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Espido Freire: “Nunca me he considerado una ‘influencer’ hasta que me lo han dicho”

Redaccion| 7 de noviembre de 2018

Escritora versátil a la vanguardia, Espido Freire es toda una humanista del siglo XXI. Pionera en su profesión, escritora e influencer galardonada en los Influencers Awards 2018, sus proyectos no solo abarcan la escritura, sino que son un universo social, en el que tienen cabida los viajes, la moda y el arte en su máxima expresión.

Hablamos con Espido Freire en la presentación de su última obra, una fragancia y un relato inédito Floral, que conjugan a la perfección una historia íntima e inspiradora, de las manos de esta artista total que brilla con luz propia.

 

Espido Freire, cumples 20 años de trayectoria como escritora profesional, ¿qué destacarías de todos estos años?

Ha sido muy distinto a lo que me esperaba. Es muy diferente cuando comienzas tu carrera y tienes sueños acerca de qué escribir y a qué lector llegar y, después, cuando han pasado veinte años y miras atrás, te das cuenta de lo rápido que han pasado y lo diferente que han sido de tus expectativas. En muchos sentidos han sido mejores, han estado llenos de sorpresas y de un lector y un público que no me ha abandonado nunca. Hemos vivido una crisis importante, no solamente económica, sino también cultural, todo ha cambiado. Internet ya estaba cuando yo comencé, pero la irrupción de las redes sociales ha sustituido gran parte del medio de comunicación y lo que parecía que era una apuesta, se ha convertido en mi trabajo, que es la literatura y todo lo que la rodea.

Cosechas una exitosa carrera como escritora y una destacada trayectoria en redes sociales, entre otros muchos proyectos, ¿qué es lo mejor y lo peor de tener repercusión mediática?

Lo mejor es que te da una voz, y con esa voz puedes hacer lo que quieras. Para una chica de 23 años del País Vasco que venía de la nada, sin contactos ni influencias de ningún tipo, eso ha sido un proceso muy interesante: construir tu propia identidad y el convertirte en alguien que pueda influir en otros, que pueda ser escuchada. El resto es vanidad pura y dura, es decir, si eres más vanidoso, te gustará más; si eres menos vanidoso, te gustará menos. Yo no le doy demasiada importancia, sí que intento siempre devolver lo bueno que se me da. Intento mimar a los seguidores y al lector. Lo malo ocurre cuanto te crees lo que dicen de ti, tanto lo bueno como lo negativo. Entonces, dejas de ser tú para pasar a ser un espejo de otros. A mí no me pasa siempre, pero hay temporadas en que estoy más frágil o que han sido más difíciles, en las que eso me ha pesado un poco.

¿Qué es para ti un influencer? ¿Te consideras a ti misma una de ellos?

Parece que un influencer tiene que ver con una edad, con la generación millenial, con un entusiasmo por la vida, una necesidad de compartir. Para mí, un influencer, no es ni más ni menos que un prescriptor, alguien que es capaz de influir en otros con una opinión o con un estilo de vida. Yo nunca me he considerado una influencer hasta que me lo han dicho [risas]. Sí que creo que mi opinión y mi visión tienen cierto peso en mucha gente, no solamente en la comunidad de las redes sociales que manejo, sino también en las personas que asisten a mis conferencias, en todo lo que no se ve en las redes sociales, pero es real. Y tengo la suerte de recomendar libros y que se vendan, de que me pregunten quién me viste, de que me pregunten detalles sobre mi vida, de poder iniciar viajes en los que se apuntan viajeros y lectores –con viajes El País-. Si eso es influir sobre la gente, creo que puedo darme por satisfecha.

 

“Hay que mimar a los cuidadores”

 

Eres una gran defensora de los derechos de los animales y apoyas, además, a las asociaciones que trabajan con enfermos de Alzheimer, ¿en qué proyectos sociales estás involucrada actualmente?

Bueno, hay un problema con involucrarte con demasiadas causas o con más de una causa y es que, en estos momentos, se diluye cuál es el mensaje que estás mandando. Entonces, yo creo que, con el ejemplo diario, la manera en la que yo hablo, por ejemplo, de lo que tengo en casa, que son mis gatitas, las medidas a largo plazo como la adopción es algo con lo que hay que bombardear muchísimo. En el caso de la atención y los enfermos de Alzheimer, ocurre exactamente lo mismo. Yo me centro en cuidar al cuidador. No he tenido ningún caso en mi familia hasta ahora, pero sí cercanos y veo cómo se deteriora el enfermo y cómo se deteriora quien lo cuida, si son los hijos, si son la esposa, si es el marido,… Muchas veces, exigimos de la gente que sean héroes cuando no pueden serlo; también pasa con los trastornos de la alimentación, que es una de las causas que he estado abanderando durante mucho tiempo: no vale de nada un mensaje en un momento determinado. Creo que hay que formar a los cuidadores, hay que mimarlos y, por supuesto, hay que garantizar la dignidad de las personas que están enfermas.

