En los primeros compases de este 2021 se han sucedido una serie de extrañas coincidencias. Primero fue la advertencia del mayor temporal de frío y nieve en las últimas décadas. Más tarde, el pasado 4 de enero, la eléctrica Iberdrola alcanzaba su mayor valoración bursátil nunca antes vista, con 75.597 millones de euros. En los días posteriores, los peores presagios se materializaron en temperaturas extremadamente bajas que propulsaron el precio de la electricidad a máximos.
Para encontrar los factores que han llevado los precios a valores tan elevados hay que hacer un largo recorrido. Primero en el tiempo: la factura de la luz, por el momento, tiene una parte muy sustancial ligada a impuestos y otros factores regulados que van desde el coste de mantenimiento de la red a distintas ayudas, por ejemplo, a las renovables. Incluido también el IVA, que está al 21% a diferencia de lo que ocurre en otros países como Portugal.
Segundo en la distancia geográfica, ya que uno de los problemas más importantes es que el poco gas que llegaba hasta España se iba en dirección a Asia, también golpeada por una ola de frío. Ese factor limitaba el uso de los ciclos, que principalmente queman gas para generar electricidad. A lo anterior, hay que añadir que una parte de las renovables no funcionaban a pleno rendimiento. La eólica sí, pero con limitaciones, mientras que la solar prácticamente es inexistente.
Por último, a todos esos factores se le añade una demanda disparada, lo que hace que todo sea muy difícil de casar. En otras palabras, la luz disparada. Pero el hecho de que algunos de esos extras se hayan solucionado -como la llegada de gas- en los últimos días sin que se haya notado en la factura, ha rechinado a más de uno. Y, con ello, se ha vuelto a mirar con lupa a las eléctricas.
IBERDROLA SUPERA MÁXIMOS HISTÓRICOS EN BOLSA
En ese corto periodo de tiempo -apenas cinco sesiones-, la misma Iberdrola se impulsó otro 6,5% pulverizando récords, lo que le ha llevado a elevar su valor en otros 4.000 millones. Demasiadas coincidencias para aceptar el discurso oficial, que prefiere hablar de una “tormenta perfecta” en la que la firma que preside Ignacio Sánchez Galán, junto al resto del sector, no se verían muy beneficiados de la actual situación climática y energética española. Pero parece que será todo lo contrario. Así, los precios altos son una bendición para las energéticas que van a exprimir al máximo en esta semana.
El punto ciego en todo esto tiene el nombre de windfall profit: ganancias grandes e inesperadas para algunas empresas que resultan de circunstancias afortunadas. En este caso más específico, se trata de que las energéticas, a través de sus comercializadoras, pueden cobrar precios mucho más caros al subir debido la demanda, pese a utilizar en su generación tecnologías de muy bajo coste o, incluso, gratuitas.
La clave para entender todo esto radica en dos aspectos: por un lado, el tipo de mercado con el que se casan los precios, que es marginalista. Por otro, la utilización que hacen las firmas de las grandes presas que gestionan.
EL REVÉS OSCURO DEL SISTEMA ELÉCTRICO ESPAÑOL
El tipo de mercado diario en el que se fija el precio de la electricidad en España corresponde a uno llamado marginalista. Este modelo tiene la característica de que remunera todas las tecnologías utilizadas, ya sea la luz, el viento o el carbón, al precio de la más cara utilizada en última instancia. Una característica que tiene sus beneficios, con muchos días de horas prácticamente gratis de generación, pero también su reverso oscuro: fuertes subidas en los momentos más delicados.
Ante esa parte menos agraciada del sistema marginalista, las eléctricas han sabido encontrar la tecla exacta para disparar sus beneficios. Aquí entra en juego la llamada generación hidroeléctrica o la producción de electricidad cuando se utiliza el efecto de la gravedad y el agua en algunas de las grandes presas españolas. Así, cada vez que una ola de frío o un invierno severo ha elevado la demanda en el país, la última energía que pone el precio es la citada hidroeléctrica.
Eso mismo ocurrió, por ejemplo, en 2018, cuando los precios de la electricidad en España superaron con fuerza a los del resto de Europa. También un año antes. Pero en este 2021 algunas eléctricas han sabido llevar aun más lejos ese efecto, ya que han sabido compensar el uso de la hidroeléctrica con la eólica para crear un mix todavía más rentable. Al ser ambas casi gratuitas en costes, todo el incremento en el precio se transforma prácticamente en beneficios.
IBERDROLA: SEÑOR DEL AGUA, DE LOS VIENTOS Y DE SUS BENEFICIOS
Para entender el funcionamiento anterior, se puede acudir a los datos a tiempo real que proporciona Red Eléctrica. Uno de los momentos con la luz más cara de la historia de España fue este pasado 9 de enero sobre las 21:00 horas. ¿Qué tipo de energías producían a su máxima potencia? La hidráulica alcanzó a las 21:20 horas un pico con 8.789 MW, acompañado por la eólica que inyectó más de 9.200 MW. Algunas horas más tarde, cuando la demanda cayó en picado, sobre las 6 de la mañana, la producción hidroeléctrica había caído a los 33 MW.
Lo anterior, se repite una y otra vez en los últimos días. Así, mientras la eólica insufla cerca de 8.500 MW de energía al sistema, y se tiene el respaldo de la nuclear, la hidráulica se puede reservar para hacer caja en las horas más rentables. Todo ese funcionamiento al milímetro para maximizar beneficios, unido a las necesidades por el temporal, es lo que provoca los llamados windfall profit. Unas ganancias en estas semanas que serán boyantes para Iberdrola, ya que la eléctrica posee más del 50% de toda la capacidad hidroeléctrica de España -con 9.346 sobre 17.792 MW-, y tiene en propiedad las seis mayores centrales de este tipo en el territorio español. A lo anterior, se le añade una capacidad eólica cercana a los 8.000 MW que supone cerca de tres veces más que la otra gran eléctrica del país, Endesa.
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