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José Manuel Zapata: humor y realismo para transformar a todos los públicos

Alvaro Sanchez Leon| 26 de julio de 2022

José Manuel Zapata es un tenor de los que da el cante y alegra las almas. Su banda sonora es un mix de escenarios entre la música y sus conferencias: Cómo dar el do de pecho y Desafinando al miedo. Su historia es la materia prima de la que habla y, con la música, el sentido del humor y el sentido común, potencia catarsis con gracia entre el respetable. Su voz incluye acordes de transformación positiva, incluso en este clima social de gran depresión.

Viene de cantar en el Teatro Campoamor –Oviedo– y va hacia Pamplona a impartir una conferencia en la Asociación de Directivos de Navarra. En ese punto medio por el norte anda un hombre del sur que está dando el cante en los escenarios de España con un poder transformador evidente. Cuando es música, porque la música lo cambia todo. Cuando son sus enseñanzas vitales, porque son tan auténticas que hacen imitable dar un salto de altura para ser mejores personas.

José Manuel Zapata (Granada, 1973) es un revolucionario en son de paz. Su padre, taxista. Su madre, una mujer depresiva crónica que ejerció un chantaje emocional constante “muy difícil de sobrellevar”. Así arranca la partitura de su biografía, para que nadie piense que la gente que está en los escenarios nació debajo de un foco.

Desde pequeño, Joselito vive entre la estrechez, la ruina y la pena permanente de su madre. “Era un gordazo –dice que el día de su comunión fue imposible encontrar un traje de marinerito talla XXL y por eso fue de dictador panameño– y lo tenía todo para que vinieran a por mí en el colegio, pero usaba la guitarra como parapeto. Era un escudo de superhéroe. Les hipnotizaba. Me reía mucho. Por eso les digo a los niños que estudien música, que canten, que toquen el ukelele”.

En el bar de su padre, “entre tapas de boquerones en vinagre”, desarrolló esa inteligencia emocional que desborda a cada paso. Poco a poco, detrás de la barra, fue aprendiendo a desarrollar su talento, y eso le hacía feliz. Con 3 años ya cantaba por Gardel su Noche de Reyes. Hoy, canta óperas, crea espectáculos, hace colaboraciones radiofónicas y televisivas, y ofrece sus experiencias exprimidas en zumo de conferencia para empresas e instituciones sobre Cómo dar el do de pecho y Desafinando al miedo.

ATRAPADO POR HAENDEL Y PAVAROTTI

El primer flechazo con la música clásica llegó a los 18 años y por casualidad: “Una amiga del instituto me dijo que a lo mejor me cogían en su coro. Fui a probar. Sonaba el Alleluia de Haendel y fue amor a primera escucha. Me maravillaron aquellas voces y aquellas armonías que se entrelazaban hipnotizándome”.

En el coro aprendió a valorar y respetar el trabajo en equipo y a formar parte de algo más grande que uno mismo. Fue domando su voz de “jabalí ibérico apareándose” hasta entender qué significaba fundirse en una sola voz. La segunda revelación vino al escuchar a Pavarotti cantar Nessun dorma. “Ya no quería ser tenor. Quería ser ese tenor”.

Años más tarde él la interpretaría en Mar adentro, de Amenábar. Aplicó a la Escuela Superior de Canto de Madrid, pero la capital le tiraba de todas sus costuras. A los 23 años decidió ponerse en manos de Ana Luisa Chova: cinco años de heridas curadas, ilusiones renovadas y madurez. Ahí entendió bien cómo es el rostro humano de un motor de motivación.

En 1994 dio su primer recital como solista en el Manuel de Falla de su tierra. En cuatro años pasó de cantar bolos por Valencia a debutar en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Por el camino: Teatro Real de Madrid, Teatro del Liceo de Barcelona, Deutsche Oper de Berlín… Ha tenido el honor de cantar con los mejores cantantes del mundo (Flórez, Garança, Antonacci, Fleming, Bronwlee, Podles, Blake, Di Donato…), y con directores de orquesta como Zedda, Lopez-Cobos, Spinosi, Rousset, Pons, Frizza, Allemandi, Scimone…

El pingüino no se le ha subido a la chistera. Durante sus idas y venidas, el éxito convive con la derrota. El peso de la fama, el agotamiento, la soledad, el éxtasis, el triunfo sin poder compartirlo con nadie. De cada cal y cada arena, él ha ido sacando petróleo personal para cimentar sus ideales y sus valores, que hoy son su canción más redonda. Ha escrito. Ha codirigido. Ha grabado óperas y discos. Tiene dos hijas, una mujer que le ha abierto los ojos y el cariño de mucha gente que le ha disfrutado en estos años.

