Así es el arma hipersónica de China que aterroriza al Pentágono
Oficialmente parece inaugurada una nueva época de terror militar entre superpotencias: la era de las armas hipersónicas. El relato bien podría haber nacido de alguna mente brillante de Hollywood, dado que lo tiene todo. El trasfondo geopolítico de reinar el mundo. Una tecnología nunca vista que atemoriza al Pentágono. Y la materialización de una vieja profecía de un ‘genio malvado’: Nikita Jruschov.
Así, el primer ministro soviético advirtió a Estados Unidos en 1962 que podría “atacar a EE.UU. a través de la Antártida”. Nunca se llegó a creer a Jruschov. Al fin y al cabo, lo último en misiles aquel entonces eran los llamados misiles balísticos intercontinentales que solo funcionaban cruzando el Polo Norte, tras alzarse 1,2 kilómetros de altura para luego caer violentamente sobre el objetivo.
Un tipo de cohetes para los que Estados Unidos y Canadá sí estaban preparados. De hecho, en 1958 crearon el NORAD (Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial, por sus siglas en inglés). En pocas palabras, se trataba de una organización promovida por ambos países para salvaguardar los cielos norteamericanos de los misiles de larga distancia rusos.
El NORAD constaba de un sistema de radares capaces de detectar el ascenso de los misiles intercontinentales. La idea es sencilla. En primer lugar, los radares reconocían el recorrido parabólico de los cohetes. Una vez obtenidas las coordenadas, se podía lanzar un tipo de proyectiles construidos para interceptarlos.
La defensa de EE.UU. y Canadá resultó tan efectiva que la URSS se vio obligada a actuar. Un par de años más tarde, el NORAD creó el llamado Sistema de Bombardeo de Órbita Fraccionada. La característica principal era que se trataba de misiles que prácticamente no salían de la órbita terrestre, volaban más bajo a su objetivo y podían dar la vuelta a la tierra.
TEMOR EN EL PENTÁGONO ANTE LAS ARMAS HIPERSÓNICAS
Otros dos años después, Jruschov haría su predicción. La historia continúa con casi 60 años de fracasos hasta que recientemente los ingenieros militares chinos se han situado muy cerca. Ahora, el Pentágono teme que los nuevos misiles hipersónicos chinos no solo sean una extensión del Sistema de Bombardeo soviético, sino que hayan ido mucho más lejos.
De hecho, altos funcionarios del Gobierno de Estados Unidos han mostrado su temor por las pruebas llevadas a cabo por China. También el propio el presidente, Joe Biden, reconoció afirmativamente el problema que esto supone. Aunque lo peor es que no parece que haya nadie que sepa realmente cómo se ha conseguido.
“Desde el Pentágono se esfuerzan por comprender cómo China ha dominado la tecnología”, explican desde el Financial Times. Y es que el medio ha informado recientemente tanto de nuevas pruebas del gigante asiático como del temor estadounidense. El problema es el enigma para superar los límites de la física. La idea es que el ejército chino ha logrado dar un paso más allá en la revolución de los cohetes planeadores.
Hasta ahora, eran conocidos los misiles planeadores como mejora de los balísticos intercontinentales. Estos se lanzan desde más abajo de tal manera que apenas salen de la atmósfera, lo que les hace menos visibles para los radares. Además, son capaces de navegar sin energía adicional, lo que les permite seguir rutas enrevesadas capaces de bordear las defensas antimisiles.
Pero China ha dado un giro. Los nuevos planeadores no solo suben y bajan, aunque con trayectorias más anárquicas, sino que también pueden rodear la Tierra. Una ventaja, que descubrió Jrustov, que permite llegar a América desde una dirección en la que el país no tiene forma de detectar los motores de los cohetes.
EE.UU. TAMBIÉN TRABAJA CON PROTOTIPOS HIPERSÓNICOS
Pese a la gravedad del desarrollo chino, la respuesta de EE.UU. parece algo exagerada. De hecho, la combinación de una tecnología de orbitación y planeador no es nueva, sino que la NASA ya ha sido capaz de crear naves así. Una fue el antiguo transbordador espacial del país, otro es el misterioso avión espacial X-37B.
Se trata de una de las aeronaves más ocultas del mundo. El prototipo lo creó la Fuerza Aérea de Estados Unidos junto con Boeing, con un plan secreto, y pese a que lleva varios años en marcha, muy poco se sabe de él. Quizás, lo más reseñable es que en 2019 batió el récord de horas de vuelo de forma ininterrumpida.
Aunque hay una diferencia reseñable: el X-37B no se ha creado para estrellarlo contra un objetivo con armas nucleares a bordo. Incluso, su uso como arma no necesita siquiera el uso de material nuclear. La razón radica en que la velocidad también puede transformarse en energía, como plasmó Albert Einstein con una de las ecuaciones más famosas de la historia.
En concreto, un simple objeto de un kilogramo a una velocidad varias veces superior a la del sonido es capaz de generar más energía al chocar contra la superficie que detonar un kilogramo de TNT. Y, obviamente, el apellido hipersónico que ha recibido implica que es capaz de ir muy rápido. De hecho, las armas hipersónicas son aquellas que pueden viajar a más de cinco veces la velocidad del sonido, o alrededor de 1,6 kilómetros por segundo.
CHINA ADVIERTE SOBRE SU CRECIENTE POTENCIAL MILITAR
China niega una y otra vez que las pruebas impliquen un desarrollo de esta magnitud. Pero cada noticia, y cada prueba, hace que sea menos creíble la postura de los dirigentes chinos. Pero, ¿qué motivación puede tener el gigante asiático?
Una opción estaría ligada al desarrollo de las defensas antimisiles de Estados Unidos, que se intensificó después de que la administración de George W. Bush se retiró del tratado de misiles antibalísticos en 2002. La idea consistiría en que China y Rusia estén construyendo armas nucleares cada vez más avanzadas para asegurar que sus misiles pueden penetrar cualquier defensa estadounidense actual o futura.
Por el momento, la motivación militar es la que más adeptos reúne. Hasta el punto de que a principios de año se descubrieron dos grandes campos de silos con misiles balísticos intercontinentales sospechosos en el norte de China. Rusia, por su parte, ya mostró en 2019 sus desarrollos con Avangard. Hasta el punto de que a finales de ese año destrozó un objetivo en Kamchatka con su arma de propulsión hipersónica.
Vladimir Putin añadiría sonriente que ese momento fue un «regalo perfecto de Año Nuevo para el país». Ahora queda por ver si Rusia logra un desarrollo igual o parecido al de China y es capaz de añadir el matiz de orbitar a su planeador. También aún está por ver la respuesta de EE.UU., tanto a la hora de desarrollar nuevas defensas como misiles de ataque. De ello, y de la respuesta de otros socios aliados, pueden depender demasiadas cosas en los próximos años.