38.000 personas caminan por la estación de tren londinense de Victoria en hora punta. Laurence Kemball, tras ver la cantidad de tráfico humano en la estación, empezó a pensar en la forma de aprovechar toda esa energía cinética. ¿Cómo? Mediante una baldosa capaz de convertir las pisadas de la gente en electricidad.
Tras la revelación, la compañía de Kemball, Pavegen, ha instalado estas baldosas en más de 150 lugares en todo el mundo. Desde el aeropuerto de Heathrow, en Londres, hasta Lagos, donde estas baldosas otorgan parte de la energía necesaria para las luces de un campo de fútbol.
Cada pisada produce tres julios, o lo que es lo mismo, energía suficiente para encender una bombilla LED de bajo consumo durante 30 segundos. Por lo tanto, una calle transitada podría estar permanentemente iluminada mientras que una más tra nquila, se iluminaría únicamente cuando alguien caminase por ella. Si a esto se le suma el uso de baterías para almacenar el exceso de energía, gran parte del alumbrado nocturno podría quedar cubierto por esta tecnología. En zonas de mucho paso como estaciones de metro, centros comerciales o estadios deportivos, se podría obtener un gran rendimiento de un pavimento capaz de generar energía. Cada baldosa está hecha con materiales reciclados, y se espera que alcance un precio final de 50 dólares por balosa.

Las baldosas pueden alimentar zonas WiFi, alumbrado, señales de indicación, etc.
Desde Pavegen saben que una ciudad no podría depender únicamente de este tipo de energía, pero sin duda es un paso de gigante hacia las ciudades inteligentes y sostenibles. Las ciudades consumen el 70% de la energía mundial, y por lo tanto son las principales culpables de la contaminación derivada de combustibles fósiles. Con la introducción de sistemas como las baldosas desarrolladas por Pavegen, las ciudades podrían reducir su dependencia de las fuentes de energía tradicionales de manera importante.
Pavegen ha firmado un acuerdo con las autoridades de transporte de Londres para instalar estas baldosas inteligentes en Oxford Street, una de las zonas más concurridas de la capital. Puede que dentro de poco nuestras pisadas alumbren el camino.
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