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Hugo Fontela: «Al final, lo que queda de uno es lo que uno hace»

Juan Carlos de Laiglesia| 17 de enero de 2023

Que el pintor Hugo Fontela haya nacido en Grado ( Asturias) no es un mero dato biográfico, porque la naturaleza que le rodeó de niño ha provocado toda su obra.

Lleva grabadas en su mente “esas sensaciones de Asturias, de caminar empapándote entre la alta yerba mojada” desde que comenzó a desarrollar una vocación infantil que no ha cesado nunca. “En la adolescencia, pasé de pintar como un niño a interesarme por enseñanzas más profundas de la pintura, que era mi vocación y mi obsesión”.

En la Escuela de Artes y Oficios de Avilés y en el Bachillerato artístico de Oviedo aprendió a pintar de manera académica pensando en estudiar Bellas Artes, pero pronto vislumbra otros horizontes, viaja a Madrid y decide cambiar sus planes universitarios para irse a Nueva York con 18 años. “El pretexto era aprender grabado, que no se daba en Oviedo, y poder pasar así un año conociendo la escena artística contemporánea en Nueva York, con todos sus museos y exposiciones, pintando desde esa libertad y en contacto con ideas nuevas”.

Allí amplió estudios en The Arts Students League, y el año que preveía se convirtió en una década neoyorquina, instalando allí su estudio-taller. Curiosamente, en el tráfago de la gran ciudad donde surge su serie Nowhere Island, lo que más le inspira sigue siendo la naturaleza porque “es algo ancestral, esa motivación primigenia que impulsa a pintar”.

Nowhere Island (2018). Técnica mixta sobre lienzo. 100 x 100 cms.

 

La percibe en sus pintores de cabecera. De manera más directa en los paisajes de Aureliano de Beruete, Sorolla, Piñole y Reverón, y como fuerza latente en los trazos y coloridos de Zoran Music o Cy Twombly, Fontela ve mucha naturaleza detrás. Como explica el poeta Àlex Susanna, “no estamos ante un pintor abstracto ni figurativo, sino todo lo contrario: alguien que sabe que justamente hay que ir más allá, disolver fronteras, alentar contaminaciones, suscitar injertos”.

 

Premios que cimentan una trayectoria

El propio Fontela relata el proceso de su pintura como algo que “no parte de la creación física de la obra, sino de mucho antes, condicionado por el descubrimiento de una imagen o un lugar que me emociona. Casi siempre suele ser un paisaje. Necesito observar el motivo y memorizarlo desde cerca, recoger fotografías y también, a veces, revistas, periódicos y libros viejos y desgajados que me sirven de punto de partida para desarrollar mis ideas. No me importa que las imágenes que reúno no sean de gran calidad, ni que estén ligadas directamente con lo que estoy trabajando. En ocasiones es una textura, o simplemente algún objeto o un papel del estudio lo que va  adquiriendo un determinado aspecto que me sugiere aquello que busco”.

“Aún hoy, cuando me pongo a trabajar, no sé exactamente lo que me invita a ello. Aunque tengo un gran impulso cuando comienzo cada serie, las vías son tantas que hacen laberínticos los inicios. Muchas veces, miedoso, soy incapaz de seguir con una obra recién empezada”.

 

“PUDE VISITAR A OSCAR NIEMEYER EN RÍO DE JANEIRO Y CONOCERLE ME ORIENTÓ PARA HACER UNA EXPOSICIÓN COHERENTE EN EL CENTRO DE AVILÉS QUE LLEVA SU NOMBRE”

 

En 2005 recibió en España el XX Premio BMW de Pintura, y en 2007 el de Mejor Artista de la Feria Estampa. En 2011, el Museo de la Abadía de Montserrat, en Barcelona, organizó una amplia muestra de sus trabajos realizados en América, y ese mismo año realizó la muestra Niemeyer by Fontela, en el centro proyectado por el propio arquitecto en Avilés. “Tuve la oportunidad de visitar dos veces a Oscar Niemeyer en Río de Janeiro, en 2009 y 2011. Necesitaba conocerle, hablar con él para poder hacer en el centro de Avilés que lleva su nombre una exposición que tuviera sentido y conectara con su personaje. Ya era mayor [fallecería en 2012], pero fue muy enriquecedor poder ver su estudio y almorzar con él”.

