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La ley contra Toblerone: el alto precio a pagar por abandonar Suiza y otros escándalos

Lidia Vega| 15 de marzo de 2023

Parece que cambiar las empresas de un país a otro está de moda, y Toblerone ha querido sumarse a ella. Sin embargo, la justicia suiza no se lo va a poner nada fácil: el precio a pagar será el tener que renunciar a parte del ADN de las famosísimas tabletas de chocolate.

No hay duty free en cualquier aeropuerto del mundo que se precie sin que tenga un lineal lleno de los famosos triángulos de chocolate de Toblerone. En todos sus tamaños y formatos, la compañía suiza ha conseguido llevar su envoltorio dorado y su monte Cervino por todos el mundo. Sin embargo, esto está a punto de terminar.

Después de 115 años desde que Theodor Tobler crease la marca en 1908, Toblerone se verá obligada por ley a dejar de usar el monte Cervino. Este cambio se debe a la reciente decisión de la empresa de trasladar su producción a Eslovaquia.

Según la ley suiza, queda totalmente prohibido usar símbolos nacionales, como la bandera o paisajes, para promocionar productos que no están hechos en el país. Esta norma, aprobada en 2017, indica que para que un producto pueda usar cualquier símbolo patrio, debe tener un 80% de sus materias primas provenientes de Suiza. Un porcentaje que aumenta al 100% en el caso de que el producto utilice leche o derivados, un alimento clave en la elaboración de las barras de Toblerone.

Mondelez, propiedad de Toblerone, ya ha anunciado que a partir de este momento utilizará una montaña común. También cambiará el fabricado en Suiza, que también acompañaba a los envases, por establecido en Suiza. El tipo de letra también cambiará.

 

Los triángulos también le han traído problemas

Sin embargo, el rebranding no es el único problema que ha tenido Toblerone en los últimos tiempos. Si en esta ocasión es la justicia de Suiza la que le ha parado los pies para que no se aproveche del prestigio del país para hacer sus chocolates fuera, hace unos años fueron los consumidores los que estallaron contra la empresa.

En 2016, Mondelez decidía modificar un poco sus reconocibles pirámides de chocolate, almendra y miel. Para ahorrar costes, la compañía amplió la separación entre las pirámides, generando un gran revuelo entre los usuarios, que pagaban lo mismo por menos cantidad de producto.

Para los dueños de Toblerone, este engaño pasaría desapercibido en el consumidor, ya que el precio y el envoltorio eran exactamente iguales, y los usuarios solo podrían percatarse de la diferencia una vez abierto, sin posibilidad a reclamar nada. En concreto, las tabletas de 400 gramos pasaron a ser de 360, y las de 170 gramos se redujeron hasta los 150 gramos. «Optamos por cambiar la apariencia para mantener el producto económicamente accesible a nuestros consumidores», señaló la compañía en un comunicado.

En aquel momento la compañía se quiso justificar afirmando que «estamos experimentando mayores costes por numerosos ingredientes. Sostenemos estos costes por el mayor tiempo posible, pero para asegurar que Toblerone continúa manteniendo su esencia, su carácter asequible y conserva la forma triangular, hemos tenido que reducir el peso en dos de nuestras barras en el Reino Unido«.

Tras las numerosas críticas que recibió el grupo de alimentación a causa de esta reduflación, un término muy conocido en los últimos años, pronto decidió acabar con esa forma en las tabletas y volver a su formato original.

 

Toblerone, envuelto en un escándalo político

Como no hay dos sin tres, Toblerone se ha visto salpicado por un escándalo político, aunque la compañía no tuviera nada que ver en el asunto. En 2014, la viceprimera ministra sueca por aquel momento, Mona Sahlin, dimitía por uso fraudulento del dinero público y el detonante fue esta chocolatina.

El caso es bastante similar al de las tarjetas black en España, aunque con unas consecuencias completamente diferentes. Como hemos dicho, Mona Shalin era la primera ministra de Suecia en 2014, justo cuando estalló el denominado ‘Caso Toblerone’. Sahlin estaba viviendo su mejor momento dentro de la política, ya que, además de ostentar este cambio, era la principal aspirante a sustituir a Ingvar Carlsson, primer ministro y líder del Partido Socialdemócrata sueco.

Mona Sahlin era la política ideal hasta que en 2014 cometió el error de usar su Riksdag credit card (la tarjeta de crédito que poseen los altos cargos políticos suecos) para compras personales. En concreto, Sahlin cayó en la tentación de comprar con esta tarjeta dos barras de chocolate Toblerone y un vestido dilapidando nada menos que 35,12 euros de las arcas del país escandinavo.

Aunque el gasto era ínfimo, el abuso de poder que había tenido Mona Sahlin despertó la ira del pueblo sueco, que se indignó contra ella. Al cabo de unos pocos días, Mona presentó su dimisión y devolvió el dinero robado. Años más tarde, escribió un libro en el que ofrecía sus disculpas y su versión de lo sucedido. En 2007 fue elegida presidenta del Partido Socialdemócrata de Suecia.

Hasta el momento, Toblerone ha salido indemne de todos los problemas en los que se ha visto envuelto, ya sea de forma directa como indirecta. Sin embargo, en un contexto como el actual, donde los consumidores priman y buscan atentamente productos que estén elaborados con productos locales y que sean de cercanía, puede que sus ventas disminuyan. De la misma manera, todo ese prestigio que envuelve al chocolate suizo ya no lo podrán utilizar a su favor, ya que todo el mundo sabrá que no tiene nada de ese país.

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