Montse Alcoverro: «¿Frivolidades? Ni una»
Cuando habla de su profesión y de la lucha que le ha llevado a ser una actriz prolífica y sin parones, la pasión se le escapa en la voz. Montse Alcoverro sabe que el origen de su vocación está en la infancia y el de su confianza en sí misma, en la que siempre le profesaron sus padres. “Tú puedes”, le decían más con sus actos que con sus palabras.
El carácter irrompible de Montse ha sido uno de esos puntos que ha hecho más fácil —para esta actriz de teatro, cine y televisión que lleva toda la vida creando personajes icónicos— que vieran en ella a Gala para la película El caso Ángelus: la fascinación de Dalí, que se estrena este 22 de noviembre. La película, dirigida y también protagonizada por Joan Frank Charansonnet, es una historia de misterio y una comedia surrealista que arroja luz sobre una larga etapa de la pareja de artistas más adorados y criticados.
¿Qué ha significado para ti este papel, en este momento?
Trabajar con personajes reales siempre es un reto: tienes que acotarte a las directrices que te marca todo el material documental que existe sobre ella. Gala es un regalo porque ha marcado la historia contemporánea de este país. Yo reivindico a esta mujer libre que rompió moldes en su época. Y hay otro reto: toda la narrativa de la película está basada en los ojos de Dalí, que la idolatraba. Y eso me ha obligado a seguir dos líneas de trabajo.
¿Qué hay en ti de Gala?
Las épocas que nos han tocado vivir son diametralmente distantes. Pero algo que se aproximaría es que las dos somos mujeres luchadoras, generosas, de carácter fuerte, libertarias, con capacidad de amar… Ella aparcó todo para dedicarse a su gran obra de creación, Dalí.
¿Te gusta Dalí?
A mí siempre me ha parecido un pintor interesante y un personaje curioso. Hay un antes y un después en el surrealismo con su obra. Cuando conoció a Gala ella ya era una mujer de mundo. En cambio, él era un chico de provincias, del Cadaqués de entonces. Él se rinde a los pies de Gala y es ella la que lo moldea y lo ayuda a comer se el mundo. Si no hubiera sido por ella, él no hubiera podido llegar tan lejos.
¿Qué te parece la antipatía que tanta gente siente por ellos?
Sufrían mucho por dinero porque a él lo repudió su familia cuando supo que estaba con Gala. Y por dinero hicieron cosas muy cuestionables, empezando por firmar y vender lienzos en blanco. Se cuentan cosas muy duras del trato que daban a otras personas y a animales. He leído mucho y a mí lo que más me impactó fue su final. Gala padeció algún tipo de demencia en sus últimos años y eso le hizo volverse agresiva. En esa época empezaron a tener muchas peleas físicas. Me hizo llorar leerlo. Me dio mucha tristeza que esa pareja, que había sido muy enfermiza, pero que siempre se había protegido y querido, terminase teniendo muchos episodios de violencia. La Gala que yo represento en la película es la de 69 años, un momento estupendo de su vida, nada que ver con eso.
Tu rincón en el mundo.
Barcelona, mi ciudad. He viajado por todas partes pero mi lugar en el mundo está donde está mi gente. Además soy de mar. Me gusta escapar a la playa y estudiar mis textos, en cualquier momento en el que no haya aglomeración.
Algo que ha llegado con el paso del tiempo.
He conseguido tener algo más de paciencia. Soy muy activa y eso me lleva a ser impaciente. Ahora tengo cuatro proyectos sobre la mesa y es que los haría todos ya. Voy aceptando que los ritmos no tienen por qué ir tan rápido como a mí me gustaría.
¿Y algo que te viene de nacimiento?
Yo soy de familia obrera, de Hospitalet de Llobregat, zona de inmigrantes. No había muchos libros en casa, pero mi madre siempre nos leía poemas mientras merendábamos a mi hermano y a mí. En aquella época había un programa de radio al que iban los niños, y mi madre nos llevaba a mi hermano con su guitarra y a mí a recitar… Esa vena artística que tengo desde siempre se la tengo que agradecer a mis padres. Ellos me transmitían la idea de “Tú puedes, Montse”. Por eso, no sé si decir que de nacimiento, pero desde siempre.
¿Qué hay en ti de catalana?
Me siento muy catalana en cosas como ser muy trabajadora, muy seria, en que “tonterías, las mínimas”, en que soy muy estructurada (me llaman miss Excel…). Me identifico mucho, pero tengo un 50% de castellana porque durante años pasaba mis veranos en un pueblo de Cuenca con mis tíos. He vivido cosas que diez años después desaparecieron: nos bañábamos en el río, era nuestra ducha, recogíamos garbanzos del monte… Quedan dentro de mí esos olores, esas texturas, esa luz de Castilla que también la tiene Madrid y que no existe en el Mediterráneo…
Dijiste “no luches contra tu menopausia, acéptala”.
Es un momento de enorme vitalidad. Para mí lo importante es leer, informarte y no pelear con ello, sino tomar las riendas. La vida es aceptar cada momento. Hay que dejar de lado los discursos patriarcales y acompañarte a ti misma. A mí, toda la vida me decían que me tenía que operar la nariz. La de productores y directores que me lo dijeron. Y no, nunca hice caso. Acéptate y déjate de tonterías. Un actor o actriz es un trabajador de la cultura. Ha de ir a museos, leer mucho, impregnarse de conocimiento. ¿Frivolidades? Ni una.
Un deseo que pedirás con las uvas de Nochevieja.
Salud, dinero y amor. Todos necesitamos un equilibrio entre las tres. Pero a nivel mundial pediría que paremos el feminicidio en Afganistán. Nadie está moviendo el culo ante el horror que se está viviendo allí. Y otro más: basta ya de guerras.