 

Niemeyer by Fontela. Centro Niemeyer. Avilés, Asturias 2011.

 

Sigamos con ese cuadro que has empezado a pintar bajo el influjo de una imagen o un lugar. ¿Qué ocurre después?
Entonces, un rayón o una mancha de pintura deforman la imagen en la que había decidido trabajar y eso me resulta aún más interesante y sugerente, porque es un elemento extraño que juega un papel relevante en la obra. Lo que busco es conseguir que esa ‘extrañeza’, algo que no es real ni tiene nada que ver con el motivo escogido, se acomode a la realidad de mi pintura y que el ojo la convierta en algo fundamental para comprender la imagen que pretendo construir. Ese trazo o esa mancha solo son algo especial para mí, como si fuesen capaces de captar el impulso vital que tengo en la cabeza, la directriz para pintar…

 

¿Y cómo llega el resultado? ¿Cuándo das una obra por terminada?
…Entonces aparto esa pieza, la miro, la escondo, la vuelvo a mirar durante días y días, reflexiono y sigo pintando bajo su tutela hasta que, de repente, me doy cuenta de que ya la he dejado atrás y sé por dónde continuar en la siguiente obra. El hecho de volcar lo que llevo almacenado en mi cabeza sobre un lienzo o un papel, intentar traspasar el límite de lo obvio mediante la pintura es una especie de desquite. Necesito un escenario especial, un espacio que existe en mi mente y finalmente traspaso a la obra como el recuerdo, enriquecido y manipulado, de algo que me impresionó. Para mí, pintar es adentrarme en ese paisaje que me induce a hacerlo y crear, a través suyo, un lugar para ser habitado.

En 2014, Hugo Fontela recibió el Premio Princesa de Girona de las Artes y se incorporó a la Galería Marlborough, alternando desde entonces su trabajo en estudios de Madrid y Nueva York. Ese año es un empujón crucial para su carrera, desde el que ya puede decirse que ha alcanzado una trayectoria estable, la meta de todo artista. Aun así, no reconoce hipotecas: “No se pinta mejor ni peor por tener el Premio Princesa de Gerona, pero es bueno tenerlo porque te añade una referencia de cara al exterior. Siempre pinto para mí y pienso desde un espacio íntimo. Veo la pintura como una militancia casi religiosa, quiero hacer lo que me salga de los pinceles y he perdido mucho tiempo de pintura para lograr el reconocimiento, aunque confieso que ya no sé si podría pintar sin tener ningún reconocimiento”.

Árbol caído, (2013). Técnica mixta sobre lienzo. 92 x 115 cms.

 

Tus colecciones reciben los nombres propios de tu obsesión natural: Green Paintings, The River, Nowhere Island, Norte, El árbol caído, In the Woods
Mi contacto con la naturaleza me sugiere pintar y me lleva a encerrarme en el estudio, donde a través de la pintura soy yo quien evoca a esa misma naturaleza. Existe un momento donde tu ojo identifica algo que tu cabeza automáticamente convierte en idea pictórica, una emoción que surge del exterior y destapa algo casi ancestral que te lleva a querer anotarlo sobre un lienzo. Es curioso que mi viaje hacia la naturaleza comenzara en Nueva York. Al llegar allí, pensaba que la ciudad ocuparía mis trabajos y así fue al principio, aunque siempre prestando atención a sus aspectos menos urbanos: viejos muelles o los backyards del Village. Pero luego viré hacia las series dedicadas al golfo de México, donde ya la naturaleza se impone sobre el hombre. Ese fue el comienzo del viaje que me ha llevado a centrarme en la naturaleza, y donde las series verdes cobran especial protagonismo.

 

 

Si quiere leer la entrevista completa, pida la revista Influencers en su quiosco o acceda a la versión digital que podrá encontrar aquí.

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