La cremallera
El deporte es de las pocas cosas capaces de hacer que un país se una para empujar todos en la misma dirección. Ejerce esa función de cremallera que se cierra y, conforme va subiendo, va uniendo la parte izquierda con la derecha dando lugar a una sola. Así lo estamos viviendo tanto en la Eurocopa de fútbol como en los inminentes Juegos Olímpicos.
El problema viene cuando la política irrumpe en los éxitos deportivos para arrimar el ascua a su sardina porque lo que provoca es que la cremallera vaya descendiendo y las dos partes (izquierda y derecha) se vayan separando progresivamente: cuanto más baja, más distantes están. Y cuando se termina desabrochando completamente, las partes pierden el más mínimo punto de unión.
El día en el que al futbolista francés Mbappé se le ocurrió animar a los jóvenes franceses a que fueran a votar para evitar el triunfo de un partido político en las elecciones francesas se metió en un jardín innecesario. Es un error pensar que, cuando estás en la cresta de la ola, puedes aprovechar tu influencia para movilizar a la gente hacia tus intereses, porque al final es la propia ola la que termina engulléndote. Después de varias décadas de duro trabajo para intentar convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo y en una referencia (motivo de orgullo) para su país, en los segundos que dura una declaración como esa se puso a una gran cantidad de admiradores en su contra.
¿Compensa? Solo si vives de ello, y no era el caso. Eso me hizo enlazar, por una de esas extrañas asociaciones de ideas que a veces realizamos, con la conversación que mantuve con Ray Zapata y que se encuentra reflejada en las páginas interiores de este número. “Un deportista no solo debe trabajarse sus marcas deportivas”, me dijo, “sino también su faceta mediática”. Entonces me sorprendió que pusiese la faceta mediática al mismo nivel de la deportiva, pero no es descabellado en aquellos deportes en los que, ni siendo el mejor del mundo, obtienes unos réditos económicos suficientes como para pensar en vivir de las rentas cuando te retires.
Este diálogo con Ray me ha hecho recordar la importancia de muchas cosas; sobre todo, cuando no se tienen. Un techo para sus hijos y que no padezcan las carencias que él tuvo, además de contribuir a que sus padres puedan pagar el alquiler, son sus grandes preocupaciones y su mayor incentivo para llegar a lo más alto del pódium en los Juegos Olímpicos de París.
Estoy seguro de que Zapata tiene también sus preferencias políticas, pero no creo que vaya a poner en riesgo ninguno de estos objetivos aireándolas.
Es lo que tiene habitar en distintos niveles de la pirámide de Maslow. Ray Zapata podría conseguir una nueva medalla olímpica este verano (ojalá que sea de oro), pero a su vuelta tendrá que seguir entrenando como el primer día para llegar en las mejores condiciones a Los Ángeles 2028. Y, después, anhela poder aprobar unas oposiciones para poder trabajar y obtener un salario.
Mbappé (probablemente sus hijos y quizá sus futuros nietos) no tendrá que plantearse ponerse a trabajar cuando se retire. Ahí es cuando uno puede permitirse dejarse revolcar por una ola y tumbarse después en la arena para reírse con las manos en la nuca. Porque en casos como el suyo no se contempla la cremallera, solo la sastrería fina.