Guiomar Alfaro: «Sobre la pasarela siento que puedo ser yo»

A sus 54 años, la modelo navarra Guiomar Alfaro volvió a pisar con fuerza las pasarelas hace tres años. Un movimiento que le ha reportado las emociones que necesitaba y que ha favorecido que su nombre se distinga. Una apreciación que ha conseguido siendo ella misma.
Guiomar y la moda son dos entidades que llevan entrelazadas más de 40 años. Su primer desfile, recuerda la modelo navarra, lo realizó junto a su hermana gemela cuando tenían unos 14 años. Vestidas de sevillanas para la ocasión, la conexión que sintieron con la pasarela fue instantánea. Una atracción que, lejos de perderse, las acompañó de manera profesional en los siguientes años hasta que, a los 27 años, Guiomar tomó la decisión de dejar la pasarela para centrarse en su familia.
Sin embargo, esas sensaciones de libertad y júbilo que experimentaba y vivía en cada desfile la modelo nunca las perdió. De hecho, fueron esas emociones las que contribuyeron a que, a sus 54 años, haya vuelto a pisar con fuerza la pasarela siendo más ella que nunca y demostrando que esta, pese a lo que se suele decir, no entiende de edad. O, al menos, no lo hace si sabes cómo diferenciarte: haciendo que tu nombre sea imborrable.
Guiomar, ¿qué ha supuesto para ti volver a las pasarelas? ¿Cómo fue la decisión?
Diría que fue en el momento justo. Estaba pasando por una etapa anímicamente mala a causa de la menopausia. Solo tenía ganas de llorar y no sabía qué hacer. Había días en los que no quería salir ni de la cama. Un día encontré la tarjeta de la agencia de modelaje en la que trabaja mi hijo y sentí cómo resurgía en mí esa sensación de libertad y de alegría. Algo se despertó en mí. Y pensé: ¿por qué no pruebo? Sabía que tenía que encontrar algo que me animase y esa idea, con solo imaginarla, ya lo estaba haciendo. Y lo hace. Aunque yo creo que va más allá de la moda; el salir, el conocer y hablar con gente nueva me ha ayudado muchísimo. Y eso es justo lo que me invitó a regresar al mundo de la moda. Aunque pronto sentí que necesitaba más que la pasarela, quería y necesitaba esa interacción, y decidí lanzarme al vacío y probar sin agencia, tiré de agenda y me ha encantado la experiencia.
Un movimiento con el que, más allá de abogar por la naturalidad, has iniciado una cierta revolución…
En estos meses, no he dejado de ser yo misma. Algunos medios han señalado que era revolucionaria porque no llevaba ni una gota de maquillaje en muchos photoshoots, pero ¿por qué iba a llevarlo? En mi día a día no lo hago; qué necesidad tenemos de esconder las arrugas. Son marcas naturales. En ese sentido, lo que busco e intento es que todas esas mujeres que, por ejemplo, lo están pasando mal (como yo lo pasé en su momento con la menopausia) o que están atravesando una etapa plagada de inseguridades encuentren ese ‘algo’ que les haga felices y, sobre todo, que sean ellas mismas. Con o sin maquillaje. Está bien ser diferente; es la diferencia la que marca una personalidad.
Además, también has normalizado con tu ejemplo que el cuerpo de la mujer cambia al llegar a la menopausia…
Sí, es cierto. Los cuerpos cambian y nunca está de más visibilizar que es algo natural. Ahora bien, siempre he procurado seguir una buena alimentación y estar activa, que es también clave, ya no solo para el modelaje, sino por el propio bienestar.
Después de volver a las pasarelas y al mundo del modelaje, consolidándote en esta parte de la moda, ¿has notado algún cambio desde que te hicieras un hueco en ella hace unas décadas?
