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Karl Lagerfeld, adiós al káiser de la moda

Redaccion| 20 de febrero de 2019

El 19 de febrero nos abandonaba un gran influencer del mundo de la moda. A Karl Lagerfeld era común verle en los últimos años del brazo de alguna supermodelo o celebridad en sus llamativas apariciones en el mundo del espectáculo, al que no temía ser vinculado, como tampoco a la cultura de consumo y a las estrellas pop. En 2004, lanzó una línea para una conocida marca sueca de ropa a precios más económicos -que se agotó a los pocos días- y siempre tuvo especial interés en colaborar con artistas populares del mundo de la música y del cine como Moana Pozzi -estrella del cine erótico italiano con la que contó para uno de sus desfiles con Fendi- Madonna, Kylie Minogue o Bill Kaulitz -modelo y diseñador, más conocido por ser el vocalista de la banda adolescente (ya no tan joven) Tokio Hotel-.

 

“La personalidad comienza donde las comparaciones terminan”

 

Y es que, aunque tenía una imagen inaccesible en apariencia y era calificado de snob por muchos, Karl Lagerfeld fue en realidad un espíritu libre, tanto en sus actos como en sus palabras, por mucho que a muchos les moleste. Eso fue lo que de seguro atrajo a firmas como Balmain, Chloé, o Fendi a trabajar con él: “De todo lo que hago hay cosas que Coco odiaría. Chanel tiene una imagen y mi labor es actualizarla. Tengo que encontrar mi propia identidad”. Lo que, sin duda, junto con sus excentricidades -perdió 40 kilos en un año para poder lucir una línea de ropa, diseñada, según él, para chicos flacos-, contribuyeron a labrar su enorme fama.

En los 80, creó su propia firma homónima de perfumes y líneas de ropa. Sin embargo, su secreto reside en una personalidad ultracarismática -de las que ya no quedan- y en las perlas que soltaba, por supuesto no exentas de polémica, pero eso es precisamente lo que define un gran carácter. De lo único que pudo ser esclavo en su vida fue de su belleza, y eso también tiene una explicación. Uno de los atributos más llamativos de su look eran las gafas de sol -ya icónicas-, de las que nunca se separaba.

En una entrevista, Karl comentó que los ojos eran la parte más preciada de su cuerpo y debía protegerlos, argumentando: «Estaba con una amiga en un club cuando, de repente, apareció un hombre con el que ella había tenido un lío amoroso. Cuando me vio con ella, le quiso derramar la copa por la cabeza. Durante ese movimiento me dio con el vaso en el ojo. Ese día tenía por casualidad unas gafas porque soy ligeramente miope. Desde entonces no salgo más de casa sin gafas».

A la historia de la moda ha pasado por el impecable legado creativo que desarrolló durante 36 años al frente de Chanel, tanto en sus creaciones en tela como en la imagen. La de fotógrafo fue otra de sus grandes pasiones. En la década de los 90, produjo y fotografió series con desnudos, tema central en sus retratos y, en 2010, fue el elegido para realizar el tradicional Calendario Pirelli, en el que incluyó, por primera vez, desnudos masculinos. En los últimos meses, saltaron todas las alarmas cuando empezó a ausentarse de las citas anuales de la moda para librar una batalla silenciosa contra el cáncer.

Finalmente, el káiser de la moda nos decía adiós en París a los 85 años en una fría mañana de febrero. Nos despedimos de él con las palabras de Pier Paolo Righi, CEO de Karl Lagerfeld: “El mundo ha perdido a un icono. Karl Lagerfeld fue un genio creativo; influyente, curioso, fuerte y pasional. Deja atrás un legado extraordinario como uno de los grandes diseñadores de nuestro tiempo”.

 

 

Por Ana Matías

 

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