Los drones son aparatos muy disciplinados. Con su potente cerebro cibernético, parecen incapaces de cometer error alguno. Lamentablemente no siempre es así. Ya sea por error humano o por defecto mecánico, estos pequeños dispositivos voladores a veces tienen percances. Revista Influencers os muestra algunas de esas ocasiones:
https://www.youtube.com/watch?v=cL2qfo42cxM
Cuando los drones pierden la señal, suelen entrar en un modo automático de regreso a casa. En ocasiones, obstáculos inesperados se cruzan en el camino de vuelta.
Tras un percance el dron se puede volver a estabilizar. Para volver a chocar contra el mismo edificio.
Como si de un OVNI se tratase, este dron tiene predilección por los edificios icónicos.
Una valla es todo lo que se interpone entre unos turistas y un dron kamikaze.
Los materiales ligeros son los predilectos para los vehículos no tripulados. Permiten mayor autonomía y una estructura más ligera es menos propensa a romperse. Sin embargo, con los avances en motores, baterías y equipos de vídeo, los drones se convierten en objetos lo suficientemente pesados como para causar un buen destrozo al estrellarse.
El piloto automático no siempre tiene la culpa. Un mal piloto [humano] puede estrellar hasta el cuadrocóptero más estable.
El viento es otro enemigo de estas aeronaves. Los materiales ligeros hacen que una corriente de aire fuerte pueda ser devastadora.
Aunque no siempre que un dron decide funcionar mal acaba en catástrofe, tal y como parece reflejar esta pequeña selección de revista Influencers. Un dron RQ-7 del ejército de EEUU voló más de 1000 km tras perder contacto con el equipo de lanzamiento. Sorprendentemente, el alcance de este tipo de aeronave es de poco más de 100 km. El vuelo interestatal del dron (que partió desde Arizona y aterrizó en Colorado) sigue siendo un misterio, aunque apuntan a que los vientos de cola pudieron ayudar. Sea como sea, este pequeño aparato lanzado mediante catapulta excedió su alcance por 900 km, casi como si tuviese vida propia.
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