EL PENTAGRAMA DE SU VIDA

Zapata asume dos misiones sociales en esta vida: enganchar al pueblo con la buena música y ofrecer el salvavidas de su historia a quien necesite un flotador para nadar a contracorriente.

En sus conferencias hace ambas cosas: habla de “innovación, de superación, de pensar en el legado que dejamos a los demás, de priorizar las acciones vitales pensando en el futuro”, y todo eso, dentro del pentagrama de las certezas experimentadas en carne propia.

Se escucha en la calle una banda sonora pesimista después de una pandemia, una crisis, una posguerra y una guerra. Puede parecer que hablar de música en este contexto sea una salida frívola… El arte y la música son lo único que no deja de sonar nunca. Son acompañamiento permanente y, a veces, no valoramos lo que nos ayudan. La música es una forma de aferrarse a la esperanza, porque nos retrotrae a los momentos felices. Es un trampolín interior muy humano. Tengo amigos ucranianos que han cantado en las bocas de metro animando a sus conciudadanos y ese me parece el ejemplo más significativo de lo útil que puede ser el arte sonoro para nuestras vidas.

“La música es una forma de aferrarse a la esperanza, porque nos retrotrae a los momentos felices. Es un trampolín interior muy humano”.

 

¿Cómo te ha ido mejorando la música?
A mí me ha enseñado a potenciar las emociones. Cuando escucho buena música me siento mejor persona. Creo que, en general, la música nos hace mejores seres humanos.

¿Cantar es una expresión de alegría?
Yo no canto cuando estoy triste, salvo que me toque por obligación profesional. De todas formas, en esos casos, se nota que la voz no es la misma, porque está muy conectada al corazón, al alma, a los sentimientos. Es una relación curiosísima que no sé si habrá estudiado la ciencia.

Impartes charlas a empresarios y dirigentes variados. ¿Cómo ayuda la música a ser mejores líderes?
La vida de los grandes músicos es una auténtica fuente de inspiración. Muchos de ellos han sido ejemplos claros de tirar de una orquesta, liderar un equipo, sacar el mejor tono de cada uno de sus compañeros… Todo eso puede ser un referente para quienes aspiran a liderar ecosistemas empresariales con humanidad. Les hablo, por ejemplo, del liderazgo humilde de Gustavo Dudamel, que puso en marcha la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar con estudiantes venezolanos y consiguió convertirla en una de primer orden mundial. Hay muchas comparaciones del mundo musical que pueden estimular el día a día de quienes tienen la responsabilidad de estar al frente de empresas o instituciones.

Tu vida no ha sido fácil, y, sin embargo, parece que no pierdes la sonrisa. El sentido del humor es tu otro hit.
Mi vida ha sido bastante complicada, pero siempre he tratado de mantener la sonrisa y pasarlo bien con los demás.  En mi humilde historia, el humor es igual de importante que la música, y así lo expongo en los foros en los que intervengo. Ni consigo ni concibo hacer un show donde no haya humor. La música y el humor son una ecuación imbatible que hacen que conectemos muy bien, porque sus efectos pueden permanecer en nosotros para siempre.

Música más humor igual a paz. Efectivamente, no es mala ecuación para estos tiempos de guerra.
El humor es la vacuna que lo cura todo. Hasta en los momentos más trágicos hay lugar para la sonrisa. La música amansa y nos ayuda a bajar la tensión de permanecer en guardia. El humor y la música curan, porque ayudan a quitarle peso al corazón.

Estamos ante el boom de las conferencias, a pesar de la pandemia. En el escenario, muchas personas nos dicen cómo tenemos que ser, pero, a veces, o venden humo, o se nota que sus palabras y su vida son dos líneas paralelas. No es tu caso.
Yo también, a veces, veo humo, que puede servir para un momento de chispa, pero poco más. Me río mucho del si quieres, puedes y esos mantras. Intento ser bastante pragmático. Todo lo que transmito es legítimo, porque lo he vivido. Trato de ilustrar enseñanzas y aprendizajes que yo he adquirido por el camino. Detesto ese pensamiento mágico pendejo del ‘pide y se te dará’. ¡No! El realismo es fundamental para ser una persona verdaderamente feliz.

 

Foto (c) Luis Malibrán

Podrás leer la entrevista completa en el número de julio – agosto 2022 de la revista Influencers.

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