Los retos de la nueva movilidad
Los retos de la nueva movilidad plantean una serie de desafíos cruciales en un mundo cada vez más consciente de la importancia de la sostenibilidad y el cuidado del medioambiente. La alta contaminación atmosférica y los altos niveles de ruido que sufren los grandes núcleos urbanos por el transporte, además del evidente proceso de cambio climático en el que nos encontramos, son motivos para plantearse un futuro con un modelo de movilidad más sostenible.
El transporte, en sus diversas formas, ha sido históricamente uno de los principales contribuyentes a la contaminación del aire, la degradación del suelo y el agotamiento de los recursos naturales. Los vehículos motorizados, en especial los que funcionan con combustibles fósiles, emiten una variedad de gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos que tienen graves consecuencias para la salud humana y el medioambiente en general. Además, la infraestructura asociada al transporte, como carreteras y vías férreas, puede fragmentar hábitats naturales y afectar negativamente a la biodiversidad. La concentración de gases de efecto invernadero (GEI) es un indicador claro para medir el cambio climático, y en el año 2022 alcanzaron un máximo histórico pese al compromiso existente de neutralidad climática por parte de los países y organizaciones de referencia.
Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el transporte en España representó el 29,6% del total de las emisiones, siendo los turismos responsables del 64% de las emisiones del transporte terrestre. El Plan Nacional de Energía y Clima 2023-2030 ha sido revisado con la intención de reducir o eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero, buscando una menor dependencia de combustibles fósiles —petróleo, carbón y gas natural— que liberan grandes cantidades de CO2 cuando se queman, y reduciendo la dependencia energética con el exterior. En el caso de España, la dependencia es del 73% en la actualidad, una cifra que se rebajará al 51% en 2030 según las previsiones del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima.
Ante estos desafíos, es necesario impulsar un cambio hacia modelos de movilidad más sostenibles. Esto implica una transformación profunda en la manera en que nos desplazamos, tanto a nivel individual como colectivo.
IMPACTO AMBIENTAL DEL TRANSPORTE
Una de las estrategias clave para abordar este reto es la promoción del transporte público eficiente y accesible. En este sentido, los trenes, autobuses y metros pueden reducir de forma significativa las emisiones de carbono al fomentar el uso compartido de vehículos y ofrecer alternativas atractivas al transporte privado. Además del transporte público, es crucial promover formas de movilidad activa, como caminar y andar en bicicleta. Estas opciones no solo son amigables con el medioambiente, sino que también contribuyen a una vida más saludable y activa. Fomentar infraestructuras seguras y adecuadas para peatones y ciclistas es fundamental para hacer que estas formas de transporte sean viables y seguras en entornos urbanos.
CAMBIO HACIA MODELOS MÁS SOSTENIBLES
Otro aspecto importante del cambio hacia modelos más sostenibles de movilidad es la adopción de tecnologías limpias y energías renovables en el sector del transporte, pero también en otros ámbitos de la sociedad. La electrificación de vehículos, tanto en el ámbito privado como en el transporte público, puede reducir de forma significativa las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación atmosférica. Además, el desarrollo de infraestructuras de recarga y la mejora de la eficiencia de las baterías son aspectos clave para impulsar la transición hacia una movilidad eléctrica más generalizada.
Asimismo, la implementación de políticas de gestión del tráfico y planificación urbana orientadas hacia la sostenibilidad puede contribuir a reducir la congestión vehicular, mejorar la calidad del aire y promover formas más eficientes de desplazamiento. Esto incluye medidas como la creación de zonas de bajas emisiones —en vigor actualmente para municipios con más de 50.000 habitantes—, la promoción de la intermodalidad y el fomento del teletrabajo y otras formas de flexibilidad laboral que reduzcan la necesidad de viajar. Sin embargo, para lograr una transformación completa hacia una movilidad más sostenible, es necesario un enfoque integral que involucre a diversos actores, incluyendo gobiernos, empresas, sociedad civil y ciudadanos. Esto implica la colaboración entre diferentes sectores para desarrollar políticas y proyectos que fomenten la movilidad sostenible y aborden los desafíos ambientales y sociales asociados al transporte.
Es evidente que los retos de la nueva movilidad requieren respuestas innovadoras y acciones decididas para hacer frente al impacto ambiental del transporte y promover modelos más sostenibles. Esto implica no solo la adopción de tecnologías limpias y energías renovables, sino también cambios en nuestros hábitos y comportamientos en relación con la movilidad. Al trabajar juntos para abordar estos desafíos, podemos construir un futuro más saludable, equitativo y sostenible para todos.