El ingeniero español en la NASA explica las relaciones entre los tripulantes del Apolo 11
El físico español e Ingeniero Espacial por la Universidad de Colorado, Eduardo García Llama, trabaja en el Programa Orión de la Nasa, en Houston, que desarrolla una nueva nave para volver a la Luna y alcanzar Marte. Siguiendo las transcripciones oficiales del vuelo y refiriendo anécdotas desconocidas, profundiza en su libro Apolo 11 (Ed. Crític, 2019) en los formidables retos del mayor hito de la carrera espacial haciendo hincapié en las vivencias personales y psicológicas de sus tripulantes. «No se llevaban mal pero eran distantes entre ellos y había una cierta incompatibilidad de caracteres que no les afectó para hacer bien su trabajo, aunque sí evitó que tuvieran una relación más estrecha. De hecho, en el viaje de regreso, se oye hablar mucho a Michael Collins con el Centro de Control de Houston en vez de con sus compañeros«, destaca.
El 21 de julio de 1969, dos seres humanos pisaron por primera vez la superficie de la Luna en un hito histórico sin precedentes que fue retransmitido en directo para todo el planeta Tierra. Neil Armstrong, comandante de la misión Apolo 11, y Buzz Aldrin caminaron sobre el único satélite natural de la Tierra mientras Michael Collins lo orbitaba a bordo del Columbia. Al día siguiente del alunizaje, todos los periódicos terrestres reflejaban su éxtasis a través de grandes titulares en primera plana, y cuando Richard Nixon recibió a la tripulación del Apolo 11, proclamó que había sido “la semana más grande de la historia del mundo desde la creación”. En efecto, la primera misión humana a otro mundo había durado poco más de ocho días, apenas un día más de los empleados por el Yahvé del Génesis en materializar su acto creador.
¿Cómo será recordada esa misión en el futuro?
Igual que la aparición de la escritura marcó el fin de la prehistoria y el inicio de la historia con la Edad Antigua, o el descubrimiento de América fue el eje entre la Edad Media y la Moderna, la llegada a la Luna podría ser el momento que establezcan los historiadores del futuro para pasar de la Era Terrestre a la Era Espacial en la historia general del homo sapiens.
¿Cuál fue la primera sensación de esos tres hombres cuando se acercaban a su objetivo?
Habían viajado inmersos en un baño constante de luz solar durante tres días que les había impedido ver la Luna, y cuando entraron en su sombra, se presentó ante sus ojos una imagen que solo otros seis seres humanos habían contemplado antes. El entorno lunar tenía una luz de cariz fantasmal que movió a Collins a calificarla de “visión escalofriante”.
¿Puede revivir el histórico momento de Armstrong pisando la superficie lunar y pronunciando la famosa frase?
Habían transcurrido exactamente 109 horas, 24 minutos y 15 segundos de la misión. El comandante Armstrong no apreciaba una gran diferencia entre los tres metros de estructura del módulo lunar y los centímetros de material aislante de las botas, que en ambos casos se interponían entre él y el suelo lunar. Pese a ello, el mundo esperaba ese momento culminante de todos los simbolismos asociados al Apolo 11. Entonces dijo: «Voy a apearme del Modulo Lunar (LM) ahora», asió con la mano derecha el pasamanos izquierdo de la escalerilla, movió el cuerpo hacia el extremo izquierdo de la peana, salvó el borde con su bota izquierda y pasó a imprimir su huella en la superficie lunar. Eran las 21:56:15 del 20 de julio en Houston cuando un ser humano pisó por primera vez en la historia un mundo diferente al suyo de origen y pronunció las palabras que ya son patrimonio histórico de nuestra especie: «Este es un pequeño paso para un hombre; un gran salto para la humanidad».
¿Hubo alguna tensión entre la tripulación y Huston en ese momento tan delicado y con todo el planeta en vilo?
Tensiones no, pero sí cierto nerviosismo en Huston. No habían pasado ni siete minutos desde que Armstrong pisó la Luna y ya había algo que tanto él como Buzz parecían estar olvidando. Antes de transferir equipos a través del LEC (Lunar Equipment Conveyor) Neil debería haber recogido la muestra lunar de contingencia que habrían de traer a la Tierra si la salida se precipitaba. Esta acción estaba en el plan de vuelo pero no estaba en el checklist de la muñeca de Neil Armstrong. En lugar de hacer eso, el comandante pasó a tomar sus primeras fotografías, pero no es que hubiera olvidado su objetivo más prioritario en la Luna, sino que se había previsto que recogiera la muestra junto a la escalerilla y él prefirió hacerlo frente a la ventanilla de Buzz Aldrin porque allí la luz solar le facilitaría la visión mientras era grabado por una cámara de 16 milímetros. Sencillamente, había decidido alterar sobre la marcha la actividad y el orden en el que la llevaría a cabo.
Se ha hablado mucho más de Armstrong, pero ¿cómo reaccionó Aldrin cuando le llegó el turno de pisar la Luna?
Armstrong le guiaba verbalmente desde la superficie para que saliera de la escotilla, y cuando estaba ya sobre la peana, Buzz dijo: «¡Bonita vista!». «¿Verdad que sí? La vista es grandiosa», respondió Armstrong. «¡Magnifica… desolación!», sentenció entonces Aldrin, combinando las dos impresiones que le causaba el mundo que estaba a punto de pisar.
Por J.C. de L.