar más. También influyen presentaciones de productos que nos invitan a pensar que no seremos felices sin esa prenda, espejos que hacen que la gente luzca más delgada o descuentos que parecen oportunidades de oro (como el famoso 2×1 o 3×2). 

Para no caer en la tentación, Emilia sugiere los siguientes tips:  

  • Haz una lista de lo que realmente necesitas antes de salir de compras. 
  • Evita compras por impulso y date 24 horas antes de decidir si realmente lo quieres. 
  • Piensa en combinaciones. Si una prenda no combina con al menos tres cosas de tu armario, no la compres porque va a acabar al fondo de tu armario sin usar. 
  • Invierte en calidad, no cantidad. Una prenda bien hecha vale más que cinco de mala calidad. 
  • Explora otras opciones como segunda mano o marcas sostenibles. 

¿Pocas prendas de calidad o muchas prendas económicas? 

Llegamos a la pregunta que se hacen millones de personas en todo el mundo. El clásico “no quiero repetir modelito” y como no quiero repetir compro más ropa, comportamiento que podría ser juzgado por los consumidores más cautos. Emilia indica que la conveniencia o no del uso del fast fashion depende “del uso que se le quiere dar. No se trata de rechazar el fast fashion por completo, sino de hacer compras más conscientes. Puede ser útil para adquirir tendencias que se adapten a nuestro estilo y formas y al mismo tiempo nos permitan sentirnos actualizados/as. Sin embargo, el grueso del armario debería estar compuesto por prendas de calidad y atemporales”. 

Con una mirada flexible ante las tendencias actuales, ¿qué suele ser mejor para el usuario? ¿Pocas prendas de calidad o muchas prendas económicas? “Desde un punto de vista profesional, la mejor opción es un término medio. Ya que nuestro estilo va a cambiar en cada etapa de nuestra vida. Un armario funcional se basa en piezas versátiles que puedas combinar de diferentes maneras. Comprar en exceso solo genera acumulación y confusión a la hora de vestirse”, manifiesta nuestra entrevistada. 

Y cierra: “Sin embargo, encontrar un equilibrio es clave. No todo tiene que ser premium, pero sí es importante priorizar calidad en prendas básicas como blazers, camisas y pantalones, mientras que para las tendencias pueden adquirirse prendas más económicas”. 

No hay duda de que la moda está cambiando y el fast fashion forma parte de nuestra vida, aunque sea cuando nos detenemos a mirar un escaparate bien presentado. Pero cómo amoldamos esa tendencia a lo que realmente queremos transmitir con nuestra ropa es una decisión personal.  

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