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EL RETO DE LA AUTOMOCIÓN ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

Marketing| 30 de octubre de 2019

El Protocolo de Kioto, firmado en 1997, fue el punto de partida para que la sociedad se concienciara de la necesidad de cuidar un planeta que ya no emite más sustancias contaminantes en la atmósfera. Fabricantes de automóviles y gobernantes han diseñado una estrategia que puede revertir el deterioro de la calidad del aire en las grandes urbes.

 

El sector de la automoción ha comenzado a marcar el rumbo hacia una sociedad sin emisiones contaminantes, un proceso que se ha acelerado en los últimos años con la evidencia del cambio climático y los graves problemas de contaminación y cambio climático que sufren las grandes ciudades. Al automóvil se le acusa de ser el responsable de que nuestros cielos no estén tan azules, a pesar de que hay otras industrias más contaminantes que parecen intocables, pero lo cierto es que la innovación y el deseo de cambio de un sector que siempre ha mostrado estar atento a los cambios han propiciado una nueva mentalidad que apuesta por las energías renovables y los vehículos ‘cero emisiones’.

 

La movilidad sostenible es un fenómeno complejo y global en el que están implicadas muchas partes, entre las que se encuentran fabricantes de automóviles e industria auxiliar, empresas que suministran energía, ingenierías, responsables de transportes y los gobiernos de cada uno de los países. Esta maquinaria se ha puesto en marcha con iniciativas puntuales que requieren una coordinación de los trabajos para apuntar hacia un único y común objetivo: la lucha contra el cambio climático.

 

Hitos en el compromiso medioambiental

Si hay que poner una fecha al inicio del proceso en el que nos encontramos, esa puede ser el año 1997 con la firma del protocolo de Kioto, en el que los países se comprometieron a llevar a cabo una serie de acciones que permitieran la reducción de las emisiones contaminantes provenientes del tráfico rodado. Hubo consenso en la firma del documento, que luego quedó en papel mojado al incumplirse todos los acuerdos desde su entrada en vigor en 2005, y únicamente hubo un gesto de buena voluntad por parte de los fabricantes de automóviles, que se marcaron objetivos de reducción de CO2 de forma voluntaria.

 

A partir de 2007 se inician los trabajos en la Comisión Europea con la finalidad de crear un marco legislativo sobre las emisiones contaminantes de los vehículos, dando lugar en 2009 al Reglamento 443/2009 sobre las normas de comportamiento en materia de emisiones de los vehículos nuevos, y posteriormente a la Directiva 2014/94 UE sobre la implantación de una infraestructura para los combustibles alternativos.

 

Si hay una fecha marcada en color negro en este calendario es el mes de septiembre de 2015, cuando se desvela el escándalo de las emisiones contaminantes que afecta al grupo Volkswagen, concretamente a sus motores diésel, equipados con un software que detecta el momento en el que se realiza una prueba de emisiones, cambiando el modo de funcionamiento para falsear los resultados. A partir de este momento aparecieron informaciones que afectaban a otros fabricantes y los motores de gasoil emprendieron el camino hacia su desaparición total, fechada para el año 2040, aunque algunos fabricantes ya se han adelantado anunciando que no fabricarán más turismos con motores diésel, como el caso de Toyota, Lexus o Subaru.

 

Agenda 2030 y Objetivos de Desarrollo Sostenible

El dieselgate ha obligado a cambiar los protocolos de homologación que se realizan en los nuevos vehículos, dando lugar a una nueva normativa más exigente y acorde con las condiciones que se encuentran los conductores en la vida real. El protocolo WLTP fue desarrollado en el Reglamento 1151/2017 de la Unión Europea, obligando a la mayoría de los fabricantes a realizar cambios en sus motores para adaptarse a esta normativa.

 

El proyecto más ambicioso al que se enfrenta ahora la sociedad es la Agenda 2030, firmada por los 193 miembros de la ONU para desarrollar diecisiete objetivos con 169 metas para lograr el desarrollo sostenible global dentro de una década. Todo esto se engloba en los llamados Objetivos Mundiales de Desarrollo Sostenible, una llamada universal para adoptar medidas que pongan fin a la pobreza, protejan el cambio climático del planeta y garanticen la paz y la prosperidad.

 

Alcanzar un grado de desarrollo económico sostenible es posible si las sociedades logran crear las condiciones necesarias para que las personas accedan a empleos de calidad y estimulando la economía sin dañar el medio ambiente, que bastante ha sufrido y se encuentra especialmente deteriorado por culpa de las malas prácticas del ser humano. Y esto afecta a muchos sectores, pues el transporte tan solo es responsable del 21% de los gases contaminantes que se emiten a la atmósfera (15% de vehículos privados y 6% de transporte pesado).

 

Si quieres conocer el resto de recomendaciones, no te pierdas el número de septiembre-octubre 2019 de la revista Influencers.

 

Texto José A. Prados

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