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Los motivos subyacentes en la volatilidad actual de las bolsas

Víctor Martínez| 7 de septiembre de 2024

Tras la pronunciada caída del lunes negro de comienzos de agosto, las bolsas mundiales se recuperaron pero de nuevo a la entrada de septiembre han aflorado los temores y con ellos los descensos, dando lugar a una inestabilidad cuyas causas trataremos de explicar.

El lunes 5 de agosto el índice Nikkei de la bolsa de Tokio cayó un 12,40%, unos guarismos desconocidos desde la gran crisis financiera de 2008, y que rápidamente arrastraron al resto de bolsas mundiales, comenzando por las asiáticas y siguiendo por Wall Street y las principales plazas europeas, incluyendo el selectivo IBEX español, con una caída aparentemente más suave del 2,3%, pero que a la postre suponía la más acusada en 17 meses.

Durante los siguientes días del mes de agosto los fantasmas parecieron alejarse, y los distintos selectivos fueron recuperándose, también el propio Nikkei japonés que había iniciado el sismo. Sin embargo, septiembre parece haber comenzado con muchas dudas de nuevo, a tenor de las caídas generalizadas de jornadas como la del martes 3, con índices particularmente perjudicados como el Nasdaq 100 que cayeron más de un 3%.

También habrá que tener en cuenta los efectos que esto puede provocar en mercados como el de fondos pasivos indexados al Nasdaq o US Tech 100, teniendo en cuenta qué es un ETF, y lo que implica su ligazón a un selectivo como el que reúne a las 100 principales compañías que cotizan en la bolsa de Estados Unidos.

Precisamente detrás de las bruscas oscilaciones bursátiles de este verano estarían también las dudas ante la existencia de una posible nueva burbuja tecnológica relacionada a la IA, junto a otros factores como el temor a que el gran coloso norteamericano entre en recesión, o el sentimiento de mercado de que las bajadas de tipos han llegado demasiado tarde, y que de este modo tanto la Reserva Federal norteamericana como el Banco Central Europeo hayan estrangulado la economía, por exceso de prudencia a la hora de encarar la inflación. 

Las dudas con las grandes tecnológicas

Compañías como Nvidia, y en menor medida Amazon y Apple, han visto cómo se producían severas bajadas en su cotización, movimientos que de acuerdo a los expertos venían a corregir unas expectativas demasiado altas que había disparado a lo largo del año sus acciones. Particularmente relevante a este respecto sería el caso de la compañía especializada en microchips, cuyos títulos habían engordado de manera exponencial, dado que procesadores suyos como las tarjetas gráficas se habían impuesto en el mercado como los ideales para el despegue de los sistemas de Inteligencia Artificial actuales.

El fenómeno que está ocurriendo con Nvidia resulta bastante llamativo, ya que pese a presentar una excelente cuenta de resultados estos no parecen colmar plenamente las expectativas de los inversores, que esperaban más todavía, lo que explica que haya perdido casi un 23% de su valoración en bolsa desde finales de julio, a despecho de los grandes beneficios.

Para entender esta tendencia cabe ponerla en el contexto de las brutales subidas previas, pero también en el de las dudas que están surgiendo con la IA, alimentadas de temores que miran a pretéritas burbujas tecnológicas, como la de las .com a principios de los 2000.

El carácter disruptivo de la tecnología no se pone en cuestión, sobre lo que hay dudas es sobre la viabilidad de convertirla en productos rentables de adopción masiva, siguiendo un modelo como el actual, cuya sostenibilidad ha sido además puesta en tela de juicio por su necesidad de grandes infraestructuras dedicadas como los data center, con servidores que consumen grandes cantidades de energía y agua.

Exceso de frenada para contener la inflación

En la última reunión de la Reserva Federal en agosto de 2024 se acordó mantener los tipos de interés, después de un largo ciclo de subidas para contener la escalada del IPC. Esto chocó con las expectativas de los mercados que aguardaban ya como agua de mayo una bajada, dando incluso por descontada esta reducción del ‘precio del dinero’, que entre otros efectos abarata desde la financiación de las empresas hasta el pago de las hipotecas de los particulares. Esto coincidió asimismo con una bajada mucho más tímida de la esperada en los tipos de la Eurozona, lo que en conjunción con la subida de la autoridad monetaria japonesa provocó la tormenta perfecta que se inició precisamente en el índice nipón.

Temor a una recesión en los Estados Unidos

Lo que late por debajo de esta zozobra bursátil es que la asfixiante política monetaria haya producido ya un daño irreversible a la economía estadounidense, con la consiguiente posibilidad de contagio a las del resto del mundo. De ahí, que se esté muy pendiente de posibles signos de desaceleración, como por ejemplo la evolución negativa del desempleo.

Durante las próximas semanas saldremos de dudas, y podremos comprobar si  la borrasca bursátil se ha tratado de un fenómeno aislado, y se continúa por la senda del crecimiento que caracterizó los primeros meses de 2024.

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