No hay verano sin…
En aquellos años en los que el verano era ‘un trimestre más’ a efectos universitarios —algo que me consta que ya no ocurre—, los estudiantes de Derecho, incluso antes de haber pisado la facultad, ya habíamos recibido toda una relación de leyendas sobre la titulación que habíamos elegido.
Por encima de aquellos docentes que iban a convertirse en nuestras ‘bestias negras’ durante los próximos años, emergía un dogma capaz de erradicar cualquier alarde de optimismo: “No hay verano sin Romano”, rezaba. Un aviso a navegantes de que el temido ‘tocho’ de innumerables latinismos habría que metérselo inexorablemente entre pecho y espalda durante el verano, ya que hacerlo durante el curso ordinario era algo reservado para unos pocos héroes.
Tengo en común con Sandra García-Sanjuán que ambos nos licenciamos en la universidad por la rama empresarial. Aunque, mientras yo me batía con el referido mamotreto, ella ya había dejado atrás su etapa universitaria y se había convertido en polo de atracción para celebridades nacionales e internacionales de medio planeta. Y lo que sucedió a continuación solo puede sorprender a quienes no la conocen: de una gala anual solidaria ‘alumbró’ lo que se ha convertido en el festival ‘boutique’ más largo de Europa, que comenzando en junio finaliza bien entrado septiembre.
Hoy, aunque Starlite ofrece la posibilidad de disfrutar durante estos meses de los mejores artistas del mundo en la cantera marbellí de Nagüeles, mantiene en su epicentro la gala benéfica que dio origen a todo y que solo es accesible para unos pocos elegidos.
Pude asistir en persona a una de estas galas y mi percepción fue que, salvando las distancias (y circunstancias), son la versión evolucionada de aquellas legendarias noches de los años 70 y 80 en las que se reunían en Marbella aristócratas, artistas y reyes llegados de todas partes del mundo. El lugar en el que todos querían (y hoy quieren) estar.
Desde hace doce años, y por influjo de Sandra, Starlite se ha convertido en un campo magnético que atrae a lo más granado de nuestra sociedad. Pero de un verano al siguiente hay muchos meses y, como le encanta hacer magia”, las pasadas navidades la tinerfeña volvió a agitar su varita para construir un auditorio dentro de uno de los pabellones de Ifema (Madrid) por el que, durante una semana, pasaron grandes artistas internacionales. Y, lejos de ralentizarse, el fenómeno de Starlite planea propagarse a través de otros proyectos musicales en Benicàssim, Alicante, Torrevieja y Estepona… antes de acometer otros más ambiciosos allende nuestras fronteras.
Todo ello sin abandonar la Cantera de Nagüeles, donde este verano volverá a celebrarse Starlite, el festival que ha hecho de Sandra una de las personas más influyentes de nuestra industria musical actual. Su nuevo claim, ‘La magia existe’, es toda una declaración de intenciones; y un instrumento más para convencernos de que ‘no hay verano sin… Starlite’.