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Liza Ambrossio: los demonios que trajeron el éxito

Marketing| 2 de enero de 2019

“Eres muy joven para ganar”, “Las mujeres nunca ganan este concurso» o «Los latinoamericanos no se llevan este tipo de premios” son algunas de las frases que tuvo que escuchar la fotógrafa mexicana Liza Ambrossio antes de alzarse con importantes premios internacionales.

Cualquier aficionado a la fotografía se ha preguntado alguna vez: “¿Es bueno esto que yo hago?”. O tal vez: “¿Quién gana los premios, quién dibuja las líneas que marcan el estilo de una época o de un lugar?”. Está fuera de duda que las buenas fotografías son las que consiguen transmitir sentimientos; pero nadie dijo que estos tuvieran que ser amables. De sentimientos lúgubres sabe mucho la joven Liza Ambrossio, quien ha dedicado su vida profesional a sacar el drama que habitaba dentro de ella y escupirlo en sus fotografías.

“Nunca me he sentido satisfecha con lo que hago –dice a pesar de su henchido palmarés, pero sin disimular su ambición–. Lo que he hecho nunca es tan bueno como podría ser. Mis series aun no han alcanzado a ser tan profundas como mis pensamientos ni tan interesantes como mi persona”.

Considera, al igual que Erich Fromm en El arte de amar, que el amor no es natural, sino fruto de un aprendizaje. “Amar es complejísimo”, sentencia. En su obra habla de un amor turbado, uno “abrupto, de locura, violento, desgraciado e insolente”. Sus fotos están cargadas de reflexiones psicológicas sobre la familia, concepto que se entremezcla con el de la repulsión en el imaginario de la artista. “Adentrarme en estos temas fue el resultado de convivir con mi truculenta familia y su casi genial capacidad de tortura psicológica que destilé a lo largo del tiempo desarrollando desarraigo –explica–. Aun no he descubierto si existe algo más interesante que amar a nuestro enemigo o, mejor aún, descubrir que tenemos más parte de lo que odiamos que de lo que hemos amado”.

Visiones en el fuego (2017)

Tras crecer en un entorno que no era propicio para el arte y del que brotaron todo tipo de demonios, aún está en proceso de emancipación y de búsqueda de su identidad. “Tengo muchos sueños, sueños angustiosos de los que necesito liberarme. Hasta que no cumplo alguna de mis metas no tengo paz. Ya he sido capaz de echar todo por la borda: el honor, el orgullo, el amor, la seguridad, la felicidad… todo con tal de construirme a mí misma”.

Que no espere el público belleza en el sentido canónico de la palabra. Encontrará, en cambio, piezas sombrías cargadas de angustia. “La enfermedad extraña, lo monstruoso, la violencia, el caos de las ciudades, la locura, el encuentro, la vejez que arrastra, la infancia maldita, los alimentos, los actos carnales, la psicología y el destino” son temas recurrentes en su obra, según sus propias palabras en revista Influencers. Hay quien ha querido ver en su obra trazas de Jodorowski, Polanski o Buñuel.

Obsesión y turbación, claves del éxito

La obsesión encabeza su lista de consejos para quienes quieran seguir sus pasos. “Para ser creador tienes que creer que lo que haces es. Tienes que estar convencido y obsesionado”.

Otra clave del éxito es, según la experiencia de Ambrossio, la posesión de un alma turbada. “Ningún artista que me interese puede o pudo irse a la cama en paz. Un autor potente es el resultado de filosas vivencias. No confío en aquellos que viven de reinterpretar a artistas que ya han pasado a la historia antes que ellos o hacen a partir de lo que nunca han experimentado”.

Para realizarse en el ámbito de la fotografía artística, resume Liza, el truco está en ser “salvaje como un demonio japonés”.

 

Por Isabel Garzo

 

>>Podrás leer el artículo completo en el número de diciembre 2018 de la revista Influencers.

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