Por supuesto. Al final, han pasado tres décadas y en aquella etapa había otra mentalidad. Antes se firmaba con la agencia, no se conocían o se escuchaban otras opciones. Y sí que es cierto que, en aquellos años, seguía a mi hermana. Siempre hay una que tira de la otra y, curiosamente, era mi hermana. Me gustaba desfilar, pero todo el tema de estar pendientes y esperar las pruebas y los castings… lo detestaba. Y eso, en la actualidad, se ha modernizado; la mayoría de las pruebas se hacen desde casa. Entonces, lo veo con mejores ojos.

Matizabas que no sentiste vértigo al volver a la pasarela, pero ¿qué consejo le darías a esas mujeres que quieren dar el paso, pero no se atreven por la edad?
Que lo prueben. Y, si realmente resulta que es su pasión…, ¡adelante! Es cierto que es difícil hacerlo cuando no tienes ningún contacto, pero todas hemos tenido una primera vez y, si de verdad les gusta…, no pierden nada. La vida es demasiado corta para quedarse con el runrún de ‘podría haber hecho…’. Inténtalo: no te cortes. Mi consejo, tanto a las nuevas como a las generaciones más veteranas, sería que intentaran ser ellas mismas y que busquen su marca diferencial.
¿Algún desfile que recuerdes por esa sensación de sentirte sin filtros o sin ese runrún?
Es difícil escoger, pero recuerdo con especial cariño la Swim Week de Canarias. A diferencia de otros desfiles, en estos te animan a ser tú misma. Yo creía que a estas alturas no me pondría jamás un bikini y lo hice. Me sentí muy empoderada. Disfruté con cada pisada y creo que se transmite más con esa etiqueta informal que se aleja del clásico patrón del modelaje de cara seria, altiva y distante. Es más cómodo, más cercano. Acabé con una sonrisa de oreja a oreja con la experiencia.
¿Dirías que esa libertad es el futuro de la industria del modelaje?
Yo diría que la clave es ser nosotras mismas sobre la pasarela. ¿El futuro? El tiempo dirá. Sin embargo, creo que se disfruta y se transmite más con esa libertad que si, al contrario, caminas impasible o apática sobre la pasarela.
¿Sería ese el consejo que le darías a las nuevas generaciones?
Sin duda, partiendo de mi experiencia, les diría que buscasen su marca diferencial. Creo que es justamente ese punto distintivo el que les hará sentirse a gusto en los distintos trabajos del modelaje y que, en definitiva, se fijen en ellas o ellos. Es normal inspirarse en los grandes nombres, pero siempre siendo fiel a las ideas que cada uno tenga. Por supuesto, sin perder la profesionalidad. Al fin y al cabo, como se suele decir, trata bien y te tratarán bien.
Más allá de no dejarte llevar por la corriente y seguir fiel a tu esencia, ¿algún futuro objetivo en mente?
Yo quiero ser la siguiente musa de Balmain. No voy a parar hasta que Olivier Rousteing, el director creativo de la firma, me tenga en cuenta para sus desfiles. En serio, es mi ídolo. El por qué recae precisamente en lo diferente que es del resto y en que tiene una vida con la que me siento en cierta medida identificada. No me olvidaré de lo que me produjo ver en febrero su desfile protagonizado por modelos que podrían ser tachadas de mayores. Y todas ellas rebosaban una elegancia, una distinción… Sin duda, reitero, me encantaría y mi objetivo es ser su siguiente musa.
¿Te pones una fecha límite para conseguirlo o no tienes en mente dejar las pasarelas a corto plazo?
Yo quiero seguir todo lo que pueda. Me jubilo como profesora en la Escuela Oficial de Idiomas en unos años y, mientras me apetezca y me haga feliz, ¿por qué no continuar? Mientras esas dos variables sean positivas, continuaré. Sí que es cierto que me han cortejado ciertas agencias y debo admitir que, como me han concedido prescindir de exclusividad recientemente, estoy encantada porque son todos majísimos y, además, trabajamos en equipo. Y mientras me sienta así, continuaré.
Foto (c) Gala Regnault