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‘La naranja mecánica’: Medio siglo de nadsat, leche-plus y ultraviolencia

Jesús Casañas| 19 de diciembre de 2021

Se cumplen 50 años de La naranja mecánica. La película más brutal de Kubrick resiste el paso del tiempo gracias a su estética retrofuturista, su argot inventado, su obsesión por el detalle y su escenario distópico.

 

La energía de la juventud desaprovechada ante la falta de objetivos. La insolencia propia de cualquier adolescente que piensa que se va a comer el mundo antes de que el mundo se lo coma a él. El potencial para el bien degenerado en una violencia voraz e injustificada. Temas que se repetirán irremediablemente en cada generación, otorgando a la novela de Anthony Burgess de una vigencia imperecedera y aupándola al podio de las distopías británicas junto a 1984 de George Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley.

 

La naranja mecánica
Los protagonistas tomando leche-plus, su bebida favorita.

 

El 19 de diciembre de 1971, casi diez años después de la publicación del libro homónimo, se estrenaba la adaptación cinematográfica de La naranja mecánica. Tres años atrás, Stanley Kubrick había elevado el género de la ciencia ficción a sus máximas cotas de calidad con 2001: una odisea en el espacio. Estaba en su mejor momento, y ya tenía el prestigio suficiente como para poder ejercer un control absoluto sobre su obra. Ya podía firmar en solitario el guion de su nueva película.

 

La naranja mecánica
Alex (Malcom McDowell) al acecho en la tienda de discos.

DE BART SIMPSON A AXL ROSE

El escritor le había brindado la historia, pero el director fue quien transformó las palabras en unas imágenes que se quedarían grabadas en la retina del público como si fuesen el propio Alex bajo el tratamiento de Ludovico. Dotó la escenografía de un diseño vanguardista e irreal, de genitales gigantes y blancos sofocantes.

Blancos también los uniformes de la pandilla frente al negro de la novela, cuya estética de bombín, pestaña postiza, botas militares y bastón ha sido adoptada por todo tipo de iconos populares, desde personajes animados como Bart Simpson a estrellas del rock como John Bonham o Axl Rose.

 

La naranja mecánica
Los drugos no podían ni aguantarse entre ellos.

LA NARANJA MECÁNICA, UNA PELÍCULA ATEMPORAL

Los drugos, liderados por un soberbio Malcom McDowell llevado al extremo por las exigencias de Kubrick, tenían en su vocabulario el nadsat, la jerga inventada por Burgess para dotar a su libro de un aire atemporal. Una mezcla de ruso, inglés y cockney llevada al caló en su traducción al español. El gusto del protagonista por Ludwig van Beethoven se materializó en una banda sonora repleta de música clásica (con la Novena sinfonía como tema principal). Contraposición perfecta a los sonidos futuristas del sintetizador Moog de Wendy Carlos.

 

La naranja mecánica
Alex sufriendo el agresivo tratamiento de Ludovico.

 

El director prescindió del último capítulo de la novela (el 21), aquel en el que Alex reflexionaba sobre su futuro y decidía madurar tras encontrarse con su drugo Pete convertido en padre y esposo. Ese final positivo y optimista se había suprimido en la primera edición estadounidense del libro. Y así se quedó en la película, con el protagonista dispuesto a retomar sus fechorías.

 

La naranja mecánica
La estética de los protagonistas ha marcado a varias generaciones.

 

La extrema violencia de La naranja mecánica (plagada de violaciones, palizas y asesinatos) le acarreó todo tipo de controversias y censuras. En España no consiguió estrenarse en una versión doblada hasta 1980. Hoy no solo es una obra de culto, también una película imprescindible en cualquier asignatura de cine.

Fotos: Warner Bros. Pictures

 

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