Óscar Camps, director de Proactiva Open Arms: “Las miradas de las personas que rescato me dicen más que cualquier idioma.”
Proactiva Muchos pensarán que lo que hace Óscar Camps (Barcelona, 1963) es simplemente “poner una tirita” a un problema mucho más profundo y que la solución a la crisis migratoria hacia Europa no se soluciona así. Pero como él mismo apunta, “que se lo expliquen a esas 59.247 personas que han pasado por nuestras manos”. Las tiritas no evitan la caída, pero ayudan cuando la herida sigue sangrando. Esta oenegé española, con Camps a la cabeza, lleva desde 2015 curando los golpes y dando la mano a de miles de personas que se lanzan al Mediterráneo a la desesperada, escapando de la miseria o del horror de sus países. Hablamos con el director de Proactiva Open Arms sobre la inmigración, sobre la barbarie, sobre las sonrisas que lo dicen todo sin pronunciar una palabra. Nadie mejor que él para hablarnos de las fronteras, las que separan la vida de la muerte.
El director de esta ONG no ha descubierto la penicilina, ni es premio Nobel. Pero ha demostrado que, ante una realidad grotesca, la de la terrible crisis de la migración en Europa, no bastan las palabras, ni los tweets, ni las intenciones. El día que vio una imagen – la de Aylán Kurdi, el niño sirio de tres años muerto en una playa de Turquía, que dio la vuelta al mundo- el nudo en la garganta fue tan grande que se hizo el petate, cogió 15.000 euros ahorrados y puso rumbo al Mediterráneo para actuar. Así nació PROACTIVA OPEN ARMS. El de Camps no debería ser un caso excepcional. Pero lo es. Jugarte tu propia vida para salvar la de otros está a un nivel tan elevado de bondad, que abruma.
En los últimos tiempos, tras la polémica del Aquarius, el tema de la migración en Europa está más candente que nunca. El desembarco de la nave en el puerto de Valencia tras la negativa de Italia a abrir sus puertos -con 629 personas a bordo- ha supuesto un golpe de efecto para un problema que se está poniendo sobre la mesa, o eso parece. Con la agenda llena de compromisos cada vez que pisa suelo español, y con un catarro monumental, este empresario de Badalona quiere seguir luchando por los derechos de los más débiles, aunque solo sea con la palabra.
Muchos han visto al Aquarius como un instrumento político ¿Qué opinas al respecto?
El tratamiento que se le ha dado está completamente fuera de lugar, empezando porque es un tema humanitario, una emergencia. En ese barco había más de seiscientas personas que necesitaban asistencia y tenían que haberse dejado en tierra lo antes posible, según la ley marítima internacional, en un puerto facilitado por el Ministerio del Interior italiano. Pero, este señor –Salvini- actuó de esta manera, cerrando los puertos, como si pudiera hacerlo. Italia tiene firmados unos compromisos internacionales que tiene que asumir. Lo que está haciendo es un crimen contra la humanidad. Les hemos quitado la etiqueta de humanos. Yo quisiera que hiciésemos todos el ejercicio de imaginarnos al Costa Concordia, con seiscientas personas, a la deriva, tras un naufragio. ¿Qué pasaría si se rescata a estas personas de forma urgente en aguas internacionales? El Derecho Marítimo Internacional no diferencia los tipos de vida de los náufragos en: navegantes que son turistas, navegantes que practican deporte, navegantes que son mercantes y luego otra categoría de migrantes. No, en el mar son vidas en peligro, todas.
¿Qué parte de responsabilidad tenemos los medios de comunicación en lo que está sucediendo en el Mediterráneo? ¿Se está poniendo el foco donde tiene que estar?
Esto que ha pasado ha ocurrido innumerables veces. Nosotros hemos sufrido lo mismo con quinientas setenta y cinco personas a bordo, hemos estado tres días navegando a la deriva y no se publicó en ningún sitio. Coincidió con la polémica de Puigdemont, y solo se hablaba eso. Lo nuestro no interesó a ningún medio.
¿Nos hemos vuelto insensibles a las atrocidades y a las desgracias que ocurren en el mundo?
Yo creo que Italia ha empezado una guerra contra la vida. Se intenta, de forma tendenciosa, llevarlo al tema de la ilegalidad, para favorecer el discurso de la extrema derecha. Me imagino al señor Salvini envalentonado, como el portero de una discoteca, diciendo “aquí no entran más que mis amigos”, omitiendo todo tipo de derecho.
Charlamos largo y tendido con Camps sobre el problema de raíz de la migración, sobre los instintos más primarios de la condición humana, sobre la responsabilidad de los gobiernos ante este problema. Nos cuenta lo que se experimenta en primera persona cuando se es testigo de semejantes atrocidades.
¿Qué crees que hay detrás de esta política ‘anti-inmigración’ por parte de la UE?
¿Hacéis algún tipo de terapia los voluntarios para poder digerir esa sobredosis de brutalidad?
¿Qué sientes cuando le tiendes la mano a una persona para subirla al barco?
¿Somos solidarios en las cuentas corrientes o solo de boquilla?
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