Mercadona, el principal responsable de la crisis en Cerealto Siro
Cerealto Siro está pasando por una situación más que delicada. La guerra entre la galletera y los trabajadores está abierta. La que fuera la gran estrella de las galletas hace apenas unos años, ahora está teniendo serios problemas para mantenerse a flote. Su futuro estaba sujeto a la entrada de un inversor, pero los tres candidatos —Biscuit International, Davidson Kempner y Afendis— han tomado distancia dejando a la palentina a su suerte.
Desde hace años Cerealto Siro se encuentra en números rojos. La industria española había perdido su esencia y eso se reflejaba en su economía. En total, ha acumulado una deuda de más de 300 millones de euros. Para conseguir solventarla, necesitaba introducir un nuevo socio que aportase capital. Los elegidos finales parecían ser Davidson Kempner y Afendis.
En concreto, estos fondos de inversión prometían inyectar 180 millones de euros a cambio de hacerse con el control del 75% del accionariado. Sin embargo, este trato tenía letra pequeña. Estas empresas solo firmarían este acuerdo si los trabajadores accedían a reducirse el salario y modificaban sus condiciones laborales, como la antigüedad. De esta manera, la pelota del futuro de Siro se ponía en el tejado de los 1.700 trabajadores de las fábricas.
Los empleados de Aguilar de Campoo dieron el visto bueno a este acuerdo. Sin embargo, los de Venta de Baños y Toro lo rechazaron en su totalidad. Según estas fábricas, «el plan supondría una pérdida de derechos, como la antigüedad, además de la ampliación de jornada laboral y la pérdida de poder adquisitivo. No es solo el salario que nos van a quitar, es lo que vamos a dejar de ganar».
Esta negativa de los trabajadores ha hecho que los inversores hayan retirado su oferta, tal y como ha explicado Siro. “Os informamos de que el inversor ha comunicado por escrito, dada la situación de falta de acuerdo con los trabajadores para la mejora de la competitividad, que no está en disposición de proceder con el cierre de la operación ni, por tanto, de acometer la inversión en los términos previstos en el acuerdo».
Esta retirada ha hecho que el cierre de la empresa esté más cerca. Por el momento, Cerealto Siro ha tomado una decisión contra los trabajadores: ha cesado la actividad de sus fábricas de Aguilar de Campoo, Venta de Baños y Toro debido a la negativa de acogerse al programa de recortes. Además, la compañía también ha informado de que dejará de pagar la nómina correspondiente al mes de mayo a los 1.700 empleados.
LOS SINDICATOS SEÑALAN A MERCADONA
Está claro que algo ha pasado para que Cerealto Siro haya pasado de estar en lo más alto de la industria galletera del país a estar a punto del cierre. Para los representantes de los trabajadores, es decir, los sindicatos, el culpable tiene nombre y apellidos: Mercadona y las marcas blancas.
A través de las redes sociales, CGT Zamora ha lanzado un comunicado afirmando que los dos únicos responsables de la situación que atraviesa la empresa y los cientos de empleados que están a punto de verse en la calle son «el Grupo Cerealto Siro y Mercadona». Sin embargo, no es la primera vez que el entorno de la empresa culpa claramente a la compañía presidida por Juan Roig de su declive.
Según publicaba a finales de el año pasado Eldiario.es, en el ‘Resumen ejecutivo de Plan de Competitividad de Ceralto Siro Foods SL’ se especificaba que la crisis de la empresa coincidía con el momento en el que Mercadona alcanzaba el tope de expansión territorial y buscaba mayor rentabilidad para su producción propia. Esto significaba que los proveedores tenían que competir entre ellos por hacerse con los contratos.
Desde que en 1998 Siro se convirtiera en el principal interproveedor de Mercadona, la estrategia del grupo cambió por completo. Se centraron en producir en exclusiva todos los productos de la cadena bajo la marca de Hacendado. Según señalan en el informe, la galletera apostó «por el crecimiento, el desarrollo de los productos marca Hacendado y la exclusividad”. Esa exclusividad era una “condición absoluta para trabajar para Mercadona, pero también una gran oportunidad para crecer”.
Esta apuesta funcionó durante muchos años, hasta que dejó de hacerlo. Después de 20 años, Mercadona transformó su modelo al de proveedor totales, pasando de «primar la capacidad para suministrar grandes volúmenes de forma estable, a poner el acento en el precio al que compra los productos a sus proveedores. De esta manera, el precio se convierte en un factor determinante”.
BISCUIT INTERNACIONAL, LA SOLUCIÓN QUE SE ESFUMÓ
Lo cierto es que de una manera o de otra, Mercadona ha tenido mucho peso en el futuro de Cerealto Siro. Cuando los palentinos estaban buscando un socio inversor, Biscuit International se presentó a esa puja y estuvo a punto de conseguirlo. Además de su propia trayectoria y solvencia económica, la propietaria de Arluy contaba con el beneplácito de Mercadona. La intención de los valencianos era clara: esta compañía francesa también es uno de sus proveedores.
Aunque en un principio la empresa de Juan Roig siempre se quiso mantener al margen de las disputas y entradas en Siro, con la oferta de Biscuit International las cosas cambiaron. En ese momento, Mercadona solicitó —si querían mantener el contrato— que el nuevo dueño no podía ser un fondo oportunista o de ‘distress’ que buscara maximizar la rentabilidad a costa de la calidad.
Este posicionamiento parecía que había funcionado, y en diciembre de 2021 Cerealto Siro anunciaba que sería Biscuit International quieren entraría como inversor y darle esa inyección de capital que necesitaba la empresa. Sin embargo, en el último momento la historia dio un giro. Los palentinos decidieron rechazar a los franceses y se decantaron por los dos fondos de inversión internacionales, Davidson Kempner y Afendis Capital Management, que prometían entrar con 80 millones bajo el brazo.
La realidad es que, al final, ni uno ni otros formarán parte del consejo de administración de la galletera española. De hecho, muy probablemente el futuro de Siro sea cerrar por completo. De momento, ya se está despidiendo de algunas de sus fábricas y, con ellas, de sus trabajadores. Parece que la etapa dorada de la galleta ha llegado a su fin.