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Javier Cachón: «Motivar a los profesores es una necesidad social de primer orden»

Alvaro Sanchez Leon| 21 de septiembre de 2021

Javier Cachón es profesor de Magisterio en la Universidad de Jaén y ha sido el Mejor Profesor Universitario del Año en los Premios EDUCA. Maestro antes que titular. Con los pies sobre la tierra, se ha convertido en un torbellino de entusiasmo en un terreno docente donde la inercia puede oxidarlo todo. Infecta el virus de la pasión por la enseñanza a futuros profesores y el sistema educativo le estará eternamente agradecido, porque refrescar la teoría y las prácticas de las aulas es un gran reto para que la calidad de la educación no estanque nuestro sistema de bienestar y para que muchas vocaciones esenciales no se frustren ante la grandeza de su misión social.

Javier Cachón recibiendo el Premio EDUCA ABANCA.

Alumno desorientado en su adolescencia, pero “fruto del currículum oculto de mis padres, ambos profesores”. Mientras él daba tumbos tripitiendo 2º de BUP -hoy, 4º de la ESO-, veía a sus padres preparar clases, corregir exámenes y disfrutar de su trabajo. La vena docente es el tronco del árbol genealógico de su familia.

Mal estudiante. Hasta los más optimistas veían desde el faro que acabaría naufragando en el mar bravo del fracaso escolar. Internados. Peleas. Nihilismo. “Pero aterricé en un colegio de Centros Familiares de Enseñanza -hoy, Attendis– y allí tiraron de mí. Me hicieron valorar el esfuerzo de mis padres. Los profesores se vaciaron intentando sacarme adelante y aquello me llegó un poco”. Ese claustro de docentes interesados en un tripitidor provocó su caída del caballo y, sin saberlo, originó un tsunami de onda expansiva que llega hasta las aulas de la Universidad de Jaén en este año 21 del siglo XXI.

«Los alumnos no son un código de barras»

En el proceso de salida de la cuneta también tuvo mucho que ver el documental Pensando en los demás (2002), que cuenta el trabajo del profesor Toshiro Kanamori durante un año en la escuela pública infantil Minami Kodatsuno de Japón. Porque viéndolo entendió que el quid de la educación era la felicidad de los alumnos, esa idea estaba en sus antípodas vitales y, de pronto, dio sentido a todo su via crucis escolar y a todo su despegue personal. Entonces se despertó el gen familiar y su vocación por la docencia fue creciendo, hasta convertirse en una licenciatura, en un doctorado, en una acreditación como profesor titular, en una tintineante ilusión que le palpita dentro desde entonces.

 

Preparación, interés e innovación

 

Javier pasó por la enseñanza media antes de aterrizar en la superior, donde lleva una década revolucionando el patio. Su sistema docente está basado en pautas esenciales para la buena marcha de la educación en cualquier estadio: interés por las personas, superación personal para no conformarse nunca, preparación y actualización permanente, afán de innovación, motivación contagiosa, y una sonrisa que brilla con luz propia en un contexto universitario donde a veces lo que relumbra es el óxido de las cátedras, los métodos raídos, y los ojos sin brillo de profesoras y profesores que se abandonaron a la inercia ante la presión de las dificultades, o ante la comodidad de las circunstancias.

«En España, casi cualquier logro en la docencia viene después de un nuevo esfuerzo personal del profesor»

Desde que puso un pie en la enseñanza, Javier tiene miedo “a los procesos docentes robotizados, porque los alumnos no son un código de barras. A mí me interesa quiénes son y cómo están, y esas dos teclas activan a cualquier persona”. Por eso él está motivado, porque ve que el interés funciona y cunde a su alrededor un nuevo deseo por hacer las cosas bien y hacerlas mejor. Aunque le rodeen profesores desmotivados, porque, “en España, a veces, no es fácil cambiar. Casi cualquier logro en la docencia viene después de un nuevo esfuerzo personal de cada profesor. Es lógico que haya personas que se cansen”.

Pero él no se cansa, de momento. A él le ha servido mucho esa mentalidad deportiva que da forma a su personalidad después de años como jugador profesional de fútbol sala. Equipo, lucha, coraje, moral de victoria, relativización del fracaso, ilusión por mejorar, decisión por no tirar nunca la toalla. Todo eso, entrenado, una y otra vez, es un terremoto en las aulas.

 

¿Cómo se reactiva una vocación docente que se ha dejado arrastrar por la inercia y ha apagado su talento?

 

Puedes leer esta respuesta y la entrevista completa a Javier Cachón en el número de septiembre-octubre 2021 de la revista Influencers o registrándote gratis aquí.

 

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