La compañía coreana se hará se oro si el smartphone de Apple triunfa en el mercado.
La economía tiene cosas un tanto curiosas, y un ejemplo es la íntima relación que mantienen Apple y Samsung en el mercado de los smartphones: a pesar de que cada compañía tiene sus propios productos en el mercado y que ambos compiten directamente entre sí, la marca coreana saldrá claramente beneficiada si a sus rivales les va bien. El caso no es nuevo, pero demuestra hasta qué punto la estrategia asiática es todo un acierto, lo que ayudará a que estos países terminen conquistando la economía global.
Hace menos de un mes que Apple presentó el iPhone X, un modelo que superará los 1.000 euros y que ha dejado un sabor agridulce entre algunos fans de la marca, que esperaban novedades más disruptivas. De hecho, algunos analistas empiezan a alertar de la pérdida de poder de Apple en el mercado a manos de compañías asiáticas, que venden productos con prestaciones similares pero con un precio bastante inferior.
Sin embargo, otra razón por la que Apple no sería tan poderoso en el mercado es la dependencia que tiene de sus rivales en el mercado, concretamente de Samsung. La compañía coreana es quien fabricará las pantallas y los chips de memoria del iPhone X, lo que le reportará importantes beneficios: Samsung se llevará 85 euros por cada unidad que venda Apple. Y la compañía de la manzana planea vender 130 millones de unidades en los primeros 20 meses, lo cual supondría unos 14.000 millones para Samsung.
La cifra es incluso superior a lo que ganará por la venta de su propio terminal, el Galaxy S8. Aunque su margen de beneficio es mayor (171 euros por unidad vendida), espera colocar en el mercado 50 millones de unidades, por lo que su beneficio total ascendería a 8.500 millones de euros. Lo cual produce una curiosa situación: para Samsung es más rentable que Apple tenga éxito en el mercado que tenerlo ellos mismos.
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