Espido Freire es la primera escritora española con su propia línea de fragancias…

¡Creo que también internacional! En su época, a principios de siglo, la escritora Colette decidió abrir una especie de salón de belleza, en el sentido amplio, en que se cuidaba la mente y se cuidaba el cuerpo. Ella tenía cosméticos, no sé si tenía también perfumes, pero te estoy hablando del París de los años 10 o 20. Es una tradición que se perdió por completo y, desde luego, a nivel nacional, yo creo que nadie se ha atrevido a una locura tan bonita como esta. Estoy muy contenta de ser la primera porque estoy descubriendo muchas cosas.

La fragancia adaptada a su última historia… ¿A qué huele tu relato Floral?

Huele al recuerdo de una infancia en un jardín. Hay alguien que ya ha crecido y que, en un momento determinado, lo recuerda. Cuando hablamos de jardín, cada uno tienen en mente el suyo. Yo tengo dos, que son la mezcla de lo que hablo en Floral, la casa de mis abuelos, el jardín botánico en el que iba a la escuela en el País Vasco y algún otro que he visitado y que se me ha quedado totalmente clavado.

[Con la elegancia que la caracteriza, esparce un poco de perfume y me deja olerlo en su piel]

En el fondo, eso es a lo que huele Floral. No solamente una flor, son muchas. No solamente una fruta, ahí tienes ciruela, tienes melocotón [risas] y mandarina y, un poco más allá, vas llegando al tronco, al sándalo, cedro, ¡almizcle también!… a todo lo que le da base. Para mí, meterme en ese jardín es meterme en el perfume y en la historia a la vez. No es fácil distinguir uno de otro. Todas o prácticamente todas las notas aromáticas que aparecen en el perfume, aparecen también en la historia y, al revés, el mundo que yo describo en la historia está en el perfume.

 

“A los que empiezan, les recomiendo que creen una obra de la que estén orgullosos”

 

Volviendo a las letras, ¿Consideras que es complicado acceder al mundo editorial?

Yo llevo veinte años en él, ahora no te puedo decir. Lo que me dicen mis alumnos de creación literaria -de los talleres que imparte- y quienes me siguen en Zenda –espacio literario de XLSemanal del que es colaboradora-, es que sí que es muy complicado, pero también cuando yo entré era muy complicado. Han cambiado las circunstancias y quién no consigue lo que quiere, siempre cree que es muy difícil, pero yo no soy muy objetiva porque llevo muchos años dentro. Sé que es muy difícil mantenerse.

¿Qué consejos darías a los que están empezando?

Que antes de dejarse llevar por el afán de publicar, creen una obra de la que estén orgullosos. No solamente una novela o una historia, sino una obra que comprenda varias. Que se formen, que no se fíen únicamente del talento y de la facilidad para contar historias, sino que sean lo más cercanos a escritores humanistas que puedan y, a partir de ahí, paciencia y perseverancia. Paciencia para esperar, perseverancia para insistir.

¿Cuáles son las musas de Espido Freire, dónde encuentras la inspiración?

Creo bastante poco en la inspiración como ese “rayo” que te golpea de pronto y te transmite una historia. Sí que creo mucho en los estímulos, en que según asocias un objeto a una idea y a una emoción, eso te sugiere una historia, un cuento o una novela. Eso se da en viajes, se da en paseos,… Se da, generalmente, cuando estás relajada y perceptiva. En mi caso, muchas veces, después de haber leído un libro, comienzo a reflexionar y surge una historia derivada, que no tiene nada que ver con el libro original, pero que nació ahí. Por eso no creo mucho en la inspiración, creo mucho más en el trabajo.

 

 

¿Tienes algún ritual a la hora de ponerte a escribir?

Me encantaría decirte que sí [risas] y contarte algo elaboradísimo y complicado, pero la verdad es que no. Tengo un ordenador relativamente pequeño, que suelo llevar a todas partes. Escribo en casa y fuera. Si estoy en casa, según abro el ordenador, se planta una de las gatas encima y entonces acabo escribiendo por encima de la gata, por debajo de la gata, pero vamos no es un ritual mío, es un ritual de ella [risas].

¿Cuáles dirías que son las claves de una buena historia?

La intensidad, el vínculo emocional con el lector y, posiblemente también, el que nos hable de algo que ya sabemos, pero que nos lo cuente de una forma distinta.

¿Cómo definirías el éxito?

El éxito es obtener más de lo que creías que podías obtener. Para algunos es el yate, el Porsche y la mansión y, para otros, es sencillamente un homenaje público en su pueblo o el poder pagar sus deudas. El éxito tiene que ver con obtener un poquito más o mucho más de aquello que esperabas obtener. En mi caso, yo lo asocio también a tener la conciencia relativamente tranquila, no haber hecho daño a nadie ni haber robado para haberlo conseguido. Si no, yo creo que es un éxito más bien perturbado, un éxito maligno.

No hemos encontrado más escritores con línea propia de perfumes, desde Magasalfa nos dicen que quizás una asiática… Lo que está claro es que el de Espido es un éxito de los muy buenos, de los que alegran un día lluvioso en noviembre y calientan el corazón. Colette estaría orgullosa.

 

Por Ana Matías

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