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Alexia Putellas ante el reto más importante de su carrera

Pedro Ruiz| 19 de enero de 2022

Alexia Putellas lo ganó prácticamente todo en 2021, más que nadie nunca en el fútbol femenino. Un reconocimiento tanto a nivel colectivo, con el FC Barcelona, tras ganar la Liga, la Copa de la Reina o la deseada Champions League. Como a nivel individual donde se alzó con el Balón de Oro o el Globe Soccer Away. Más recientemente, la jugadora española recibiría también el premio The Best que otorga la FIFA en una gala que solo parecía estar hecha para ella. Pero en esa misma celebración ocurriría algo inaudito que dejo a la futbolista helada: su nombre no aparecía en el once ideal FIFPro The Best.

Las reacciones ante la situación no se hicieron esperar. Putellas afirmó que el resultado era “impactante” y su representante, Toni Freixa, explotó pidiendo explicaciones a la FIFA por un hecho “incomprensible”. De hecho, la situación que se vivió fue todavía más difícil de asimilar porque faltaban las otras dos finalistas en el premio Jenni Hermoso y Sam Kerr. Pero ni el organismo ni sus directivos tenían culpa alguna. Al fin y al cabo, los nombre elegidos no son más que el resultado de una votación con un total de 3.675 participantes de más de 46 países diferentes.

Al final, todo ha parecido quedar en un desagradable contratiempo. Pero en realidad, si se mira bien, no lo es. Y la propia jugadora española, en parte, daba en el clavo: «Es un poco impactante el resultado del 11 ideal, votado por las jugadoras, nosotras mismas. Lo achaco, probablemente a una falta de visibilidad. Cuanta más oferta haya para ver los partidos, mucha más gente podrá vernos, inclusive las jugadoras». La clave es la visibilidad porque no solo explica este suceso, o incluso una parte de la brecha salarial, sino que es el último gran reto para Putellas.

 

DEL EFECTO RED A LA BRECHA SALARIAL

El fútbol femenino tiene una gran guerra que es la llamada brecha salarial. En pocas palabras supone que los hombres cobran mucho más que las mujeres por hacer el mismo trabajo. En el caso del deporte, y más en el propio fútbol, parece más que evidente que es así. Pero también tiene un gran problema y, es que, una parte importante de esa diferencia esta más que justificada. A grandes rasgos es así. Y no tiene que ver con una diferencia de género o de machismo intrínseco en el deporte, sino desde el punto de vista de generar ingresos.

 

Alexia Putellas posa con el balón de oro y con el trofeo The Best

 

Desgraciadamente, el suceso ocurrido con Putellas es el mejor ejemplo. En el fútbol masculino es impensable que jugadores como Lionel Messi o Cristiano Ronaldo no apareciesen en el mejor 11 en los años que lo han ganado todo. Y todavía lo es menos que, además, no lo hagan porque no tengan suficiente “visibilidad”. Al final, el reconocimiento termina convirtiéndose en dinero y viceversa, en lo que se conoce como efecto red. Una ventaja que se produce cuando el número de usuarios de un bien o un servicio, en este caso el fútbol, aumenta.

El llamado efecto red no conviene menospreciarlo, ya que es una de las grandes fuerzas del mundo actual. De hecho, quizás es la más importante junto a las economías de escala. Hasta el punto, de que es uno de los pilares fundamentales de los gigantes tecnológicos que en la actualidad han conquistado el mundo. Aunque el problema no es tanto alimentarlo para su crecimiento, que también, sino encontrar lo que se conoce como un elemento de choque, más conocido técnicamente como game changer, que pueda arrancar el sistema. Putellas puede ser uno de ellos.

 

PUTELLAS COMO FUERZA DE ATRACCIÓN

Y es que existe un sinfín de ejemplos de que una figura realmente relevante en un determinado campo es capaz de cambiar las preferencias de la sociedad. Al fin y al cabo, si se piensa bien el término estrella no solo implica brillante, sino también que ejerce una enorme fuerza de la gravedad que arrastra al resto de cuerpos. Quizás uno de los arquetipos más significativos de lo que esto representa es el de Michael Jordan. De hecho, el baloncesto en EE.UU. no era demasiado seguido hasta la llegada de jumpman a la NBA, aunque para ser sinceros empezó algo antes con la rivalidad entre Magic y Bird.

Lo realmente importante es que antes de la llegada de Jordan los salarios en la NBA no eran realmente altos. De hecho, algunos de los grandes clubes europeos podían competir, en cierta medida y para jugadores locales principalmente, en términos de sueldos con las franquicias de la NBA. Ahora, esa brecha salarial entre América y Europa ha alcanzado cotas disparatadas. Pero eso solo ha sido por el efecto red, después de que el jugador de los Chicago Bulls se convirtiera en un game changer. Sin ir más lejos, cualquiera recuerda cómo décadas después de colgar las botas un documental sobre su figura, The Last Dance, revolucionó el mundo.

