Nicola Coughlan, el peso y la moda: todo sobre su relación de amor-odio
Vivimos engañados. O, mejor dicho, vivimos queriendo ser engañados. Bajo el ‘desconocimiento’, se esconde una cierta desidia engalanada con la falsa ignorancia. Una inopia que nos permite observar con una pequeña dosis de sorpresa, por ejemplo, esa veda abierta protagonizada entre las tallas y las opiniones sobre el cuerpo de los demás. La última en propiciar que la multitud se lleve las manos hacia la cabeza, ha sido Nicola Coughlan.
La actriz conocida por sus interpretaciones en Los Bridgerton o Derry Girl, entre otras series, recurrió a su perfil en la red social de Instagram para solicitar algo muy simple: el cese de las opiniones y comentarios hacia su físico e, incluso, hacia su forma de vestir. “Si tienes una opinión sobre mi cuerpo, por favor, no la compartas conmigo. Es realmente complicado soportar el peso de las opiniones cuando solo giran sobre cómo ven tu físico los demás”.
Una licencia que, curiosamente, parece estar ligada a una determinada talla, pero ¿cuándo empezó esto? ¿Cuándo un número en una báscula o varias letras en la etiqueta de una prenda se convirtieron en el perfecto folio en blanco a rellenar con un sinfín de opiniones? Unas donde el anonimato de las redes se encarga de volatilizar la empatía.
Nicola Coughlan dice basta ante las críticas
La publicación de la actriz irlandesa, Nicola Coughlan, no solo propició que las críticas hacia su peso se detuvieran, al menos de manera temporal, sino que sirvió para visibilizar, a través de los likes y las vivencias de otros usuarios, más casos parecidos al suyo.
Ahora bien, aunque, antaño la grasa se encargaba de visibilizar la riqueza y la hermosura, la percepción de esta ha ido mutando a medida que los comportamientos sociales han ido evolucionando. Unos donde se ha normalizado que, por alcanzar o tener un determinado peso, este sea el foco central de todas las conversaciones.
Charlas donde las opiniones, escudadas bajo la importancia de visibilizar los peligros de la obesidad, parecen no faltar. Porque sí, Nicola Coughlan no es la primera celebrity que recibe o muestra estar recibiendo ese trato por su físico o por su elección de atuendo. Uno donde encontrar tu talla empieza a estar visibilizado, pero sigue sin ser fácil.
De hecho, Ashley Graham, influencer y modelo estadounidense, fue una de las primeras en visibilizar esto. Su pasión por el universo textil fue más fuerte que cumplir con unas determinadas medidas para llegar a la pasarela, lo que ha favorecido que sea un referente para muchas y muchos.
Una pasión que, curiosamente, en el último año, Nicola tampoco ha querido dejar escapar por el qué dirán.
La moda se convierte en su pilar
Al igual que le ocurría a Graham, Nicola Coughlan, como ella misma afirmaba, siempre ha sentido una fuerte fascinación por la moda. Una que, desde hace meses, no ha parado de manifestar cosechando bastantes aplausos. Aunque, esto, no siempre fue así.
Como ella misma relataba en sus publicaciones y en varias de sus entrevistas, antes de ponerse una u otra prenda, siempre pensaba en el qué iba a decir la gente por su elección. Un pensamiento que cohibía sus elecciones. Y ese miedo a recibir comentarios desafortunados o plagados de esa falta de empatía (donde el peso acabaría teniendo su participación) favorecía que su relación con la moda se pudiera catalogar bajo un epígrafe titulado: amor-odio.
Sin embargo, alentada por otros referentes y por la pasión que veía en el departamento de vestuario de Los Bridgerton, decidió dejar de imaginar esos escenarios llenos de risas y críticas y empezar a llevar las prendas que ella quería. Una determinación que le hizo darse cuenta de algo que, en líneas generales, se tiende a olvidar: lo importante es verse y sentirse bien con lo puesto; el resto da igual.
Asimismo, la actriz comenzó a crear su armario con la ayuda de su estilista, Aimée Croysdill. Una participación que ha propiciado que sus looks sean vitoreados y que, incluso, reciba invitaciones para acudir a grandes eventos como la Met Gala.
El cambio estilístico de Nicola Coughlan
A medida que su confianza ha ido creciendo, sus looks han ido adoptando un rol cada vez más atrevido y, por supuesto, llamativo.
De esta manera, por ejemplo, Nicola acaparó una multitud de flashes en su debut en la ya mencionada Gala Met. Para la ocasión, que estaba centrada en la moda que se lucía en el siglo XIX y principios del XX en la Gran Manzana, recurrió al diseñador Richard Quinn. Quien, por cierto, predominó en el vestidor de la reina Isabel II.
En concreto, la actriz lució un vestido en un sutil rosa pastel. Una prenda que combinó con una capa negra que, en el dobladillo y la abertura central, estaba decorada con plumas que potenciaban su movimiento. Asimismo, para rematar el look recurrió a unos tacones Jimmy Choo y piezas Swarovski.
Sin embargo, esta no fue una de sus primeras apariciones aplaudidas en el terreno de la moda. Para la gala de los Bafta, decidió decantarse por el trazo de Valentino donde el rosa volvió a posicionarse como su elección predilecta. Con sendos volantes creados por lazos en la parte del escote bardot y la falda, la prenda ideada por el diseñador jugaba con los volúmenes de manera exquisita.
Cómo era el estilo de Nicola Coughlan
Antes de decantarse por el rosa pastel, los atuendos de la actriz solían centrarse en un tipo de prenda: los vestidos camiseros. Prendas conocidas por disimular cualquier forma o curva a la perfección, gracias a su tallaje holgado.
Otras de sus predilecciones solían ser los vestidos con vistosas faldas en forma de A, bastante acampanadas, que cumplían con la misma opción. Eso, o se decantaba por piezas con sendas hombreras, que centraban la atención en esa área del cuerpo.
Con sus últimas elecciones, no solo señala su indiscutible predilección por el rosa, sino que enfatiza la aceptación de su cuerpo y sus ganas de innovar y probar en la moda.