Pero no hay que ir tan lejos. Los increíbles logros de Ángel Nieto transformaron el mundo de las motos en España para siempre. Carlos Sainz hizo lo propio como el automovilismo y Fernando Alonso, muchos años después, lo llevó a la estratosfera. De hecho, el valor de los derechos televisivos de la Fórmula 1 en España, que en primera instancia daba La 2, se multiplicaron varías veces en los mejores años del asturiano. Por ello, la imagen de Putellas puede ser un game changer para el fútbol femenino.

 

LAS MARCAS EMPIEZAN A DAR VISIBILIDAD A PUTELLAS

Sin ir más lejos, las marcas ya han empezado a intentar rentabilizar su imagen. Una gran señal. La firma de relojes Hublot, que patrocina entre otros a Novak Djokovic, señaló tras los galardones que daba “su más sincera enhorabuena y le desea todo un año de nuevos éxitos a Alexia Putellas”. También recientemente, Iberdrola, una de las firmas más grandes de Europa, elegía a la jugadora española como embajadora para la igualdad en el deporte. Toda visibilidad es poca. Al fin y al cabo, muy probablemente habrá muchísima gente que solo por ver a la Balón de Oro española empiece a ver el fútbol femenino.

 

 

Pero, por desgracia, no todo es tan fácil. Putellas necesitará también mucha ayuda. En 2019, Estados Unidos volvía a erigirse como campeón del mundo en el Mundial de fútbol femenino. Un hito que ha logrado en cuatro de las últimas ocho competiciones (en 1991, 1999, 2015 y 2019) y que en las restantes no ha acabado por debajo del tercer puesto. La hegemonía estadounidense tiene una explicación más sencilla de lo que se piensa. En 1972, EE.UU. aprobó una ley que prohibía a las organizaciones financiadas con fondos federales discriminar por motivos de sexo y obligaba a las universidades a gastar tanto en atletas femeninas como en los masculinos.

El resultado fue que mucho de ese dinero extra se destinó a becas de fútbol. En la actualidad, el “fútbol” es el tercer deporte de equipo más jugado entre las niñas de secundaria, solo ligeramente por detrás del voleibol y el baloncesto. Y eso tiene su repercusión en la visibilidad, ya que es más seguido que el del género masculino. Aun así, los salarios que perciben están por debajo del que tienen los hombres, lo que indica que todavía queda un largo camino no solo para hacer más visible el fútbol femenino, sino también para avanzar en la igualdad.

 

LA AYUDA EXTERNA TAMBIÉN SERA IMPRESCINDIBLE

De hecho, pronto el fútbol femenino estadounidense podría ser superado consistentemente por el europeo. Las inversiones de los clubes de fútbol están ayudando a hacer lo más visible. También las jugadoras están mejor pagadas, lo que evidentemente atrae a más jóvenes a intentar ganarse la vida a través del profesionalismo. Así, El salario anual promedio de la liga estadounidense es de apenas 23.000 euros, mientras que en Francia alcanza los 43.000 euros, en Alemania los 37.000 euros y en Inglaterra los 30.000 euros, según Sporting Intellinge.

Mientras en España apenas alcanza los 17.000 euros. Una cifra que es una tragedia porque está por debajo del salario medio en el país y casi igualado con el modal, el que más se repite. La traducción de esos datos es que una joven que quiera ser futbolista tiene la constancia de que aunque lo consiga, un hecho que exige un gran sacrificio, apenas se traducirá en una vida digna económicamente. Probablemente cualquier otro empleo le proporcionará más réditos y una carrera más fructífera, dado que no tendrá que retirarse con 30 y pocos años. Al final, esa realidad devasta al fútbol femenino.

En primer lugar, porque lleva a que las más pequeñas, y sus entornos familiares, no apuesten por este tipo de deporte. Un hecho que, por ejemplo, no ocurre con el sexo opuesto. Por otro lado, menos interés también es menos visibilidad, menores ingresos y, finalmente, menores salarios futuros. Un ciclo vicioso del que es difícil salir. Por suerte, Putellas puede erigirse en ese game changer que convierta esa espiral autodestructiva en un círculo virtuoso. En otras palabras, conseguir que las más pequeñas digan sin miedo que de mayor quieren ser no ya Alexia Putellas, sino futbolista. Aunque para eso tiene que empujar todo el mundo.

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